/ domingo 20 de octubre de 2024

Paréntesis| …atrapar el viento: libertad, hábitos visuales y fotografía

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento”, la cual puede visitarse en el Museo de Arte de Sonora

No es usual -para mí- que me soliciten generosamente escribir sobre mi propio trabajo. Eso, generalmente, lo hago cuando me comunico a través de mis propias plataformas incluyendo mi página web https://www.ricardoleon.com. Pero, en este caso, en que Alejandra Olay me ha sugerido amablemente escribir para las páginas de Paréntesis de El Sol de Hermosillo sobre nuestra exposición …atrapar el viento, que se encuentra actualmente abierta en MUSAS, de la ciudad de Hermosillo, y en el Marco del XXX Aniversario de Fotoseptiembre y el XV Aniversario de MUSAS, recibo tal invitación agradecido y como un reto divertido y oportuno.

…atrapar el viento es una exposición basada en 60 piezas nuestras resultado de una técnica conocida como ICM (Intentional Camera Movement, por sus siglas en inglés y que se acepta ya como acrónimo internacionalmente para referirse a esa técnica, a ese género, a esa estética y sus códigos).

Esta técnica, que es tan antigua como la fotografía misma, al menos, la que empezó a gozar de portabilidad cuando los fotógrafos pudieron sacar, no sin dificultades, sus cámaras del estudio. Esto, de alguna extraña forma (quizá por los avances técnicos) coincide un poco con el inicio del impresionismo que fue facilitado por la portabilidad de los pigmentos en tubos de plomo y los pintores pudieron sacar sus caballetes (más ligeros para ese propósito) a la calle, el campo, los puertos…

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El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)


Pero, a diferencia de la pintura, la fotografía en sus inicios parecía condenada a ser un elemento representacional e informativo de todo aquello que captaba. Por supuesto, la inquietud de muchos creadores de la época que vieron en la fotografía una forma relevante de arte naciendo al mundo decidieron tomarla de esa forma -como un arte, y alejarse de la literalidad que, en sus principios, los fotógrafos parecían perseguir obsesivamente: calcar la realidad aparente tan solo con pulsar un botón o activar un obturador neumático era y fue demasiado tentador: aún persiste esa tendencia obsesiva por la fotografía nítida, aséptica, estéril o, por otro lado, una fotografía tibiamente rebelde que apenas se atreve a intervenir la imagen sin abandonar los elementos reconocibles que la mantendrían en el terreno de lo figurativo, de lo reconocible, de lo aceptado…

Pero tampoco hay grandes secretos en la fotografía ICM. Ésta consiste en mover la cámara frente a una escena determinada mientras el obturador se encuentra abierto. Esto invierte el proceso de fijación de imagen y, en lugar de ser los sujetos que se mueven en la escena los que podrían aparecer barridos por su propio movimiento en el fotograma creado por una cámara fija, es el movimiento de la cámara el que barre esos elementos, los mezcla y arroja resultados pictóricos muy complejos y expresivos. Con este movimiento: luz y sombra, texturas, colores, contraluces, la misma actividad y formas humanas en las calles y en los más diversos ambientes, la arquitectura, el paisaje, todo adquiere significados nuevos y proporciona una forma de acceder a significados inagotables que el observador puede y debe ayudar a definir con su propia experiencia visual, su cultura, su sensibilidad… o la ausencia de todas ellas y enfrentarse a un evento, al menos, novedoso, en su recorrido por las galerías de un museo.

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)

Ciertamente, los movimientos de cámara que esta técnica supone, no son aleatorios. Uno debe observar la escena y tomar decisiones sobre cómo desea, imagina o necesita mezclar sus elementos mediante un movimiento diseñado mentalmente para ese propósito, movimiento que debe poder ser memorizado para poderlo repetir las veces que sea necesario hasta lograr el resultado deseado. Y ese movimiento, por complejo que resulte deberá realizarse -en mi caso- en medio segundo como promedio y, como afirmé anteriormente, debe poder ser repetido desarrollando una memoria muscular lo suficientemente fina como para reproducir los movimientos más sutiles de una cámara (pesada) que se sostiene en el aire. Es decir: la fotografía ICM no es un juego de azar.

Además, requiere un mayor conocimiento de la cámara, de ciertos accesorios que facilitan las exposiciones prolongadas, el impacto del balance de blancos en el resultado, requiere también ciertos hábitos musculares y de observación (uno debe ver la fotografía antes de disparar el obturador) y con todo esto, desarrollar una gran autoridad sobre el equipo fotográfico que uno destina a este género (equipo que suele tener una vida corta por el uso bastante atípico a que es sometido por el movimiento constante y, a veces violento, en forma de tremor o de giros vertiginosos y angulados). La mecánica de la cámara resiente estos gestos y acaba por renunciar… pero es nuestro oficio y nuestra decisión.

Todo lo anterior parecería dicho en dirección de desanimar a cualquiera a adentrarse en esta aventura …pero es todo lo contrario, especialmente tratándose de jóvenes en formación o iniciando su carrera como artistas.

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)

En lo personal puedo afirmar que después de años de practicar este género, éste ha impactado mis otros abordajes fotográficos: el retrato, el paisaje, la fotografía escénica y de concierto, mis experimentos con inteligencia artificial, la serie de fotografía infrarroja que se encuentra en proceso. En fin: esta práctica ha liberado mi mente y mis hábitos visuales de una manera muy generosa. No tengo idea si la fotografía resultante sea buena o mala, pero es impecablemente honesta y no pretende seducir a nadie, si alguien siente la necesidad de nombrarla: secesionista, puede hacerlo…quizá tenga razón.

No hablemos de quienes piensan que la verdadera fotografía es la que existe solo en B&N o hecha con película fotosensible o film. No hablemos de quienes rechazan la tecnología olvidando que las primeras cámaras fotográficas fueron en su tiempo maravillas tecnológicas como el cine, como el piano o fonógrafo, las computadoras, los sintetizadores musicales y la grabadoras digitales que ahora son antigüedades y no por no pertenecer a nuestro tiempo vertiginoso no representaron en su época avances maravillosos como también causaron miedos supersticiosos, incomprensión y desprecio… La historia tiene sus propios medios de verificación y suelen ser inatacables.

Todo empezó (en esta última etapa que ya tiene 10 años) el día que, observando una escena a través del visor de mi cámara y antes de disparar, vi algo que ya había visto cientos, miles de veces… y no tomé esa fotografía. Este ha sido mi mapa de trabajo desde entonces, salvo ciertas excepciones que siempre uno debe dejar pasar al flujo de trabajo si no quiere ensimismarse y amurallarse.

Por supuesto que hay riesgos, riesgos que corre cualquiera que se aleja del camino más pisado y se adentra por terrenos donde será sorprendido por flora y fauna desconocidas, terrenos que no le sirven de referencia y pueden llevarlo a perderse irremisiblemente en un bosque del que no encontrará salida. Yo prefiero ese riesgo a seguir andando por un camino lleno de señalamientos que le indican a uno -como paseante- dónde están los lugares de interés, el costo de acceso, las cómodas instalaciones y servicios de comida y bebida… Prefiero descubrirlos yo… o perderme en ese bosque que, por desconocido, puede ser maravilloso e invitante a permanecer en él.

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El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)

Otoño 2024

El Museo de Arte de Sonora, Musas, está abierto de miércoles a domingo de 10:00 a 18:00 horas y la admisión general es de $30.00. Los domingos la entrada es gratuita.

Dirección: Bulevar Vildósola y avenida Cultura, colonia Villa de Seris, Hermosillo, Sonora

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No es usual -para mí- que me soliciten generosamente escribir sobre mi propio trabajo. Eso, generalmente, lo hago cuando me comunico a través de mis propias plataformas incluyendo mi página web https://www.ricardoleon.com. Pero, en este caso, en que Alejandra Olay me ha sugerido amablemente escribir para las páginas de Paréntesis de El Sol de Hermosillo sobre nuestra exposición …atrapar el viento, que se encuentra actualmente abierta en MUSAS, de la ciudad de Hermosillo, y en el Marco del XXX Aniversario de Fotoseptiembre y el XV Aniversario de MUSAS, recibo tal invitación agradecido y como un reto divertido y oportuno.

…atrapar el viento es una exposición basada en 60 piezas nuestras resultado de una técnica conocida como ICM (Intentional Camera Movement, por sus siglas en inglés y que se acepta ya como acrónimo internacionalmente para referirse a esa técnica, a ese género, a esa estética y sus códigos).

Esta técnica, que es tan antigua como la fotografía misma, al menos, la que empezó a gozar de portabilidad cuando los fotógrafos pudieron sacar, no sin dificultades, sus cámaras del estudio. Esto, de alguna extraña forma (quizá por los avances técnicos) coincide un poco con el inicio del impresionismo que fue facilitado por la portabilidad de los pigmentos en tubos de plomo y los pintores pudieron sacar sus caballetes (más ligeros para ese propósito) a la calle, el campo, los puertos…

Lee también Paréntesis | Construye Dante Alejandro poemas habitacionales

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)


Pero, a diferencia de la pintura, la fotografía en sus inicios parecía condenada a ser un elemento representacional e informativo de todo aquello que captaba. Por supuesto, la inquietud de muchos creadores de la época que vieron en la fotografía una forma relevante de arte naciendo al mundo decidieron tomarla de esa forma -como un arte, y alejarse de la literalidad que, en sus principios, los fotógrafos parecían perseguir obsesivamente: calcar la realidad aparente tan solo con pulsar un botón o activar un obturador neumático era y fue demasiado tentador: aún persiste esa tendencia obsesiva por la fotografía nítida, aséptica, estéril o, por otro lado, una fotografía tibiamente rebelde que apenas se atreve a intervenir la imagen sin abandonar los elementos reconocibles que la mantendrían en el terreno de lo figurativo, de lo reconocible, de lo aceptado…

Pero tampoco hay grandes secretos en la fotografía ICM. Ésta consiste en mover la cámara frente a una escena determinada mientras el obturador se encuentra abierto. Esto invierte el proceso de fijación de imagen y, en lugar de ser los sujetos que se mueven en la escena los que podrían aparecer barridos por su propio movimiento en el fotograma creado por una cámara fija, es el movimiento de la cámara el que barre esos elementos, los mezcla y arroja resultados pictóricos muy complejos y expresivos. Con este movimiento: luz y sombra, texturas, colores, contraluces, la misma actividad y formas humanas en las calles y en los más diversos ambientes, la arquitectura, el paisaje, todo adquiere significados nuevos y proporciona una forma de acceder a significados inagotables que el observador puede y debe ayudar a definir con su propia experiencia visual, su cultura, su sensibilidad… o la ausencia de todas ellas y enfrentarse a un evento, al menos, novedoso, en su recorrido por las galerías de un museo.

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)

Ciertamente, los movimientos de cámara que esta técnica supone, no son aleatorios. Uno debe observar la escena y tomar decisiones sobre cómo desea, imagina o necesita mezclar sus elementos mediante un movimiento diseñado mentalmente para ese propósito, movimiento que debe poder ser memorizado para poderlo repetir las veces que sea necesario hasta lograr el resultado deseado. Y ese movimiento, por complejo que resulte deberá realizarse -en mi caso- en medio segundo como promedio y, como afirmé anteriormente, debe poder ser repetido desarrollando una memoria muscular lo suficientemente fina como para reproducir los movimientos más sutiles de una cámara (pesada) que se sostiene en el aire. Es decir: la fotografía ICM no es un juego de azar.

Además, requiere un mayor conocimiento de la cámara, de ciertos accesorios que facilitan las exposiciones prolongadas, el impacto del balance de blancos en el resultado, requiere también ciertos hábitos musculares y de observación (uno debe ver la fotografía antes de disparar el obturador) y con todo esto, desarrollar una gran autoridad sobre el equipo fotográfico que uno destina a este género (equipo que suele tener una vida corta por el uso bastante atípico a que es sometido por el movimiento constante y, a veces violento, en forma de tremor o de giros vertiginosos y angulados). La mecánica de la cámara resiente estos gestos y acaba por renunciar… pero es nuestro oficio y nuestra decisión.

Todo lo anterior parecería dicho en dirección de desanimar a cualquiera a adentrarse en esta aventura …pero es todo lo contrario, especialmente tratándose de jóvenes en formación o iniciando su carrera como artistas.

El fotógrafo Ricardo León nos regala un puñado de reflexiones sobre su exposición fotográfica “...atrapar el viento” / Foto: Cortesía | Ricardo León Técnica ICM (Intentional Camera Movement)

En lo personal puedo afirmar que después de años de practicar este género, éste ha impactado mis otros abordajes fotográficos: el retrato, el paisaje, la fotografía escénica y de concierto, mis experimentos con inteligencia artificial, la serie de fotografía infrarroja que se encuentra en proceso. En fin: esta práctica ha liberado mi mente y mis hábitos visuales de una manera muy generosa. No tengo idea si la fotografía resultante sea buena o mala, pero es impecablemente honesta y no pretende seducir a nadie, si alguien siente la necesidad de nombrarla: secesionista, puede hacerlo…quizá tenga razón.

No hablemos de quienes piensan que la verdadera fotografía es la que existe solo en B&N o hecha con película fotosensible o film. No hablemos de quienes rechazan la tecnología olvidando que las primeras cámaras fotográficas fueron en su tiempo maravillas tecnológicas como el cine, como el piano o fonógrafo, las computadoras, los sintetizadores musicales y la grabadoras digitales que ahora son antigüedades y no por no pertenecer a nuestro tiempo vertiginoso no representaron en su época avances maravillosos como también causaron miedos supersticiosos, incomprensión y desprecio… La historia tiene sus propios medios de verificación y suelen ser inatacables.

Todo empezó (en esta última etapa que ya tiene 10 años) el día que, observando una escena a través del visor de mi cámara y antes de disparar, vi algo que ya había visto cientos, miles de veces… y no tomé esa fotografía. Este ha sido mi mapa de trabajo desde entonces, salvo ciertas excepciones que siempre uno debe dejar pasar al flujo de trabajo si no quiere ensimismarse y amurallarse.

Por supuesto que hay riesgos, riesgos que corre cualquiera que se aleja del camino más pisado y se adentra por terrenos donde será sorprendido por flora y fauna desconocidas, terrenos que no le sirven de referencia y pueden llevarlo a perderse irremisiblemente en un bosque del que no encontrará salida. Yo prefiero ese riesgo a seguir andando por un camino lleno de señalamientos que le indican a uno -como paseante- dónde están los lugares de interés, el costo de acceso, las cómodas instalaciones y servicios de comida y bebida… Prefiero descubrirlos yo… o perderme en ese bosque que, por desconocido, puede ser maravilloso e invitante a permanecer en él.

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