El pasado 15 de marzo se realizó la premiación del Concurso del Libro Sonorense (CLS) 2022, y quizá es buen consuelo pensar que valió la espera desde aquel lejano 4 de noviembre del año anterior, fecha en que se anunciaron a las y los ganadores(as), porque el doctor Alfonso Durazo, gobernador del Estado, realizó varias manifestaciones necesarias para darle el justo valor a la producción literaria en la entidad.
El anuncio que más sobresalió fue sin duda la consideración de aumentar, en la edición del año 2024, la bolsa del premio para cada ganador(a) de 60 mil pesos a 250 cincuenta mil, algo que sin duda sería inédito para un concurso estatal y que lo pondría a la par de los poquísimos certámenes nacionales que ofrecen esta cifra, ni siquiera el prestigioso premio de poesía Jaime Sabines llegaría a hacerle sombra.
Y es que, como bien lo remarcó el Gobernador, el proceso creativo es un trabajo que implica 1% de inspiración y 99% de transpiración. La escritura de un libro es un proceso complejo que implica mucho tiempo.
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Creo que el Estado podría afrontar sin ningún problema la asignación anual de un millón y medio de pesos en total por los seis géneros e, incluso, se podría cerrar en 2 millones sumando 500 mil pesos por el de las ediciones.
En este sentido, el siguiente paso lógico sería realizar ajustes a la actual convocatoria, ya que entre otras propuestas el Gobernador puso sobre la mesa la probabilidad de que se concedan tres lugares por género, solo que habría que sopesar si se darán premios en efectivo o tan solo un accésit para publicación, como se acostumbra en los poquísimos certámenes que lo contemplan.
Sea dicho, que este tipo de premiación no es común en el grueso de los concursos literarios en el país, pero bien se podrían, en lugar de esto, sacar nuevas convocatorias para escritores jóvenes e incluso solo para escritoras mujeres, ya que si el premio monetario es tan jugoso, ello propiciará que las y los escritores consolidados participemos y se concentren entre los que somos habituales (se podría incluso ampliar los años de veto, por género, de dos a cuatro años para dar oportunidad a nuevas voces).
De la misma manera, hay que reconocer que la actual administración ya dio un paso firme al modificar el tiempo durante el cual el Instituto Sonorense de Cultura (ISC) ostentará los derechos de autor de las obras del CLS, pasando de un tiempo indefinido a tan solo un año o cuando se agote la edición en sus bodegas o librerías oficiales, lo que ocurra primero, garantizando con ello que las y los autores puedan buscar una reedición en otros lares y de la manera más expedita posible, algo que también se ha trabajado en el área de Literatura del ISC en los contratos de coedición, sobre todo en lo referente a la distribución de ediciones digitales.
También es indudable que habría que tomar medidas que demuestren que este Gobierno no la regateará ni le reducirá el presupuesto a la cultura y asegurarse de que así sea si en el futuro otro grupo político, con intenciones contrarias, asume el poder. Si la Ley de Fomento de la Cultura y Protección del Patrimonio Cultural del Estado contempla ya en su artículo 72 la fomentación de las coediciones (fracción V) y el de organizar concursos anuales (fracción VI), habría que reformarla e incluir un capítulo exclusivo para el CLS, tomando como base sus añejos antecedentes y sus exitosos resultados, que son de orden nacional e internacional.
Es por ello que también la convocatoria debería incluir las fechas exactas o límites para realizar las premiaciones, para los pagos de los estímulos económicos, para que las ediciones queden listas y que se especifique que siempre deberán ser en coedición, en concordancia con lo dictado por la citada ley de cultura (en otros estados esto ya se incluye, como los que organiza el estado de Chiapas) y evitar que se declaren desiertos siempre y cuando el número de participantes alcance una cifra idónea, para evitar la penosa situación que se dio de forma inédita en la edición del año 2019, cuando tan solo dos jurados llegaron a esa sospechosa conclusión en el género de poesía.
Finalmente, debería rebautizarse el concurso bajo el nombre de Abigael Bohórquez, ya que el estado no posee ningún certamen que lleve el mote de nuestro más grande poeta. Algo así como “Concurso del Libro Sonorense Abigael Bohórquez”.
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Quizá en otro momento me anime a ampliar cada uno de estos puntos. Solo queda esperar que, dentro de algunos años, cuando se haga el balance de rigor, se hable de un antes y un después del CLS, obviamente para bien.
*Hugo Medina es licenciado en Literaturas Hispánicas por la Universidad de Sonora y maestro en Letras Españolas por la UNAM. Ha obtenido, en diversas ocasiones, el premio del Concurso del Libro Sonorense en poesía, cuento, ensayo y novela.
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