Benjamín Rosales arribó una tarde a mi lugar de trabajo como un remolino; llegó y todo se transformó con esa energía que lo caracteriza. Hace ya algo que no nos veíamos, aunque nos conocemos de tiempo atrás en aquellos espacios culturales y bohemias artísticas del año 2000.
En aquel entonces me tocó alternar con un joven inquieto, curioso, ávido por aprender de todo lo que le rodeaba. Hoy, a sus 48 años, es un hombre casado, con dos hijos, maestro de artes, soñador inquieto, pero con la misma efervescencia por devorar todo a su paso para ampliar sus aprendizajes de vida y como artista.
Es originario de Puebla de Zaragoza, pero por cuestiones laborales de su padre llegó a Hermosillo a los 4 años de edad y en esta ciudad formalizó toda su actividad académica, hasta llegar a la carrera de Diseño Gráfico en la Universidad del Noroeste.
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A la par de sus estudios profesionales, fue alumno de los maestros Gustavo Osuna y Juan Óscar Félix en los Talleres Libres de la Universidad de Sonora de dibujo y figura humana, donde se fue adentrando a las técnicas de grabado, dibujo, las tintas acuarelas y obviamente, el óleo.
“Esa etapa me marcó mucho y me di cuenta que eso era lo mío y donde supe que jamás iba a dejar de pintar o dibujar”.
En su juventud, a Benjamín le tocó transitar por lugares donde el arte surgía sin condiciones burocráticas, sin ataduras ni métodos; tuvo como maestros aquellos espacios que provocan el exceso y la creatividad, sin que ello mermara su disciplina plástica.
Le apasionaban el inframundo, los travestis, las prostitutas, “andaba entusiasmado con los table dance y pintaba en servilletas a las bailarinas. Son cosas que ya sucedieron en otros años. En el Hermosillo conservador, pero estoy seguro que esa etapa fue parte innegable de mi formación como artista”.
Él mismo describe su arte como provocador, incendiario e iconoclasta desde la perspectiva contemporánea y no niega las influencias creativas aprehendidas de grandes de las artes plásticas como José Luis Cuevas y Pablo Picasso; así como de artistas locales como Sergio Rascón, Saúl Esparza y Roberto Parodi.
Ya inmerso en el mundo cultural y educativo, donde asegura que prevalece el respeto por sus alumnos, transita por el área del diseño gráfico, la arquitectura y la moda, y donde se ha venido descubriendo más como dibujante que pintor con un respeto irrestricto por el arte.
El sello que determina la obra de Rosales, es que en cada una de sus pinturas se aprecia a simple vista su amor por el color, el mar, la tierra, el cielo y los rojos y naranjas de los atardeceres sin igual de este desierto que lo cobijó desde siempre.
“Pinto a cada momento, a cualquier hora que puedo y me identifico mucho con la obra de Picasso, con su sistema de producción de empezar una pieza hasta agotarla”.
El trabajo de Benjamín Rosales, tiene también una singular característica: casi todos sus personajes son masculinos, “me voy mucho por el personaje masculino. A través de sus ojos hay una historia y quizá me dejo llevar por mi parte inconsciente por lo que tengo en mis trabajos pocos protagonistas femeninos”.
Hasta el año 2009 había realizado cerca de 20 exposiciones y desde entonces no había expuesto su obra en lo individual, por lo que “Memoria de lo evidente”, su más reciente trabajo inédito, ha venido tomando forma desde que inició este 2024.
Esta exposición dice, le tomó tiempo concretarse y fue más que nada porque lo organizó todo de manera solitaria, “actualmente no hay respeto por la libertad creativa de los artistas; yo me considero más dibujante que pintor y añado el color para dar forma a la obra. No me considero preciosista; no hago obra por vender, sino que es por mi entero compromiso con el arte y a final de cuentas me siento muy orgulloso de no ser mermado en mis ideales”.
Su amor por el arte le viene desde el primer momento que tuvo conciencia de la luz y el color, aunque asegura que en su familia no hay otras personas que se dediquen a esta disciplina. “A mis hijos les llama mucho la atención el arte y dibujan, pero aun no veo que emprendan un interés por completo”.
Benjamín es un hombre de familia, aunque precisa que en su día a día, siempre tiene algo que hacer, hay muchos compromisos familiares, pero no por ello deja pasar cualquier momento para escribir, dibujar, pintar. Siempre está pensando en pintar, utilizar las técnicas aprendidas para la pintura y el grabado, donde su fuerte es la punta seca, el aguafuerte en metal y en ocasiones practica el linóleo.
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Le gusta participar en todo el proceso de la obra, corta el material con el que enmarca sus obras y disfruta el aroma y el sabor de la madera, le entusiasma mucho la idea de poseer un estilo definido, el cual señala, se ha venido afianzando desde que inicia y desarrolla sus obras, “creo mucho en la idea de traspasar a la técnica correcta. Nunca considero un bosquejo como una obra concluida; lo importante es tomar la idea y desarrollarla. Mi arte es un compromiso que se puede apreciar en la fuerza de la obra”. (Hermosillo, Sonora, octubre de 2024).
Hasta principios de diciembre se podrá apreciar la exposición “Memoria de lo evidente”, de Benjamín Rosales en Distrito 60, bulevar Hidalgo 60 en la colonia Centenario, Hermosillo, Sonora. Entrada gratuita.
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