Paréntesis | Construye Dante Alejandro poemas habitacionales

En esta reseña literaria, el poeta Manuel Parra escribe sobre la limpieza de cristal y concreto en su poemario Suburbio acá, de Dante Alejandro Velázquez

Manuel Parra Aguilar / Colaborador

  · domingo 13 de octubre de 2024

Foto: Cortesía | Manuel Parra Aguilar

“Soy un hombre asimétrico / que a veces derrama de costado / poemas a la ciudad en turno / y ríe de perfil”, dice Dante Alejandro Velázquez en Suburbio acá. Temáticamente, en estos poemas sobresalen los constructores de la ciudad, desde proveedores, arquitectos, albañiles, promotores de viviendas y, por supuesto, quienes habitan los espacios, incluidos aquellos no lugares que señalaba Marc Augé, como jardines y parques públicos. Como dato curioso, la formación profesional de Dante Alejandro es la arquitectura, lo cual se aprecia en la infraestructura referencial a la que el autor acude en varias ocasiones en su libro, toda aquella ingeniería necesaria para la organización de una ciudad.

Suburbio acá no sólo se refiere al gobierno, a las edificaciones, a las empresas, sino a las personas de a pie que hacen posible las construcciones: aquellos obreros que al mezclar cemento, arena y agua unen las piezas para hacer un edificio, construir una avenida, estructurar un parque urbano. Dentro de ese complejo, es un lugar común que alguna compañía empresarial explote no sólo a los empleados, sino incluso a quienes habiten u ocupen esos espacios. En este sentido, los poemas habitacionales se encuentran en un contexto donde al parecer todo es ofertable en vivienda y renta, y lo que puede hacer quien habita es “reír de perfil”, como menciona el autor:

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Foto: Cortesía | Editorial Universidad de Guadalajara

El futuro es tuyo en este exclusivo desarrollo

a sólo veinte kilómetros del hospital y la secundaria.

Los vicios ocultos aparecerán como alimañas

en la tubería de gas y en el salitre de muros y bóvedas

pero te garantizamos el silencio para entonces.

Puedes escoger tu vivienda entre los modelos

Ibiza o Montecarlo, en un coto de malechores o frente al Oxxo,

con vista a la pradera o al baldío del especulador.

Piensa en tu familia.

Ellos lo agradecerán toda su vida.

En esta guasa también se da cita todo aquello que compone el inmueble, más allá de las personas: tuberías, fregaderos, camas, roperos, todas aquellas cosas que de algún modo son parte de quienes habitan los departamentos, las casas e incluso quienes duermen en los parques urbanos. Por obvias razones, estos objetos no pertenecen por completo a quienes habitan.

En Suburbio acá toma sentido crear-construir una ciudad como quien construye un poema, con las emociones, sensaciones y habilidades creativas, incluso con el peligro que ello conlleva: “cada ladrillo suma geometrías”, dice Dante Alejandro, y esto también implica la reflexión de quienes habitarán los espacios, lo que a su vez, conforme avance su crecimiento, complicó la salida:

Cualquiera, hasta el vecino, puede fundar lagunitas en Plaza Patria, en 8 de julio o en Miravalle; dejar varado el tren eléctrico para cancelar la cita y otras diabluras. El cielo emplomado de las cinco p.m. no detiene una ciudad sino cinco millones de impaciencias. En eso puede uno contribuir con distinción. Cualquiera es capaz, no hay instrucciones a seguir. Lo imposible, eso sí, radica en escapar con la misma sagacidad de esta urbe, diestra en florecer.

Es interesante resaltar que se dice escapar, es decir estar fuera del dominio de algo o alguien.

En este libro, Dante Alejandro propone una profunda exploración del contexto en el que se desenvuelve la voz que enuncia. A través de la referencia a la arquitectura, se invita a un encuentro, o mejor dicho, un reencuentro con uno mismo y con los demás.

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Suburbio acá plantea una asimilación y un reconocimiento de las personas, los lugares y esos “no lugares” que, en conjunto, dan forma a la urbe. La obra reflexiona sobre la identidad y las relaciones humanas en un entorno que, a pesar de su desorden, puede ofrecer momentos de conexión y redescubrimiento.

Manuel Parra Aguilar (Hermosillo, Sonora). Maestro en Estudios de Arte y Literatura por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Ha ganado el Premio Internacional de Poesía Jaime Sabines; los Juegos Florales Iberoamericanos Ciudad del Carmen; el Premio Internacional de Poesía Oliverio Girondo, organizado por la Sociedad Argentina de Escritores, SADE; el Premio Nacional de Poesía Amado Nervo; el Premio Nacional de Poesía Alonso Vidal, entre otros. Libros: Los muchachos del Guinness Book, Permanencias, Pertenencias, entre otros. Instagram y Facebook como Manuel Parra Aguilar.

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