Si a alguien le atraen, o deben atraer los archivos, es a las y los historiadores, cuyo quehacer no se explica sin los testimonios del pasado que permiten reconstruir y reinterpretar épocas pretéritas, o, como dice la Dra. Amparo Reyes “acercarte a otras realidades”. Con esta entrega iniciamos una serie de entrevistas a mujeres que trabajan o han trabajado en los archivos de la entidad, colaborando con ello a la rendición de cuentas, el buen gobierno y la conservación de la memoria histórica.
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Habemus archivum
Oriunda de Los Mochis, Sinaloa, pero radicada en Hermosillo al poco de nacer, Amparo Angélica Reyes Gutiérrez estudió la licenciatura en historia en la Universidad de Sonora y fue, precisamente en esos años estudiantiles, que tuvo su primer acercamiento con los archivos: “en abril de 2005, justo el día que eligieron papa a Benedicto XVI, iba yo caminando por la plaza Hidalgo rumbo al archivo saliendo del Colegio de Sonora y escuchaba tocar las campanas de catedral anunciando que ya había papa. Habemus papa”, nos dice. Y es que, por entonces, a la par de sus estudios, era asistente voluntaria (prestadora de servicio social y prácticas profesionales) en El Colegio de Sonora en un proyecto de incursiones apaches a Sonora, por lo que revisó decenas de legajos del siglo XIX para identificar documentos relativos al tema. A su vez, hizo trabajo de investigación para su tesis en diversos acervos, uno de ellos el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Hermosillo. Posterior a sus estudios de licenciatura, estudió la maestría en Ciencias Sociales en El Colegio de Sonora y se doctoró en historia por El Colegio de México, una de las instituciones más prestigiosas del país.
A la pregunta expresa de cuál es, para ella, el mayor valor de los archivos, la Dra. Reyes responde “acercarte a otras realidades, a realidades que ya no existen… vestigios, remanentes de otras vidas del pasado, sea de la índole que sean los archivos… me da un poco de nostalgia saber que eso que está ahí lo escribió una persona que ya falleció, una persona de la que quizá ya nadie se acuerda… por eso para mí el mayor valor es esa conexión que tenemos con personas del pasado”.
Del otro lado del mostrador…
La vida, como siempre, nos sorprende, así, después de más de quince años de ser usuaria en diversos archivos, estatales y nacionales, en octubre de 2021 ingresó al Archivo del Estado de Sonora como jefa del departamento de archivo histórico; es decir, del otro lado del mostrador, donde el desafío ya no es encontrar el documento y analizarlo, sino ponerlo a disposición de los investigadores, y también, como precisa “tratar de conservar el acervo… que sea consultable para las personas, porque se puede hacer solo un trabajo de administrar o clasificar los acervos, pero el mayor reto es tratar que ese archivo llegue a la siguiente generación, porque sabemos que los recursos son limitados y el material para restauración es caro.” Y es que los archivos no le pertenecen al gobierno, ni a nosotros, los que estamos, ni a los que vienen inmediatamente después de nosotros, sino que son una suerte de legado en comodato, que solo nos es prestado, como lo serán para la generación próxima y para todas las venideras.
Las mujeres hacen, y han hecho, archivos
Contrario, por fortuna, a lo que pudiésemos pensar sobre su labor como dirigente de un archivo en tanto mujer (por cierto, la primera jefa del departamento), sus retos no han consistido en la resistencia del personal por aspectos misóginos, sino derivados de la crianza típica del México de los noventas en el que creció, así, nos dice que “si lo vemos desde una propia perspectiva de género, por la propia educación que yo tuve, sesgada de lo que tienen que hacer las niñas y no, yo desconozco muchas cuestiones técnicas de mantenimiento, de goteras, electricidad, que son cosas que se necesitan para el archivo… y a lo mejor yo no puedo ver el peligro, ese es uno de los mayores problemas como mujer, pero del resto yo no he sentido un problema.”
Relacionado a la pregunta, y tomando en cuenta que la mayoría de los archivistas sonorenses del siglo pasado fueron hombres, la entrevistada, como buena historiadora, nos comenta: “los hombres eran la cabeza visible de un equipo de mujeres, generalmente eran las mecanógrafas, las archivistas, o sea las secretarias las que se encargaban de hacer los expedientes, ponerles la carátula, ponerlos en un folder y llevar el orden… quien realmente hacía el trabajo de archivar va a ser una secretaria… entonces de cierta forma la impronta de las mujeres va a ser invisible, como ese trabajo cotidiano que todas hacían, y en conjunto, si vemos el Fondo Gobernadores [1967-1993], yo estoy segura que ese fondo de alguna forma lo hicieron mujeres, desde escribirlos, archivarlos, poner las etiquetas”. a lo anterior agrega que “por eso, un fondo [del Archivo del Estado] que me parece muy interesante es el de nombramientos, me gusta porque da cuenta de todas las funcionarias que han trabajo en el gobierno del estado, desde secretarias, asistentes, etc., y que a veces se invisibilizan porque son estos trabajos que obviamos… por eso creo que más allá de las dirigentes esta este trabajo hormiga que ha permitido hacer acopio de estos acervos”.
Los archivos en Sonora… un llamado
La poca diversidad de archivos en Sonora, comparando la entidad con otras de la república, es evidente, entre otras cosas, dice Reyes, por la baja alfabetización de los sonorenses durante el siglo XIX, lo que limitó, por ejemplo, la correspondencia y redacción de diarios. Además de lo anterior, hay una marcada escasez de acervos, producto de la indolencia de las autoridades y la propia ciudadanía, pero también porque eran considerados, nos dice, “botín de guerra, llegaban en las revoluciones y los quemaban, así los archivos administrativos o parroquiales que pudiera haber se perdieron muchos de ellos”. No obstante, indica que a pesar de ello ha habido esfuerzos por generar acervos, uno de ellos es el propio Archivo del Estado “conformado por remanentes de archivos de prefecturas y de otras dependencias como el ejecutivo”; sin embargo, considera lento el desarrollo archivístico en Sonora, y que, a pesar de los esfuerzos, sigue siendo menor a otros estados de la república, como por ejemplo Oaxaca.
Optimista, la Dra. Reyes ve, en el futuro, mucho más nutridos y diversificados a los archivos sonorenses, principalmente en su versión digital, debido al uso cada vez menor de papel en las oficinas, supliendo oficios por correos electrónicos; no obstante, a su vez será un reto para su trazabilidad o consulta a lo largo de los años, debido al desarrollo de nuevas tecnologías que dejen obsoletos los sistemas y formatos actuales. Y hablando de retos, para ella, uno de los mayores retos actuales es la falta de conciencia, la creencia de que los archivos son depósitos de papeles sin uso, sin valor “la gente desconoce para qué es un archivo… hasta que la gente, las instituciones, tengan conciencia de que el archivo es la memoria que los va a sacar de algún problema, de alguna auditoría… no le darán el valor, pero además en el archivo esta la prueba, el testimonio de lo que se está haciendo”.
Ante esta falta de conciencia, Reyes hace un llamado a las autoridades a “echar una hojeada a la ley de archivos”, que la atiendan, que la cumplan, que regularicen y capaciten al personal y que mejoren la infraestructura. Pero como siempre, la moneda tiene dos caras, y en este caso, una cara son las autoridades y la otra la ciudadanía, ¿no tenemos nosotros también, como ciudadanos, responsabilidad para con los archivos? La Dra. Reyes nos dice que sí, sobre todo en lo que compete a archivos particulares: “Hay un asunto muy importante, de los archivos individuales o personales, yo le pediría a la gente que revise sus cajones, todos tenemos un archivo que da cuenta de nuestra vida, pero también de la historia de la ciudad o la entidad… creo que todos en sus casas tienen documentos valiosos que dan testimonio de la evolución de la ciudad”, a lo anterior, nuestra entrevistada menciona la idea de lanzar una convocatoria, desde el Archivo del Estado, para recibir donaciones de fotografías, postales, cartas, revistas, periódicos o documentos varios, que las personas tengan y quieran poner a disposición y resguardo en el archivo.
Las dispensas matrimoniales… ventana a la intimidad
A la pregunta de cuáles, de todos los diversos documentos a los que ha tenido acceso son sus favoritos, nos responde sin titubeos: “las dispensas parroquiales”, y explica “me encantan esos documentos, porque nos reconstruyen la vida cotidiana de las personas… esas vidas que ya se fueron, esas realidades tan alejadas y que son tan distintas a las nuestras… esos documentos son muy reveladores, son lo más íntimo, algo que nunca se va a revelar en ningún lado, algo que incluso no se hablaba en la historia oral de la familia, pero que queda en esos documentos”. Hay que precisar que, con estas dispensas, la Dra. Reyes ha podido analizar la configuración y reconfiguración de las familias sonorenses en el siglo XIX, sus modos de supervivencia y enfrentamiento a los retos que se les presentaban.
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Conocer los archivos…
Por último, la doctora hace un llamado a conocer los archivos de la ciudad o la entidad, principalmente los históricos que son públicos por naturaleza. En el caso del Archivo del Estado, este se localiza en Garmendia 157, en la colonia Centro, en Hermosillo, con un horario de atención en sala de consulta de 8:30 de la mañana a 2:30 de la tarde, de lunes a viernes. Están a disposición de la ciudadanía más de 12 fondos, con fechas extremas de 1697 a 1993.
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