/ domingo 18 de agosto de 2024

Paréntesis | Es necesario valorar los archivos en todo su ciclo vital

Concepción Moya Grijalva es una de las fundadoras de la Red de Archivistas de Sonora y la tercera entrevistada de la serie “Las mujeres en los archivos de Sonora”

Al preguntarle sobre su documento favorito de alguno de los archivos en los que ha laborado, nos contesta que no es propiamente un documento, sino una ilustración: una litografía del edificio principal de la Universidad de Sonora de la década de 1940, donde la casa de estudios luce impecable, colorida, con verdes pastos y jardines. Su contestación, seguramente, responde al hecho de que fue en la Universidad de Sonora donde se desarrolló profesionalmente, dedicando más de veinte años al archivo histórico de dicha institución, hoy en día Archivo General Universitario.

Lee también: Paréntesis | “Los archivos son patrimonio de las instituciones”

Egresada de la licenciatura en biblioteconomía y archivonomía de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), Concepción Moya Grijalva ha dedicado toda una vida a las bibliotecas y los archivos de Sonora, estudios y experiencia que la han posicionado como un referente del quehacer archivístico en la entidad, ofreciendo cursos, asesorías, talleres y conferencias a personal de muy diversas instituciones. Jubilada de la Unison, ha trabajado como asesora en proyectos para archivos particulares y actualmente se desempeña como Coordinadora de Archivos de El Colegio de Sonora, bajo la figura de prestación de servicios profesionales. Además, Cony, como es conocida, ha formado parte de destacados grupos de trabajo, como el que armonizó la Ley General de Archivos con la Ley de Archivos para el Estado de Sonora, y es una de las fundadoras de la Red de Archivistas de Sonora.

A partir de la Ley de Transparencia y la Ley Federal de Archivos se ha mostrado mayor preocupación por los archivos. / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

De principio a fin…

Cuando la interrogamos sobre el valor de los archivos, Cony precisa que a estos se les debe valorar desde que nacen, no solo cuando se hacen antiguos, es decir, de principio a fin, o, como se diría en el argot archivístico, durante todo el ciclo vital del documento:

“Me he topado en estos 25 años con dos perspectivas muy definidas, la primera es que cuando hablamos de archivos siempre las personas se van en automático a lo histórico, papeles antiguos… papeles que si ahorita estuviéramos haciendo una valoración quizá no hubieran llegado a un archivo histórico, pero que ahorita ya por su antigüedad, por sus características, los consideramos históricos. La segunda es que el archivo administrativo en cualquier fase, ya sea trámite o concentración, casi no se toca cuando hablamos de archivos, la ignoran… cuando iniciamos con el archivo de la Universidad, el proyecto fue hacia la creación del archivo histórico de la Unison, pero nuestro asesor, el Dr. Humberto Monteón, desde un inicio nos dijo: no es nada más recuperar la historia institucional sino trabajar con los archivos desde que se producen, o se reciben, hasta que llegan a esta instancia que sería el archivo histórico.”

Es importante destacar que Cony es nuestra primer entrevistada que no es historiadora, sino, como se dijo, formada en una escuela de biblioteconomía y archivonomía, lo que quizás le permite tener una visión más integral del archivo, lo cual se refleja en su preocupación por todo el ciclo vital del documento o todo el proceso que vive el expediente, y no sólo por su destino final en un archivo histórico. Lo anterior, hay que aclarar, lejos de ser una debilidad, se convierte en una fortaleza, toda vez que un archivo bien trabajado desde su nacimiento en trámite, deviene en archivos históricos ricos en información.

Su pasión: el rescate de archivos

Una de las actividades que más ha disfrutado en su carrera en los archivos han sido los rescates “lo que realmente más me apasiona [son] los rescates de archivo”, nos cuenta con cierta emoción, y recuerda los últimos años de los noventas cuando formó parte del grupo que integró el archivo universitario: “hicimos un diagnóstico para valorar que era más conveniente empezar a traer con nosotros… y aquí un gran reto fue generar confianza de que íbamos a ser un ente responsable de la custodia de esos archivos, que los íbamos a conservar en mejores condiciones de las que estaban.”

El perfil del archivista debe ser una persona sumamente responsable, con un criterio amplio, con ciertos conocimientos en archivos, ganas de aprender y de formarse / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

Dada la importancia de este archivo, y lo detallado con que nuestra entrevistada lo narra, me es imposible no citarla en extenso:

“Empezamos a visitar distintos departamentos… en el almacén de bienes estaban resguardadas en archiveros todas las actas de los inicios de la Unison, las recuperamos, estabilizamos, las microfilmamos y ya después se digitalizaron y están al servicio del público. Durante ese tiempo nos tocó conocer a Esperanza Flores, ella trabajaba en el archivo escolar, y ella así por cuestión meramente sentimental guardaba un montón de documentos… entonces eso nos permitió recuperar parte de la historia universitaria… nos contaba ella que en alguna ocasión llegó el camión de la basura, por allá en los años setentas, y correteó al señor del camión para recuperar los documentos, y los conservaba ahí en su lugar de trabajo y en el momento que nosotros iniciamos nos los entregó y gracias a ella están esos documentos.”

El archivo universitario también cuenta con documentos o fondos incorporados, uno de los que más llamó su atención es “un diploma del licenciado Herminio Ahumada cuando participó en las octavas olimpiadas, justamente en París, me parece muy interesante por el momento que se está viviendo ahorita, ¿Cómo nosotros en la Unison, que en aquella época estaba aparentemente más lejana, tenemos un diploma de una de las primeras olimpiadas? Nos llegó en un estado algo deteriorado… lo estabilizamos y ahí está en el archivo histórico.”

Este inicio en el archivo, y los rescates que tuvieron que hacer en los primeros años, fueron un parteaguas en la vida profesional de Cony, quien dice que “el archivo de la Unison llegó en un momento de mi vida que yo tenía que hacer un cambio en mi desarrollo profesional… fue algo providencial… mi primera actividad para entrar al archivo fue ir a [la ciudad de] México al Primer Congreso Iberoamericano de Archivos…”. Ya de regreso en Hermosillo, nos cuenta que tuvieron que “empezar de cero… nuestra oficina era el Sanborns, ahí inició el primer reglamento del archivo, los manuales de procedimientos, toda esta parte administrativa que teníamos que hacer.”

De los y las archivistas

Sin duda, para los que navegamos en este ambiente de archivos, el Archivo General Universitario y su personal, son ejemplos a seguir, modelos que uno pretende poder alcanzar, por la excelencia lograda y por la ética y responsabilidad con que se han manejado a lo largo de estos años.

Foto: Juan Carlos Holguín / Colaborador

“Yo tengo hasta cierto punto una lucha interna con esto del archivista… desde el punto de vista profesional tendríamos que pensar en un perfil de una persona formada profesionalmente con licenciatura… pero si estamos pensando en que estamos en un estado lejos del centro del país que es donde están las licenciaturas en archivos… el perfil del archivista debe ser una persona sumamente responsable, con un criterio amplio, con ciertos conocimientos en archivos… con ganas de aprender, de formarse…”

Como lo hemos mencionado ya en las entregas anteriores, Cony también coincide en la importancia de la vocación y el compromiso de las y los archivistas; así, nos dice que la persona “tiene que estar sumamente comprometida con su trabajo”, pero, además, debe ser una persona valiente y dispuesta a enfrentar retos, no solamente intelectuales en el sentido de crear catálogos o fichas de valoración, sino también retos físicos. Nos explica: “a mí me apasionan los rescates, cada vez que teníamos que hacer un rescate teníamos que hacer un cuadro de personal y me tocaba gente que, cuando llegábamos al lugar del rescate, se quedaba paralizada y me decía: yo no voy a entrar aquí… hubo personas que no les gustaba ensuciarse, que no les gustaba andar revisando papeles empolvados…”.

De los retos

Para nuestra entrevistada, su primer reto archivístico fue, desde luego, el Archivo de la Unison, donde incluso tuvieron que hacer eventos para habilitar el espacio (comprar aires y estantes), además de dar cursos para generar ingresos. Pero también recuerda una práctica que hicieron en el rescate de un archivo en el sur del estado “fuimos a Bácum y en una bóveda que era de un banco rural, estaba llena de documentos del piso al techo, en sacos en cajas, sueltos… y empezamos a sacar todos esos documentos… estuvimos una semana en jornadas de doce horas diaria haciendo valoración, organización de lo que encontrábamos y logramos sacarlo.” Además de ello, menciona que un reto que dejó mucho aprendizaje fue el salvamento del archivo del ICRESON que sufrió una inundación, por lo que tuvieron que hacer un rescate de emergencia y, oh sorpresa, poco después sufrieron una segunda inundación, a pesar de haberlo trasladado a un área que, les dijeron, era segura para el secado.

En estos retos o experiencias, uno de los grandes aprendizajes, nos dice, fue trabajar con poco presupuesto, un común denominador del quehacer archivístico, aunque, comenta, también ha tenido la oportunidad de desarrollar proyectos donde no hay problema de recursos: “el reto de mayor presupuesto tuvo mucha responsabilidad, porque se trataba de una empresa privada y tenían que cumplir con todas las cuestiones de calidad de una empresa… entonces tenía que quedar un archivo perfectamente organizado, con paredes como debían ser, control de incendios, entre otras cosas… y dejarles al personal capacitado para que le dieran continuidad.”

Foto: Juan Carlos Holguín / Colaborador

Al preguntarle de sus retos en tanto mujer, comenta que no ha tenido ningún problema o inconveniente en ese aspecto “no sé si sea mi carácter, pero nunca me he sentido menos por ser mujer en el ámbito archivístico… afortunadamente nunca he tenido esa experiencia de que por género haya sido discriminada, o al menos yo no me he percatado de ello… no he tenido ningún tipo de discriminación, siempre he sentido que han sido bien acogidas todas las sugerencias que he vertido en este campo.”

Sin embargo, y si bien no ha sufrido misoginia, es enfática al comentar que a pesar de que hay muchas mujeres laborando en los archivos de Sonora, prácticamente no las hay en niveles directivos: “se ha revalorizado, se le ha dado un giro, antes decías archivos y eran papeles antiguos y ahora es archivos como todo un sistema institucional… entonces cuando tu piensas en un sistema institucional, generalmente sí ponen a una persona masculina en la dirección… de director hombre y para abajo mujeres… sí hay mujeres responsables de archivos, pero no como responsables de toda una entidad de archivos… ahí sí me ha tocado ver más directores que directoras.”

De lo archivística en Sonora

De su opinión sobre el desarrollo de los archivos en Sonora, señala que “hubo un momento de distensión en los años setentas o finales de los sesenta, que es cuando mayor desorden encontramos en los archivos, metían los documentos sin ningún orden… empezaron los famosos minutarios que ya sabemos que no son útiles… luego, en los ochentas que vino el AGN, comenzaron a cobrar importancia… pero también me tocó ver tirar cajas de documentos sin revisar.”

No fue, nos dice, sino a partir de la Ley de Transparencia y la Ley Federal de Archivos que comenzaron los sujetos obligados a mostrar mayor preocupación “tuvimos experiencias muy gratificantes, por ejemplo, con la Conagua, con el Consejo Estatal Electoral, con la PGR, la CFE, entre otras. Hubo en Sonora, específicamente en Hermosillo, ese interés porque los archivos tuvieran el valor… hemos trabajado incluso con Baja California, la Baja sur, Chihuahua… y sí, creo que hoy por hoy los archivos tienen una mayor importancia.”

No obstante, indica que a pesar del desarrollo y de la promulgación de la ley de archivos de Sonora de 2020 “el mayor reto es consolidar los SIA [sistemas institucionales de archivos], que tanto queremos que estén consolidados, reconocer la importancia de la capacitación del personal y del perfil… pero más importante el SIA porque si consolidamos los sistemas vamos a cumplir con la ley.”

Libros cerrados

En cuanto a las autoridades Cony menciona que solo les pediría “presupuesto”, mientras que a la ciudadanía les pide “que se acerquen a los archivos históricos, que son los públicos, que nos ayuden a fortalecerlos a través del conocimiento de la historia, de nuestra comunidad”, y agrega a manera de recomendación: “tendríamos que hacer una mayor difusión de documentos interesantes que podrían despertar el interés de la población en general, realizar visitas guiadas de estudiantes, desde el kínder hasta la preparatoria… hacer jornadas de formación de usuarios, cómo manejar los documentos, qué pueden encontrar. Si los queremos tener resguardados, sin que los conozca o consulte la sociedad, es como un libro cerrado.”

Todavía existe la idea que es un archivo se compone solo de papeles antiguos, pero en la actualidad los archivos se ven como todo un sistema institucional / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

Para la posteridad

Si algo caracteriza a Cony, es su gusto y facilidad por enseñar, quienes la conocemos creo que coincidiríamos en que quizá otra de sus pasiones sea la docencia, en este sentido, de sus incursiones como instructora comenta: “al principio nos daba muchísimo miedo, la primera vez que subimos a dar una conferencia fue en Puebla y recuerdo que fue un choque… [después] nos han solicitado innumerables cursos y, de un grupo de 30, con uno o dos que repliquen lo que nosotros hacemos para mí ya es un éxito…”

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En tanto buena archivista, una de sus preocupaciones es la mala administración de archivos que se refleja en la acumulación, muchas veces irracional, de documentos. Al respecto nos dice: “en nuestra primera incursión en los archivos de la universidad leíamos todo y te dabas cuenta que todos los asuntos le llegaban al rector, ahorita no le va a llegar un oficio de que el estudiante fulano de tal se está haciendo la pinta… o se tomó el alcohol del laboratorio de química y un sinfín de asuntos… pero ahí están esos documentos”; por lo que recomienda, con especial énfasis a todos las y los encargados de archivos, realizar fichas de valoración correctas para determinar “qué es interesante dejar para la posteridad, porque muchas veces no eliminamos por temor y se acumulan tanto los documentos que no sabemos qué hacer con ellos… producimos más de lo que podemos administrar.

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Al preguntarle sobre su documento favorito de alguno de los archivos en los que ha laborado, nos contesta que no es propiamente un documento, sino una ilustración: una litografía del edificio principal de la Universidad de Sonora de la década de 1940, donde la casa de estudios luce impecable, colorida, con verdes pastos y jardines. Su contestación, seguramente, responde al hecho de que fue en la Universidad de Sonora donde se desarrolló profesionalmente, dedicando más de veinte años al archivo histórico de dicha institución, hoy en día Archivo General Universitario.

Lee también: Paréntesis | “Los archivos son patrimonio de las instituciones”

Egresada de la licenciatura en biblioteconomía y archivonomía de la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA), Concepción Moya Grijalva ha dedicado toda una vida a las bibliotecas y los archivos de Sonora, estudios y experiencia que la han posicionado como un referente del quehacer archivístico en la entidad, ofreciendo cursos, asesorías, talleres y conferencias a personal de muy diversas instituciones. Jubilada de la Unison, ha trabajado como asesora en proyectos para archivos particulares y actualmente se desempeña como Coordinadora de Archivos de El Colegio de Sonora, bajo la figura de prestación de servicios profesionales. Además, Cony, como es conocida, ha formado parte de destacados grupos de trabajo, como el que armonizó la Ley General de Archivos con la Ley de Archivos para el Estado de Sonora, y es una de las fundadoras de la Red de Archivistas de Sonora.

A partir de la Ley de Transparencia y la Ley Federal de Archivos se ha mostrado mayor preocupación por los archivos. / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

De principio a fin…

Cuando la interrogamos sobre el valor de los archivos, Cony precisa que a estos se les debe valorar desde que nacen, no solo cuando se hacen antiguos, es decir, de principio a fin, o, como se diría en el argot archivístico, durante todo el ciclo vital del documento:

“Me he topado en estos 25 años con dos perspectivas muy definidas, la primera es que cuando hablamos de archivos siempre las personas se van en automático a lo histórico, papeles antiguos… papeles que si ahorita estuviéramos haciendo una valoración quizá no hubieran llegado a un archivo histórico, pero que ahorita ya por su antigüedad, por sus características, los consideramos históricos. La segunda es que el archivo administrativo en cualquier fase, ya sea trámite o concentración, casi no se toca cuando hablamos de archivos, la ignoran… cuando iniciamos con el archivo de la Universidad, el proyecto fue hacia la creación del archivo histórico de la Unison, pero nuestro asesor, el Dr. Humberto Monteón, desde un inicio nos dijo: no es nada más recuperar la historia institucional sino trabajar con los archivos desde que se producen, o se reciben, hasta que llegan a esta instancia que sería el archivo histórico.”

Es importante destacar que Cony es nuestra primer entrevistada que no es historiadora, sino, como se dijo, formada en una escuela de biblioteconomía y archivonomía, lo que quizás le permite tener una visión más integral del archivo, lo cual se refleja en su preocupación por todo el ciclo vital del documento o todo el proceso que vive el expediente, y no sólo por su destino final en un archivo histórico. Lo anterior, hay que aclarar, lejos de ser una debilidad, se convierte en una fortaleza, toda vez que un archivo bien trabajado desde su nacimiento en trámite, deviene en archivos históricos ricos en información.

Su pasión: el rescate de archivos

Una de las actividades que más ha disfrutado en su carrera en los archivos han sido los rescates “lo que realmente más me apasiona [son] los rescates de archivo”, nos cuenta con cierta emoción, y recuerda los últimos años de los noventas cuando formó parte del grupo que integró el archivo universitario: “hicimos un diagnóstico para valorar que era más conveniente empezar a traer con nosotros… y aquí un gran reto fue generar confianza de que íbamos a ser un ente responsable de la custodia de esos archivos, que los íbamos a conservar en mejores condiciones de las que estaban.”

El perfil del archivista debe ser una persona sumamente responsable, con un criterio amplio, con ciertos conocimientos en archivos, ganas de aprender y de formarse / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

Dada la importancia de este archivo, y lo detallado con que nuestra entrevistada lo narra, me es imposible no citarla en extenso:

“Empezamos a visitar distintos departamentos… en el almacén de bienes estaban resguardadas en archiveros todas las actas de los inicios de la Unison, las recuperamos, estabilizamos, las microfilmamos y ya después se digitalizaron y están al servicio del público. Durante ese tiempo nos tocó conocer a Esperanza Flores, ella trabajaba en el archivo escolar, y ella así por cuestión meramente sentimental guardaba un montón de documentos… entonces eso nos permitió recuperar parte de la historia universitaria… nos contaba ella que en alguna ocasión llegó el camión de la basura, por allá en los años setentas, y correteó al señor del camión para recuperar los documentos, y los conservaba ahí en su lugar de trabajo y en el momento que nosotros iniciamos nos los entregó y gracias a ella están esos documentos.”

El archivo universitario también cuenta con documentos o fondos incorporados, uno de los que más llamó su atención es “un diploma del licenciado Herminio Ahumada cuando participó en las octavas olimpiadas, justamente en París, me parece muy interesante por el momento que se está viviendo ahorita, ¿Cómo nosotros en la Unison, que en aquella época estaba aparentemente más lejana, tenemos un diploma de una de las primeras olimpiadas? Nos llegó en un estado algo deteriorado… lo estabilizamos y ahí está en el archivo histórico.”

Este inicio en el archivo, y los rescates que tuvieron que hacer en los primeros años, fueron un parteaguas en la vida profesional de Cony, quien dice que “el archivo de la Unison llegó en un momento de mi vida que yo tenía que hacer un cambio en mi desarrollo profesional… fue algo providencial… mi primera actividad para entrar al archivo fue ir a [la ciudad de] México al Primer Congreso Iberoamericano de Archivos…”. Ya de regreso en Hermosillo, nos cuenta que tuvieron que “empezar de cero… nuestra oficina era el Sanborns, ahí inició el primer reglamento del archivo, los manuales de procedimientos, toda esta parte administrativa que teníamos que hacer.”

De los y las archivistas

Sin duda, para los que navegamos en este ambiente de archivos, el Archivo General Universitario y su personal, son ejemplos a seguir, modelos que uno pretende poder alcanzar, por la excelencia lograda y por la ética y responsabilidad con que se han manejado a lo largo de estos años.

Foto: Juan Carlos Holguín / Colaborador

“Yo tengo hasta cierto punto una lucha interna con esto del archivista… desde el punto de vista profesional tendríamos que pensar en un perfil de una persona formada profesionalmente con licenciatura… pero si estamos pensando en que estamos en un estado lejos del centro del país que es donde están las licenciaturas en archivos… el perfil del archivista debe ser una persona sumamente responsable, con un criterio amplio, con ciertos conocimientos en archivos… con ganas de aprender, de formarse…”

Como lo hemos mencionado ya en las entregas anteriores, Cony también coincide en la importancia de la vocación y el compromiso de las y los archivistas; así, nos dice que la persona “tiene que estar sumamente comprometida con su trabajo”, pero, además, debe ser una persona valiente y dispuesta a enfrentar retos, no solamente intelectuales en el sentido de crear catálogos o fichas de valoración, sino también retos físicos. Nos explica: “a mí me apasionan los rescates, cada vez que teníamos que hacer un rescate teníamos que hacer un cuadro de personal y me tocaba gente que, cuando llegábamos al lugar del rescate, se quedaba paralizada y me decía: yo no voy a entrar aquí… hubo personas que no les gustaba ensuciarse, que no les gustaba andar revisando papeles empolvados…”.

De los retos

Para nuestra entrevistada, su primer reto archivístico fue, desde luego, el Archivo de la Unison, donde incluso tuvieron que hacer eventos para habilitar el espacio (comprar aires y estantes), además de dar cursos para generar ingresos. Pero también recuerda una práctica que hicieron en el rescate de un archivo en el sur del estado “fuimos a Bácum y en una bóveda que era de un banco rural, estaba llena de documentos del piso al techo, en sacos en cajas, sueltos… y empezamos a sacar todos esos documentos… estuvimos una semana en jornadas de doce horas diaria haciendo valoración, organización de lo que encontrábamos y logramos sacarlo.” Además de ello, menciona que un reto que dejó mucho aprendizaje fue el salvamento del archivo del ICRESON que sufrió una inundación, por lo que tuvieron que hacer un rescate de emergencia y, oh sorpresa, poco después sufrieron una segunda inundación, a pesar de haberlo trasladado a un área que, les dijeron, era segura para el secado.

En estos retos o experiencias, uno de los grandes aprendizajes, nos dice, fue trabajar con poco presupuesto, un común denominador del quehacer archivístico, aunque, comenta, también ha tenido la oportunidad de desarrollar proyectos donde no hay problema de recursos: “el reto de mayor presupuesto tuvo mucha responsabilidad, porque se trataba de una empresa privada y tenían que cumplir con todas las cuestiones de calidad de una empresa… entonces tenía que quedar un archivo perfectamente organizado, con paredes como debían ser, control de incendios, entre otras cosas… y dejarles al personal capacitado para que le dieran continuidad.”

Foto: Juan Carlos Holguín / Colaborador

Al preguntarle de sus retos en tanto mujer, comenta que no ha tenido ningún problema o inconveniente en ese aspecto “no sé si sea mi carácter, pero nunca me he sentido menos por ser mujer en el ámbito archivístico… afortunadamente nunca he tenido esa experiencia de que por género haya sido discriminada, o al menos yo no me he percatado de ello… no he tenido ningún tipo de discriminación, siempre he sentido que han sido bien acogidas todas las sugerencias que he vertido en este campo.”

Sin embargo, y si bien no ha sufrido misoginia, es enfática al comentar que a pesar de que hay muchas mujeres laborando en los archivos de Sonora, prácticamente no las hay en niveles directivos: “se ha revalorizado, se le ha dado un giro, antes decías archivos y eran papeles antiguos y ahora es archivos como todo un sistema institucional… entonces cuando tu piensas en un sistema institucional, generalmente sí ponen a una persona masculina en la dirección… de director hombre y para abajo mujeres… sí hay mujeres responsables de archivos, pero no como responsables de toda una entidad de archivos… ahí sí me ha tocado ver más directores que directoras.”

De lo archivística en Sonora

De su opinión sobre el desarrollo de los archivos en Sonora, señala que “hubo un momento de distensión en los años setentas o finales de los sesenta, que es cuando mayor desorden encontramos en los archivos, metían los documentos sin ningún orden… empezaron los famosos minutarios que ya sabemos que no son útiles… luego, en los ochentas que vino el AGN, comenzaron a cobrar importancia… pero también me tocó ver tirar cajas de documentos sin revisar.”

No fue, nos dice, sino a partir de la Ley de Transparencia y la Ley Federal de Archivos que comenzaron los sujetos obligados a mostrar mayor preocupación “tuvimos experiencias muy gratificantes, por ejemplo, con la Conagua, con el Consejo Estatal Electoral, con la PGR, la CFE, entre otras. Hubo en Sonora, específicamente en Hermosillo, ese interés porque los archivos tuvieran el valor… hemos trabajado incluso con Baja California, la Baja sur, Chihuahua… y sí, creo que hoy por hoy los archivos tienen una mayor importancia.”

No obstante, indica que a pesar del desarrollo y de la promulgación de la ley de archivos de Sonora de 2020 “el mayor reto es consolidar los SIA [sistemas institucionales de archivos], que tanto queremos que estén consolidados, reconocer la importancia de la capacitación del personal y del perfil… pero más importante el SIA porque si consolidamos los sistemas vamos a cumplir con la ley.”

Libros cerrados

En cuanto a las autoridades Cony menciona que solo les pediría “presupuesto”, mientras que a la ciudadanía les pide “que se acerquen a los archivos históricos, que son los públicos, que nos ayuden a fortalecerlos a través del conocimiento de la historia, de nuestra comunidad”, y agrega a manera de recomendación: “tendríamos que hacer una mayor difusión de documentos interesantes que podrían despertar el interés de la población en general, realizar visitas guiadas de estudiantes, desde el kínder hasta la preparatoria… hacer jornadas de formación de usuarios, cómo manejar los documentos, qué pueden encontrar. Si los queremos tener resguardados, sin que los conozca o consulte la sociedad, es como un libro cerrado.”

Todavía existe la idea que es un archivo se compone solo de papeles antiguos, pero en la actualidad los archivos se ven como todo un sistema institucional / Foto: Cortesía | Juan Carlos Holguín

Para la posteridad

Si algo caracteriza a Cony, es su gusto y facilidad por enseñar, quienes la conocemos creo que coincidiríamos en que quizá otra de sus pasiones sea la docencia, en este sentido, de sus incursiones como instructora comenta: “al principio nos daba muchísimo miedo, la primera vez que subimos a dar una conferencia fue en Puebla y recuerdo que fue un choque… [después] nos han solicitado innumerables cursos y, de un grupo de 30, con uno o dos que repliquen lo que nosotros hacemos para mí ya es un éxito…”

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En tanto buena archivista, una de sus preocupaciones es la mala administración de archivos que se refleja en la acumulación, muchas veces irracional, de documentos. Al respecto nos dice: “en nuestra primera incursión en los archivos de la universidad leíamos todo y te dabas cuenta que todos los asuntos le llegaban al rector, ahorita no le va a llegar un oficio de que el estudiante fulano de tal se está haciendo la pinta… o se tomó el alcohol del laboratorio de química y un sinfín de asuntos… pero ahí están esos documentos”; por lo que recomienda, con especial énfasis a todos las y los encargados de archivos, realizar fichas de valoración correctas para determinar “qué es interesante dejar para la posteridad, porque muchas veces no eliminamos por temor y se acumulan tanto los documentos que no sabemos qué hacer con ellos… producimos más de lo que podemos administrar.

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