Helga Krebs fue una artista migrante. Las personas y familias emigran por diferentes motivos, algunos de ellos son la búsqueda de oportunidades laborales, las crisis provocadas por cambios medioambientales, y en el caso de nuestra autora, primero desde Alemania su país de origen, hacia Chile por la crisis económica de entreguerras; años después a México y Sonora, huyendo de las primeras persecuciones políticas al comienzo de la dictadura militar en Chile del año 1973.
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Helga desarrolló un pensamiento crítico influenciado por el socialismo de la Revolución cubana y otras corrientes teóricas latinoamericanas. Mediante entrevistas que le hicieron en su primera etapa como artista, señaló diferentes tipos de desigualdades relacionadas con la racialización indígena y la lucha de clases. A su llegada a México denunció enérgicamente las diferentes violaciones a los derechos humanos que sucedían en Chile, representó en su obra al dictador caído, burlado y las víctimas de su violencia reivindicadas, desde una perspectiva histórica, proyectando la esperanza puesta en la justicia que llegaría con el tiempo.
Más adelante, en medio de la “estética de crisis permanente” que caracterizó al arte contemporáneo en Latinoamérica por la búsqueda de un estilo propio, y en confrontación con el neocolonialismo europeo y norteamericano, las experiencias de la autora situadas en Sonora, serán determinantes en su proceso como artista, y por otro lado en su transitar al campo artístico e intelectual que la recibió y del que formó parte, influyó con su trabajo a nivel local en el proyecto de descentralización cultural que se implementó como política pública a nivel nacional, en la década de 1980.
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Helga construyó buena parte de su discurso artístico desde Sonora, en los márgenes de los centros creadores de tendencias dominantes en el arte, creó narrativas propias en cuanto a temas internacionales de los que estaba bien informada, entre ellos el feminismo, las perversiones del poder político, los efectos de la crisis medioambiental y en particular, las relaciones antiespecistas entre humanos y animales con la tecnología. En mi opinión logró fusionar como lo vemos en sus personajes, el futuro cyborg en el que nos hemos convertido, definido en parte por nuestra doble presencia de límites cada vez más difusos entre las realidades física y virtual.
Su sagacidad moldeada por la autocrítica, la acompañó hasta el final de sus días, acordó como título de una de sus últimas exposiciones “Escarben debajo de mi sombra” con la certeza de que su obra en adelante y como parte de la historia del arte, sería reinterpretada desde diferentes perspectivas y abordajes, dando luz a los análisis de los nuevos acontecimientos globales.
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