/ domingo 2 de junio de 2024

Paréntesis | La arqueóloga de La Pintada

Elisa Villalpando rinde un homenaje póstumo a Eréndira Contreras con una crónica donde nos cuenta sobre sus aportaciones y la calidad humana que le distinguió

Eréndira Contreras Barragán, Blanca Eréndira en los documentos oficiales, la Eréndira en sonorense, nació en la Ciudad de México cuando aún era el Distrito Federal de mediados de los años cincuenta. Fue una niña pianista que pasaba largas horas practicando y una educadora muy joven que nunca perdió la habilidad de interactuar con las infancias durante su vida profesional. Como veinteañera formó además parte de la compañía de teatro infantil Serendipity (Teatro con Duende) de Jorge Ramos, siendo famosa a principios de los años ochenta en su personificación de diabla en la pastorela “Nochebuena Mexicana”.

Se incorporó a la arqueología después de un campamento de verano que la condujo a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Ya egresada de la ENAH, desde la casa familiar en Villa Coapa, sorteaba la capital para manejar hasta Teotihuacán donde estuvo trabajando en el análisis de la lítica tallada, es decir, de las herramientas de piedra, especialmente de obsidiana, en lo cual fue una experta. Se casó, tuvo un hijo, César Alejandro, y una hija, Ireri Adriana, y se trasladó a Sonora en 1990 con una comisión de trabajo de la Dirección de Estudios Prehispánicos del INAH y con los materiales líticos teotihuacanos que estaba trabajando para su tesis de licenciatura.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

Lee también: Paréntesis | La Tregua, polígono de lectura en Hermosillo

Ya que llegaba como la esposa del director del Centro Regional Sonora, quiso romper con los perjuicios de ser vista sólo como eso, por lo que se dedicó “a camarearla” [Eréndira dixit] con quienes conformaban el Centro y el Museo Regional de Sonora. Por su carácter tan simpático y bromista pronto fue aceptada por todas y todos, incluso, organizó la puesta en escena de la primera pastorela del INAH Sonora, con la participación de personal de custodia, de investigación, administración, hijos, e incluso, el propio director en el papel de San José.

La lítica teotihuacana quedó en receso cuando en 1995 se incorporó al proyecto de excavaciones de Cerro de Trincheras bajo la dirección de Randy McGuire y mía. Hizo equipo con Júpiter Martínez en la excavación de La Cancha y por supuesto, comandaba la parte mexicana de pasantes de arqueología en las desveladas (ya medio dormida), fiestas, serenatas, bromas a Randy, entre otras, por el llenado de los formatos de control de bolsas de excavación. De las dos temporadas en Trincheras surgió una amistad de largo aliento con gran parte de los y las participantes del proyecto, tanto gringos como mexicanos.

En 1996 decidió que Teotihuacán ya no estaba entre sus prioridades y mejor la tesis la haría sobre la lítica de Cerro de Trincheras, encargándose de su análisis por los siguientes años, al tiempo que empezaba a interesarse más y más en la gráfica rupestre sonorense, publicando en la revista Noroeste de México una propuesta de regionalización sobre el arte rupestre de Sonora.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

Fue la organizadora de los talleres de arqueología para niños del Museo de Sonora, convenciéndonos, como Sección de Arqueología, de participar en las pláticas previas y el monitoreo de las “áreas de excavación” en el patio del primer nivel de la Antigua Penitenciaría. Nadie se escapaba de recibir una encomienda y la verdad, es que además de divulgar, nos divertíamos mucho con sus ocurrencias. Fue de tanto impacto ese primer taller de verano, que por los años siguientes se replicó en el Museo, incorporándose el área de antropología y el personal de servicios educativos, con actividades que destacaban la importancia de los grupos originarios del territorio sonorense.

En 2006, la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH designó dos zonas arqueológicas para abrirse a la visita pública en Sonora, una de ellas fue La Pintada y le fue encomendado a Eréndira hacerse cargo de tal proceso. En La Pintada no había realmente una investigación arqueológica previa y sí mucho vandalismo, por lo que el proceso de apertura tuvo una vertiente de investigación y una de conservación a cargo de Sandra Cruz, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural. Eréndira desplegó entonces todas sus habilidades de experiencias previas en educación, divulgación y gestión: implementó talleres para capacitar a los numerosos grupos de voluntarios que se incorporaron a la conservación y restauración de la gráfica rupestre cubierta de grafitis y manchas de pintura.

Coordinó además el registro pormenorizado de los diseños presentes en el cañón de La Pintada y en años más recientes, los de la Sierra Libre. Muchas y muchos arqueólogos pasaron por el proyecto hasta consolidar el team La Pintada. Manuel Graniel fue desde 2008 su primer escudero y Kanek Ramírez se incorporó en 2012. Con ellos logró no solo el registro de las manifestaciones gráfico-rupestres y la excavación de campamentos, sino el diseño y creación de la infraestructura de visita, andador y unidad básica de servicios, que lamentablemente fue saqueada y los andadores afectados por factores meteorológicos.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

En 2008 Eréndira aceptó organizar el evento La Noche de las Estrellas en La Pintada y nuevamente, nos involucró a todas y todos. Previo a la noche de observación astronómica organizó conferencias desde el mes de diciembre, con la participación de astrónomos, historiadores, antropólogos y arqueólogos y el 31 de enero de 2009, desde las dos de la tarde se estuvieron recibiendo visitantes transportados en autobuses que salían del estacionamiento del gimnasio universitario. En el sitio, en tres distintos escenarios se recibía información arqueológica, se realizaba observación solar con telescopio y representantes de las etnias comca’ac y pimas vendían alimentos y artesanías, mientras en grupos pequeños se recorría el cañón para apreciar la gráfica rupestre. Hasta las 11 de la noche se recibieron visitantes y los astrónomos colaboradores mostraron las constelaciones con sus potentes telescopios, mientras se escuchaban de tanto en tanto cantos tradicionales comca’ac. Fue ciertamente una experiencia maravillosa en la que la Eréndira -muy buena para eso-, involucró a todo el INAH Sonora, terminando agotados, pero felices de haber participado.

Durante los años siguientes, La Pintada quedó limpia de grafitis gracias a la labor de las y los restauradores. Pero esto no hubiera sido posible sin la paciencia y el esfuerzo de decenas de personas que en trabajo voluntario fueron coordinadas por Eréndira, que por eso ha sido conocida como “la arqueóloga de La Pintada”. Muchísimas conferencias, ponencias y una que otra publicación dan cuenta de casi veinte años de presencia de Eréndira en La Pintada.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

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Su participación en el Colectivo MujerINAHs fue fundamental en La EsquINAH Violeta. Nadie como ella para narrar los cuentos que eligió, con perspectiva de género, para sensibilizar a las infancias por la igualdad y la no violencia hacia mujeres y niñas. La pandemia nos impidió seguir gozando de sus habilidades histriónicas en el Museo Regional de Sonora, porque eso fue también, una divulgadora innata, una gestora para ella y los demás, una apasionada de la música darketa y Debussy, una buena consejera, a veces también una impertinente y la única que me decía, “vengo a que me regañes” cuando sabía que algo no había hecho bien.

Se dice que serendipia es alegría, pasión por el trabajo, feliz encuentro, se define también como la fuerza misteriosa del destino; yo creo que, para Eréndira, La Pintada fue su serendipia, encontró en ese lugar, su lugar, cerrando un círculo que se había empezado a trazar desde mucho antes de llegar a Sonora. La fragilidad de la vida nos ha tomado por sorpresa, por eso la vamos a extrañar muchísimo.

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Eréndira Contreras Barragán, Blanca Eréndira en los documentos oficiales, la Eréndira en sonorense, nació en la Ciudad de México cuando aún era el Distrito Federal de mediados de los años cincuenta. Fue una niña pianista que pasaba largas horas practicando y una educadora muy joven que nunca perdió la habilidad de interactuar con las infancias durante su vida profesional. Como veinteañera formó además parte de la compañía de teatro infantil Serendipity (Teatro con Duende) de Jorge Ramos, siendo famosa a principios de los años ochenta en su personificación de diabla en la pastorela “Nochebuena Mexicana”.

Se incorporó a la arqueología después de un campamento de verano que la condujo a la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH). Ya egresada de la ENAH, desde la casa familiar en Villa Coapa, sorteaba la capital para manejar hasta Teotihuacán donde estuvo trabajando en el análisis de la lítica tallada, es decir, de las herramientas de piedra, especialmente de obsidiana, en lo cual fue una experta. Se casó, tuvo un hijo, César Alejandro, y una hija, Ireri Adriana, y se trasladó a Sonora en 1990 con una comisión de trabajo de la Dirección de Estudios Prehispánicos del INAH y con los materiales líticos teotihuacanos que estaba trabajando para su tesis de licenciatura.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

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Ya que llegaba como la esposa del director del Centro Regional Sonora, quiso romper con los perjuicios de ser vista sólo como eso, por lo que se dedicó “a camarearla” [Eréndira dixit] con quienes conformaban el Centro y el Museo Regional de Sonora. Por su carácter tan simpático y bromista pronto fue aceptada por todas y todos, incluso, organizó la puesta en escena de la primera pastorela del INAH Sonora, con la participación de personal de custodia, de investigación, administración, hijos, e incluso, el propio director en el papel de San José.

La lítica teotihuacana quedó en receso cuando en 1995 se incorporó al proyecto de excavaciones de Cerro de Trincheras bajo la dirección de Randy McGuire y mía. Hizo equipo con Júpiter Martínez en la excavación de La Cancha y por supuesto, comandaba la parte mexicana de pasantes de arqueología en las desveladas (ya medio dormida), fiestas, serenatas, bromas a Randy, entre otras, por el llenado de los formatos de control de bolsas de excavación. De las dos temporadas en Trincheras surgió una amistad de largo aliento con gran parte de los y las participantes del proyecto, tanto gringos como mexicanos.

En 1996 decidió que Teotihuacán ya no estaba entre sus prioridades y mejor la tesis la haría sobre la lítica de Cerro de Trincheras, encargándose de su análisis por los siguientes años, al tiempo que empezaba a interesarse más y más en la gráfica rupestre sonorense, publicando en la revista Noroeste de México una propuesta de regionalización sobre el arte rupestre de Sonora.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

Fue la organizadora de los talleres de arqueología para niños del Museo de Sonora, convenciéndonos, como Sección de Arqueología, de participar en las pláticas previas y el monitoreo de las “áreas de excavación” en el patio del primer nivel de la Antigua Penitenciaría. Nadie se escapaba de recibir una encomienda y la verdad, es que además de divulgar, nos divertíamos mucho con sus ocurrencias. Fue de tanto impacto ese primer taller de verano, que por los años siguientes se replicó en el Museo, incorporándose el área de antropología y el personal de servicios educativos, con actividades que destacaban la importancia de los grupos originarios del territorio sonorense.

En 2006, la Coordinación Nacional de Arqueología del INAH designó dos zonas arqueológicas para abrirse a la visita pública en Sonora, una de ellas fue La Pintada y le fue encomendado a Eréndira hacerse cargo de tal proceso. En La Pintada no había realmente una investigación arqueológica previa y sí mucho vandalismo, por lo que el proceso de apertura tuvo una vertiente de investigación y una de conservación a cargo de Sandra Cruz, restauradora de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural. Eréndira desplegó entonces todas sus habilidades de experiencias previas en educación, divulgación y gestión: implementó talleres para capacitar a los numerosos grupos de voluntarios que se incorporaron a la conservación y restauración de la gráfica rupestre cubierta de grafitis y manchas de pintura.

Coordinó además el registro pormenorizado de los diseños presentes en el cañón de La Pintada y en años más recientes, los de la Sierra Libre. Muchas y muchos arqueólogos pasaron por el proyecto hasta consolidar el team La Pintada. Manuel Graniel fue desde 2008 su primer escudero y Kanek Ramírez se incorporó en 2012. Con ellos logró no solo el registro de las manifestaciones gráfico-rupestres y la excavación de campamentos, sino el diseño y creación de la infraestructura de visita, andador y unidad básica de servicios, que lamentablemente fue saqueada y los andadores afectados por factores meteorológicos.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

En 2008 Eréndira aceptó organizar el evento La Noche de las Estrellas en La Pintada y nuevamente, nos involucró a todas y todos. Previo a la noche de observación astronómica organizó conferencias desde el mes de diciembre, con la participación de astrónomos, historiadores, antropólogos y arqueólogos y el 31 de enero de 2009, desde las dos de la tarde se estuvieron recibiendo visitantes transportados en autobuses que salían del estacionamiento del gimnasio universitario. En el sitio, en tres distintos escenarios se recibía información arqueológica, se realizaba observación solar con telescopio y representantes de las etnias comca’ac y pimas vendían alimentos y artesanías, mientras en grupos pequeños se recorría el cañón para apreciar la gráfica rupestre. Hasta las 11 de la noche se recibieron visitantes y los astrónomos colaboradores mostraron las constelaciones con sus potentes telescopios, mientras se escuchaban de tanto en tanto cantos tradicionales comca’ac. Fue ciertamente una experiencia maravillosa en la que la Eréndira -muy buena para eso-, involucró a todo el INAH Sonora, terminando agotados, pero felices de haber participado.

Durante los años siguientes, La Pintada quedó limpia de grafitis gracias a la labor de las y los restauradores. Pero esto no hubiera sido posible sin la paciencia y el esfuerzo de decenas de personas que en trabajo voluntario fueron coordinadas por Eréndira, que por eso ha sido conocida como “la arqueóloga de La Pintada”. Muchísimas conferencias, ponencias y una que otra publicación dan cuenta de casi veinte años de presencia de Eréndira en La Pintada.

Eréndira Contreras Barragán- Arqueóloga de la Pintada / Foto: Cortesía / Elisa Villalpando

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Su participación en el Colectivo MujerINAHs fue fundamental en La EsquINAH Violeta. Nadie como ella para narrar los cuentos que eligió, con perspectiva de género, para sensibilizar a las infancias por la igualdad y la no violencia hacia mujeres y niñas. La pandemia nos impidió seguir gozando de sus habilidades histriónicas en el Museo Regional de Sonora, porque eso fue también, una divulgadora innata, una gestora para ella y los demás, una apasionada de la música darketa y Debussy, una buena consejera, a veces también una impertinente y la única que me decía, “vengo a que me regañes” cuando sabía que algo no había hecho bien.

Se dice que serendipia es alegría, pasión por el trabajo, feliz encuentro, se define también como la fuerza misteriosa del destino; yo creo que, para Eréndira, La Pintada fue su serendipia, encontró en ese lugar, su lugar, cerrando un círculo que se había empezado a trazar desde mucho antes de llegar a Sonora. La fragilidad de la vida nos ha tomado por sorpresa, por eso la vamos a extrañar muchísimo.

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