/ domingo 28 de julio de 2024

Paréntesis | Un mundo nuevo en "La sierra y el viento" de Gerardo Cornejo 

A través de la mirada inocente y curiosa de un niño, el autor nos ofrece una exploración profunda y sensible de la migración inversa y la adaptación a nuevos entornos

La literatura tiene la capacidad de transportarnos a mundos distintos y de hacernos experimentar realidades ajenas a través de la visión de sus personajes. En "La sierra y el viento", Gerardo Cornejo Murrieta nos presenta una travesía inversa, de la montaña al valle, narrada desde la perspectiva de un niño cuyo asombro y curiosidad nos envuelven en un viaje lleno de descubrimientos y emociones. Esta novela, rica en detalles y simbolismos, nos invita a reflexionar sobre la migración, la adaptación y la mirada infantil frente a un mundo en constante cambio.

La migración inversa: de la montaña al valle

En un contexto donde la migración rural hacia las ciudades es común, Cornejo nos presenta una perspectiva opuesta: el movimiento de la montaña al valle. Este cambio no es solo geográfico, sino también cultural y emocional. La montaña, con su aire puro y su tranquilidad, contrasta con el bullicio y el calor intenso del valle. Este recorrido, que podría parecer un retroceso, se convierte en una oportunidad para explorar nuevas formas de vida y adaptarse a un entorno distinto. En el primer trayecto migratorio, vemos como ese niño abreva de la voz de su familia y gente de la sierra todos aquellos relatos llenos de magia, fantasía y realidad. Reproduce la voz y vida cotidiana de la gente de la sierra y nos describe un paisaje lleno de vida, imponente y majestuoso.

Exrectores de El Colegio de Sonora. De izquierda a derecha: Ignacio Almada Bay, Gabriela Grijalva, Jorge Luis Ibarra Mendívil, Catalina Denman y Gerardo Cornejo (Hermosillo, 2008) / Foto: Cortesía / Archivo El Colegio de Sonora

Lee también: Paréntesis | La confección de 'La sierra y el viento' de Gerardo Cornejo Murrieta

La visión del niño: descubrimiento y asombro

El protagonista de la historia, un niño, nos guía a través de este viaje con su mirada fresca y su capacidad de asombro intacta. Cada nuevo elemento del valle —el tren, el mar, el intenso calor— se convierte en una maravilla que descubre y explora con curiosidad. Esta perspectiva infantil nos permite redescubrir lo cotidiano con una nueva luz, recordándonos la importancia de mantener viva la capacidad de asombro y la curiosidad ante el mundo que nos rodea. A lo largo del recorrido, también se recrea la vida de la gente de la sierra: gambusinos, arrieros, aserradores y otros personajes peculiares de la región, cuyas historias y vivencias enriquecen la narrativa y nos conectan con la diversidad cultural y humana del lugar.

El tren: símbolo de progreso y movimiento

El tren, un elemento importante en la novela, simboliza el progreso y el movimiento constante. Para el niño, el tren es una máquina fascinante que representa la conexión entre mundos distintos. Es a través del tren que se lleva a cabo una etapa crucial de la migración y se abre la puerta a nuevas experiencias. Este símbolo nos recuerda la importancia del viaje en nuestras vidas, tanto físico como metafórico, y cómo cada trayecto nos transforma.

Gerardo Cornejo retratado en su casa de Hermosillo (2008) /Foto: Cortesía / Carlos Licón Minjárez

El valle y el mar: nuevos horizontes

El valle, con su calor intenso y su vegetación diferente, es un desafío y una promesa. Representa la tierra de oportunidades donde el niño y su familia deben adaptarse y encontrar su lugar. El mar, por otro lado, es una frontera líquida que sugiere infinitas posibilidades y la vastedad del mundo. Para el niño, el mar es un descubrimiento fascinante, una extensión que invita a soñar y a explorar más allá del horizonte visible.

Conclusión

"La sierra y el viento" de Gerardo Cornejo es una obra que, a través de la mirada inocente y curiosa de un niño, nos ofrece una exploración profunda y sensible de la migración inversa y la adaptación a nuevos entornos. La novela resalta cómo este movimiento contrario al flujo migratorio tradicional no solo redefine el concepto de hogar, sino también el de identidad. A través de la perspectiva infantil, la historia nos muestra que la migración, independientemente de su dirección, implica un proceso de descubrimiento, adaptación y redefinición personal.

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Cornejo utiliza la migración inversa para subrayar la resiliencia humana y la capacidad de encontrar belleza y asombro en lo desconocido. El niño protagonista, con su capacidad innata para maravillarse, simboliza la esperanza y la adaptabilidad necesarias para enfrentar los cambios que trae consigo cualquier tipo de migración. Esta actitud abierta y receptiva no solo es crucial para superar las dificultades inmediatas, sino también para integrarse y prosperar en un nuevo entorno.

En un mundo donde la migración es una realidad constante, "La sierra y el viento" nos invita a reconsiderar nuestras propias experiencias de cambio y adaptación. Nos recuerda que, a pesar de los desafíos, siempre hay oportunidades para redescubrir y apreciar las maravillas del entorno, sin importar cuán distintas o familiares nos parezcan. La historia nos enseña que la migración, más que un desplazamiento geográfico, es un viaje de transformación personal y comunitaria, donde cada nueva experiencia nos enriquece y nos redefine.

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La literatura tiene la capacidad de transportarnos a mundos distintos y de hacernos experimentar realidades ajenas a través de la visión de sus personajes. En "La sierra y el viento", Gerardo Cornejo Murrieta nos presenta una travesía inversa, de la montaña al valle, narrada desde la perspectiva de un niño cuyo asombro y curiosidad nos envuelven en un viaje lleno de descubrimientos y emociones. Esta novela, rica en detalles y simbolismos, nos invita a reflexionar sobre la migración, la adaptación y la mirada infantil frente a un mundo en constante cambio.

La migración inversa: de la montaña al valle

En un contexto donde la migración rural hacia las ciudades es común, Cornejo nos presenta una perspectiva opuesta: el movimiento de la montaña al valle. Este cambio no es solo geográfico, sino también cultural y emocional. La montaña, con su aire puro y su tranquilidad, contrasta con el bullicio y el calor intenso del valle. Este recorrido, que podría parecer un retroceso, se convierte en una oportunidad para explorar nuevas formas de vida y adaptarse a un entorno distinto. En el primer trayecto migratorio, vemos como ese niño abreva de la voz de su familia y gente de la sierra todos aquellos relatos llenos de magia, fantasía y realidad. Reproduce la voz y vida cotidiana de la gente de la sierra y nos describe un paisaje lleno de vida, imponente y majestuoso.

Exrectores de El Colegio de Sonora. De izquierda a derecha: Ignacio Almada Bay, Gabriela Grijalva, Jorge Luis Ibarra Mendívil, Catalina Denman y Gerardo Cornejo (Hermosillo, 2008) / Foto: Cortesía / Archivo El Colegio de Sonora

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La visión del niño: descubrimiento y asombro

El protagonista de la historia, un niño, nos guía a través de este viaje con su mirada fresca y su capacidad de asombro intacta. Cada nuevo elemento del valle —el tren, el mar, el intenso calor— se convierte en una maravilla que descubre y explora con curiosidad. Esta perspectiva infantil nos permite redescubrir lo cotidiano con una nueva luz, recordándonos la importancia de mantener viva la capacidad de asombro y la curiosidad ante el mundo que nos rodea. A lo largo del recorrido, también se recrea la vida de la gente de la sierra: gambusinos, arrieros, aserradores y otros personajes peculiares de la región, cuyas historias y vivencias enriquecen la narrativa y nos conectan con la diversidad cultural y humana del lugar.

El tren: símbolo de progreso y movimiento

El tren, un elemento importante en la novela, simboliza el progreso y el movimiento constante. Para el niño, el tren es una máquina fascinante que representa la conexión entre mundos distintos. Es a través del tren que se lleva a cabo una etapa crucial de la migración y se abre la puerta a nuevas experiencias. Este símbolo nos recuerda la importancia del viaje en nuestras vidas, tanto físico como metafórico, y cómo cada trayecto nos transforma.

Gerardo Cornejo retratado en su casa de Hermosillo (2008) /Foto: Cortesía / Carlos Licón Minjárez

El valle y el mar: nuevos horizontes

El valle, con su calor intenso y su vegetación diferente, es un desafío y una promesa. Representa la tierra de oportunidades donde el niño y su familia deben adaptarse y encontrar su lugar. El mar, por otro lado, es una frontera líquida que sugiere infinitas posibilidades y la vastedad del mundo. Para el niño, el mar es un descubrimiento fascinante, una extensión que invita a soñar y a explorar más allá del horizonte visible.

Conclusión

"La sierra y el viento" de Gerardo Cornejo es una obra que, a través de la mirada inocente y curiosa de un niño, nos ofrece una exploración profunda y sensible de la migración inversa y la adaptación a nuevos entornos. La novela resalta cómo este movimiento contrario al flujo migratorio tradicional no solo redefine el concepto de hogar, sino también el de identidad. A través de la perspectiva infantil, la historia nos muestra que la migración, independientemente de su dirección, implica un proceso de descubrimiento, adaptación y redefinición personal.

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Cornejo utiliza la migración inversa para subrayar la resiliencia humana y la capacidad de encontrar belleza y asombro en lo desconocido. El niño protagonista, con su capacidad innata para maravillarse, simboliza la esperanza y la adaptabilidad necesarias para enfrentar los cambios que trae consigo cualquier tipo de migración. Esta actitud abierta y receptiva no solo es crucial para superar las dificultades inmediatas, sino también para integrarse y prosperar en un nuevo entorno.

En un mundo donde la migración es una realidad constante, "La sierra y el viento" nos invita a reconsiderar nuestras propias experiencias de cambio y adaptación. Nos recuerda que, a pesar de los desafíos, siempre hay oportunidades para redescubrir y apreciar las maravillas del entorno, sin importar cuán distintas o familiares nos parezcan. La historia nos enseña que la migración, más que un desplazamiento geográfico, es un viaje de transformación personal y comunitaria, donde cada nueva experiencia nos enriquece y nos redefine.

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