Existe en México una comunidad donde habitan personas que no se definen ni como hombres ni mujeres. Juchitán, en Oaxaca, es una de las principales ciudades de la cultura zapoteca y es en donde radican los muxes, una sociedad indígena que se denomina el tercer género.
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Según un artículo del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), los muxes son hombres que nacieron biológicamente hombres, pero que adoptan roles de mujer, tanto en el ámbito social como en el sexual. Un muxe aprende todo aquello que las mujeres de la comunidad le pueden enseñar y por lo general termina haciendo todo el trabajo doméstico.
Además, el muxe tiene la responsabilidad de cumplir con la manutención de su hogar. Son considerados verdaderas bendiciones en el ámbito familiar, ya que son los encargados de cuidar a sus padres cuando estos envejecen y se quedan solos. También es conocida su solidaridad: durante el terremoto de 2017 auxiliaron y aportaron víveres y ropa a damnificados.
Otra de sus actividades es diseñar y bordar los trajes típicos que distinguen a la región juchiteca. A diferencia de lo que ocurre con la comunidad LGBTTTIQ+, los muxes no sufren discriminación, pues son valorados por sus aportes comunitarios; aunque todavía buscan su espacio en otras actividades profesionales.
“La sexualidad que caracteriza a las sociedades indígenas no es binaria, además de que el tercer género ha sido una constante histórica y está aceptada. Los muxes tienen gran respeto por los otros dos géneros, lo dejan claro porque ellos son el tercero, aquel que había desaparecido y faltaba para que todos estuvieran completos”, indica el artículo del INPI.
Han alcanzado importantes espacios en la sociedad
Se calcula que hay aproximadamente 3 mil muxes en Juchitán. Por otra parte, en un artículo del Centro de Investigaciones y Estudios de Género de la UNAM, se indica que en la década de los 80 los muxes aprovecharon la apertura sexual y optaron por vestir con el vestido tradicional.
“Muchos de ellos sabían bordar y así empezaron a generar su oficio, a travestirse, a retomar la vieja identidad zapoteca y a ganar espacios a nivel social y gubernamental, hasta que en 2017 lograron tener su identificación oficial con su identidad de género”, explica.