En la sala 3 del Museo de Arte de Sonora se encuentra la exposición Nacional titulada Arte Contemporáneo Mexicano, Sonora 2.0. Apuntes para una colección, ahí resalta una singular obra, Cerco (2012), de la autora Gabriela Gutiérrez Ovalle.
El objetivo del Cerco se fue construyendo por el camino. “Esta es una pieza que viene de otras anteriores, hay por lo menos dos o tres que ya había elaborado con pelo humano, donde justamente fui observando las particularidades tanto del material como lo que se generaba cuando se entraba en contacto con él”, manifestó la artista en entrevista con El Sol de Hermosillo.
La construcción de la obra de Gabriela Gutiérrez Ovalle inició en 2009. La creadora colectivizó la experiencia en el taller Tejedores de pelo, proponiendo un tejido en grupo que fuera cambiando de sedes, buscando entrar en comunicación con diferentes personas.
“Se convocó a personas que quisieran tejer, fue por el lapso de una semana aproximadamente por 4 o 5 horas al día, fue un espacio donde la gente iba buscando alternativas como para encontrar otro tipo de sentidos”, describió.
El entrar en contacto con el pelo humano no fue repulsivo para los tejedores. “El pelo en sí mismo genera atracción y rechazo, obviamente si lo tienes pegado al cuero cabelludo arroja infinidad de mensajes vitales y eróticos, cuando el pelo está fuera de la cabellera se va al extremo contrario”, dijo.
La recolección del cabello al principio fue algo difícil, el material en su mayoría se obtuvo de un lugar donde se producían pelucas, para poderse tejer las medidas necesarias fueron de 15 a 20 centímetros.
Gabriela Gutiérrez Ovalle profundizó sobre como el tejido del Cerco generó una convivencia entre los participantes. “Cada uno de los cabellos es como si habláramos del cuerpo mismo de una persona, porque está conectado ahí su ADN y un poco de la historia de lo que vivió”, agregó.
La pieza se ha presentado de dos formas pero en general siempre está trabajado en plantear un concepto específico que es el de límite y frontera, además del sentimiento de sentirse cercado o atrapado en algo.
“El cuerpo es una frontera con el entorno, este es un cuerpo colectivo que plantea una frontera y un espacio de diálogo entre un lugar y otro lugar, plantear esta pieza en Sonora que es frontera para mí es muy interesante”, comentó.
Los 30 metros del Cerco se encuentran montado en círculo y al final hay una gran luz en el centro. “Este Cerco se remite a la idea de panóptico planteado por Jeremy Bentham en el siglo 17 y retomado por Foucault, donde plantea la estructura como una representación de lo que puede ser una estructura de poder y de control, esta estructura circular con una luz en el centro la luz era muy protagónica, hacia el ojo de poder que plantea Foucault, donde puede mirar y atravesar las paredes de toda la estructura atreves de la luz”.
Los sentimientos del público generados por la obra son muy importantes e interesantes para Gabriela Gutiérrez Ovalle. “Estaría muy bien que también se pudiera exponer la opinión de los participantes, porque esa sería una de las vueltas la parte subjetiva de la gente que ayudó a conformarlo, la estructura que adquirió al final que tiene un cuestionamiento de índole político, social y la mera parte estética y plástica que si tú recorres la estructura, estás recorriendo el mapamundi conformado por los cuerpos de muchas personas”, declaró.