A la guásima se le conoce con otros nombres, como Ajya (mayo), Aiya (yaqui), Ajiyá (guarijío), Aquiche y Bastard elm (inglés).
Al sur del país, como Caolote prieto, Cuahulote, Cuahuilote, Majagua de toro; Cabeza de negrito en Panamá, y Mutamba en Brasil).
Es un árbol que puede llegar a los 25 metros de alto y que florece amarillo-blanco casi todo el año. Sus hojas y frutos son característicos para identificarla.
Crece entre los 20 y los 1,000 metros sobre el nivel del mar, en laderas de montañas bajas y cañadas, pastizales y llanuras, vegas de ríos y arroyos, sitios desmontados.
En el Río Mayo ocurre en Burapaco, Los Estrados, Guajaray, Jánaco, Mesa Colorada, Mochibampo, San Pedro, Saucito, y también en muchos sitios de la América tropical y el Caribe.
La Guazuma ulmifolia, nombre científico, pertenece a la familia de las Malvaceae; es pariente del Cacao, la Malva y el Pintapan (Tosajporo en guarijío).
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Usos
La Guazuma ulmifolia se usa toda la planta: madera, fruto, mucílagos, flor, semilla, hoja, vástago, tallo joven, corteza, raíz.
Artesanal: Con sus ramas y troncos se hacen muebles (taburetes, sillas), utensilios (cucharas, angarillas, bateas), violines, tapas de guitarra, jabón de ceniza.
Combustible: Arde verde y es buena para carbón.
Comestible: Se come el fruto crudo, molido o seco.
Las semillas, se tuestan y muelen para hacer tortillas y atoles. También para hacer una bebida que parece café.
Gustan mucho como forraje. En Brasil se venden como dulces, industrializados.
Construcción: Costillas de bote y duelas de barril, murillos para techos de palma, postes (pero, hay que protegerla contra la termita).
Industrial: Fibras para cordeles (el ramaje), melaza, saborizante. Su ceniza se usa para hacer jabón, la fruta para clarificar jarabes.
Árbol sagrado: Con su madera se elabora la cruz para el Tuburi; también el arco de tambor yaqui.
Medicinal: Los yaquis usan té de hojas en diabetes; guarijíos en diarrea; mayos diabetes, mal de orín y estómago; otros usos de la decocción del fruto y corteza en picadura de alacrán, fiebres, empacho, insolación; problemas del bazo enfermedades venéreas, respiratorias, parto, urinarias, hepáticas, reumatismo, gastritis, hemorroides, malaria, “cruda”, al igual que para bajar de peso.
La decocción de la corteza de la raíz se toma contra las hemorroides y la disentería. Externamente, la decocción de la corteza del tronco se aplica contra la lepra, elefantiasis y ulceraciones e infecciones de la piel.
Se hace champú contra la calvicie con las ramas, que se usan asimismo para corregir fracturas y dislocaciones. Diversas investigaciones señalan su potencial curativo en hipertensión arterial, cáncer, fiebre amarilla, diabetes y VIHsida.
Tiene actividad desinflamante, demulcente, antibacteriana diurética, y contra hongos; es posiblemente anticancerígena, antiviral, hipotensora, hepatoprotectora y antioxidante.
Contiene corteza proantocianidinas, entre otros compuestos con propiedades medicinales (bufadienólidos, cardenólidos, esteroles insaturados, flavonoides, betasitosterol; friedilin-3beta-ol, leucoantocianinas, betasitosterol y terpenoides).
Sus frutos son ricos en carbohidratos, proteínas, calcio, hierro y magnesio, vitamina B12 y 15 aminoácidos esenciales. Contiene mucílago, con propiedades astringentes, cicatrizantes, antisépticas.
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Las hojas tienen cafeína y flavonoides; la corteza, taninos y antioxidantes. Ecología: Aunque aún es abundante en Sonora, está clasificada como de preocupación menor (IUCN 2019), es importante mencionar que esta planta fijadora de nitrógeno (igual que buena parte de las fabáceas, como mezquite, guamúchil, guaje y palo fierro) es cada vez más difícil de hallar debido a la deforestación.
Es una especie melífera, buena para producir miel; además, presta otros servicios ambientales, como dar sombra y refugio a los animales. Por esto, se recomienda no abusar en su corte y dejarla cundir.
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