Uno de los sucesos más tristes que marcó la vida de los sonorenses en los años cincuenta fue el homicidio de dos niñas, un tema que no era tan mencionado en aquellos años y que después de algún tiempo se declaró pena de muerte a los responsables. En Sonora un 17 de junio de 1957 se realizaron los últimos fusilamientos a dos hombres que habían cometido feminicidio.
Ignacio Lagarda Lagarda, historiador y cronista municipal de Hermosillo, relató las dos historias de los asesinatos que terminaron juntas.
“En Hermosillo Francisco Ruiz Corrales, un vecino de la 5 de Mayo secuestró a una niña de 6 años que vendía tomates, le compró todos los tomates y la llevó a un baldío, la mató y la violó y en Pótam en el Valle del Yaqui, un soldado llamado José, sacó de su cuna a una niña de 3 meses, la mató y la violó”, señaló Ignacio.
Después de actos cometidos los trasladaron a la antigua cárcel en Hermosillo e iniciaron con el proceso, el cual duró aproximadamente 2 años, debido a la situación que se encontraban, hasta que el juez Roberto Reynoso Dávila los sentenció a pena de muerte.
“Después de 62 años el mundo ha cambiado, en ese tiempo no era violento, fueron casos excepcionales de violencia, no había violencia urbana, nada, ni de grupos organizados, ahora el mundo se convirtió en un lugar extremadamente violento, ya no es un lugar seguro”, criticó.
Después de 62 años la gente no lo olvida, visitan las tumbas de estos dos asesinos, que se encuentran en el panteón Yáñez, hay quienes escriben frases de desprecio, coraje y maldiciones, así como también las pintan de color rojo.