Cus D'Amato es considerado un sabio en el boxeo. Pero también lo es un salvador. Salvó a Mike Tyson. D'Amato le dio una vida a un niño negro problemático y lo convirtió en el campeón mundial más joven de los peso Pesado.
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D'Amato fue figura cuando estaba vivo. Es leyenda después de su muerte, la cual se dio un 4 de noviembre de 1985. El conocido entrenador dejó de existir a causa de una neumonía, y no pudo ver cómo Tyson ostentó el cinturón el 22 de noviembre de 1986. Pero ese logro que consiguió aquel joven que robaba, era huérfano y había sido arrestado decenas de veces, es de D'Amato.
Porque Cus le brindó un hogar, comida y cariño. Le dio un padre, el amor de un padre.
D'Amato fue inspiración. Inspiró y entrenó a Floyd Patterson. Apoyó a cientos de peleadores. Pero su mejor logro lo fue Tyson.
Mike lo enaltece en su libro Toda la verdad. Escribe que de no ser por Cus, él hubiera sido asesinado en las calles de Nueva York. Tyson lloró la muerte de su amigo, de su padre Cus. Lloró porque su gran padre no lo pudo ver campeón en vida.
Lloró cuando Mike, en su etapa de drogas, alcohol y prostitutas, se había quedado sin dinero, pero una cuenta de ahorro que Cus puso a su nombre lo salvó. Cus, tras su muerte, siguió ayudando a su hijo. Ese hijo que se le escapaba por las noches. Al que le dijo que no debía celebrar los nocauts porque simplemente era el resultado del trabajo hecho.
Modelo a seguir
D'Amato fue inspiración. Inspiró a Micky, el entrenador de Rocky Balboa.
"Si no estuvieras aquí, tal vez no estuviera vivo ahora. El hecho de que estés aquí trabajando tan bien como trabajas, me da ¿cómo se dice? un motivo para estar vivo. Porque creo que las personas mueren a veces cuando ya no quieren vivir", dijo Micky.
"Si él no estuviera aquí probablemente hoy no estaría vivo. El hecho de que esté aquí, haciendo lo que hace, y haciéndolo tan bien como lo hace, y mejorando como ha hecho, me da la motivación y el interés por seguir vivo. Porque creo que una persona muere cuando no quiere vivir más", respondió Cus a un reportero.
Por así era D'Amato, el anciano blanco que confió en un pequeño delincuente, con una filosofía particular de genios, de los que piensan que están locos.
"¿No quieres ser campeón del mundo? Puedes ser campeón del mundo', y yo no le prestaba atención. Decía: 'de verdad, tú puedes ser campeón del mundo. Puedes devastar el mundo. Nadie podrá contigo'. Este hombre lo creía. Miré a este hombre y comencé a pensar. Me dije: este hombre está realmente loco", recordó Tyson.