A lo largo de la historia son pocos los jugadores de futbol que pueden alardear de haber pisado un campo durante una Copa del Mundo, siendo innumerables aquellos que sólo se quedan en el sueño de poder llegar a vestir los colores de su selección.
Sonorenses con este logro, son contados con una mano y aquellos que se encumbraron en la historia de México, sólo uno, quien fuera el primer portero en defender el marco nacional en la máxima justa futbolera, Óscar Bonfiglio.
Bonfiglio Martínez nació un 5 de octubre de 1905 en Estación Ortiz, Guaymas, siguiendo la vocación de militar desde joven, le permitió jugar futbol profesional con equipos ligados al Ejército como el Guerra y el Marina, club que años después pasó a ser el Marte.
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A pesar de su altura de 1.74, en aquel entonces no importaba mucho aún los físicos, el arquero un poco regordete de rostro y habilidad notable para jugar bajo el marco, realizó su debut internacional con el tricolor en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928.
Aunque sostuvo una actuación que fue reconocida por la prensa internacional, no pudo evitar que México cayera por un estrepitoso 7-1 ante España, en su debut y despedida.
Sin embargo, el proceso lo llevó a ser parte del plantel convocado para la primera Copa del Mundo en la historia, Uruguay 1930.
Aventura mundialista
En aquellos años, el Mundial no tenía el reconocimiento ni la envergadura con la cual cuenta en la actualidad, pero ya se convertía en una propuesta que se esperaba cambiara el mundo del futbol, aunque vista un poco por debajo por algunos países.
En dicha edición, estuvieron presentes 13 naciones: Argentina, Bélgica, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Francia, Paraguay, Perú, Rumania, Yugoslavia y el anfitrión Uruguay.
El tricolor compartió el Grupo 1 junto con los argentinos, los franceses y chilenos, donde no la pasó nada bien.
México hizo su gran debut en la justa mundialista el 13 de julio en el Estadio Pocitos de Montevideo con el arquero sonorense como titular en el arco.
Por cuestiones del destino, Bonfiglio quedó marcado para la historia del país y del certamen, pues se convirtió en el primer portero nacional en disputar un Mundial y el primero en recibir un gol, el cual fue obra de Lucien Laurent.
Ese día, Francia goleó 4-1 a México, quien también caería en su segundo compromiso, ahora ante Chile por 3-0, pero con Óscar en el banquillo.
El guaymense volvió a la titularidad para el tercer duelo del grupo ante una Argentina que salía como amplia favorita y que, sin titubear, hicieron valer dicha condición.
La albiceleste apabulló a los nuestros con un contundente 6-3, marcador que pudo pasar desapercibido como una pésima tarde para el sonorense, pero que terminó enmarcando su historia.
En el cotejo, Bonfiglio volvió a poner su nombre en los albores de la Copa del Mundo, pues fue el primer portero en atajar un penal, parando el disparo de Fernando Partenoster, defensa central argentino que era reconocido como uno de los mejores cobradores de la época.
Un penal y una canción
Si volviéramos a comparar la situación a la que se viviría en nuestra actualidad, atajar un penal en una derrota de 6-3, firmando una actuación de tres derrotas sin triunfo, cuatro goles a favor ante 13 encajados, no sería para nada algo celebrable.
Y aun así, ese penal parado por Bonfiglio, lo enmarcó en la historia, no sólo siendo el primero, sino por la curiosa anécdota que se confabuló más tarde en el vestidor mexicano.
Según historias del mismo arquero, tras aquella derrota, un hombre entró al vestidor azteca y preguntó por Bonfiglio, al hacer acto de presencia, el hombre felicitó al sonorense por atajarle un penal a uno de los “hombres más infalibles de la historia”, quien hablaba con el portero, no era más que Carlos Gardel, reconocido por ser uno de los mejores cantantes de tango de todos los tiempos.
Gardel expresó su reconocimiento y se dijo dispuesto a complacer al sonorense con algún deseo, el cual fue que le cantara una canción, esta sería “El día que me quieras”, este hecho, saldría en los diarios de la época.
Ejército y futbol
Sin duda alguna, fueron sus dos grandes pasiones y tras su retiro en 1938, llegó a dirigir como entrenador a los equipos de Chivas (1938-39), Selección Jalisco (1940), Puebla e Irapuato, hasta los años 50.
En el Ejército, llegó a tener el grado de general de División del Ejército Mexicano, siempre llevando ambos amores en su vida.
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Bonfiglio fue inmortalizado en el Salón de la Fama del Deportista Sonorense en el año de 1982 y falleció cinco años más tarde (1987), quedando su enorme legado dentro y fuera del futbol, pues es padre de Óscar Morelli y abuelo del también actor Óscar Bonfiglio.
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