Fernando el “Toro” Valenzuela fue más que un beisbolista o un deportista de élite, fue tal vez el más grande exponente del deporte mexicano de toda la historia, ahí el gusto se rompe en géneros, pero donde nadie tiene duda, que si se trata de beisbol en México, no hay nadie situado más arriba que el pelotero sonorense.
Sin duda uno de los más ilustres deportistas que ha dado nuestro país, un símbolo que marcó todo el deporte nacional en la década de los 80s y que fue una figura como ninguna como modelo a seguir para todo niño y joven mexicano que veía cómo un sonorense de corte humilde, se consagraba en las esferas más altas del mejor beisbol del mundo.
Desafortunadamente una mal hepático nos lo arrebató hacer par de semanas, justo antes de la Serie Mundial que sus Dodgers acabaron ganando ante sus siempre odiados Yankees de Nueva York, dejando un hueco irremplazable entre los ídolos de la raza de bronce, que salieron desde su morada humilde, ubicada en el poblado de Etchohuaquila, Sonora, para conquistar el mundo.
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El último adiós
Una figura de tal magnitud no podía despedirse así nomás y es por eso que se le dio un modesto, justo como era su personalidad en vida, pero muy emotivo y elegante adiós en la que fue su segunda casa, la Ciudad de Los Ángeles, en donde, sin ser un evento multitudinario como lo pudo haber sido, simplemente, con un grupo reducido de familiares y amigos, el “Toro” de Etchohuaquila, fue despedido de este mundo material.
Fernando Valenzuela, el histórico ex beisbolista de Dodgers de Los Ángeles murió el pasado 22 de octubre y fue hasta este miércoles 6 de noviembre cuando fue despedido mediante una misa de cuerpo presente en la catedral de Nuestra Señora de los Ángeles, uno de los centros religiosos más icónicos de la gran metrópoli angelina.
El expelotero sonorense fue escoltado por su familia en una ceremonia muy emotiva, en donde el féretro del mexicano fue adornado con ramos de rosas blancas y coronas de flores, en donde algunos de los asistentes portaron la casaca de los Dodgers con el histórico número 34 y el nombre del "Toro" Valenzuela.
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Una misa casi bilingüe fue oficiada en su honor, en donde estuvo la familia de la estrella del beisbol de las Grandes Ligas, además de algunas luminarias del llamado “Rey de los deportes”, que compartieron el diamante con el sonorense y que elevaron sus plegarias con devoción dedicadas al ídolo mexicano.
Con música de mariachi fue despedido uno de los más grandes ídolos deportivos que ha dado nuestro país, uno de los más admirados y de los más queridos, uno que vino desde abajo para encaramarse en los cuernos de la luna, en lo más alto de un deporte donde México entró en la conversación de los grandes, gracias y exclusivamente a Fernando el “Toro” Valenzuela.
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