En diciembre del año 2019, Ana Peñúñuri abrió su negocio de postres en Hermosillo, después de haber vivido un año fuera del país regresó para cumplir uno de sus sueños: estudiar repostería y abrir su cafetería donde ofrecería pasteles, pan dulce y otras creaciones.
Ana es químico clínico de profesión, hace un año tomó clases de repostería y posteriormente empezó con su negocio, al principio ofrecía pasteles en vaso a algunos establecimientos de comida por las noches como en taquerías, hot dogs y tacos percherones; sin embargo, ante la llegada del Covid-19 se quedó sin trabajo porque los restaurantes cerraron sus puertas temporalmente, y ella tenía que hacer algo para obtener ingresos.
“Al principio me daba miedo hacer pasteles porque sólo lo hacía en clases, entonces me daba miedo que me pidieran un diseño porque no soy buena para dibujar, entonces empecé a ofrecer pastel en vaso desde el mes de diciembre hasta febrero, en marzo llegó la contingencia y el negocio se paró por completo”, recordó.
Nuestra entrevistada comentó que enfocó todo su tiempo y atención en la carrera de químico por lo que no había tenido la oportunidad de hacer este trabajo, sin embargo resaltó la importancia de cumplir los sueños y no quedarse con las ganas de hacer lo que verdaderamente les gusta.
“Me pidieron por primera vez un pastel para regalarlo en una rifa, yo sólo había hecho para mi casa con mi familia y parecían la Torre de Pisa, entonces cuando me pidieron ese pastel me tuve que esforzar mucho para que el diseño fuera mucho mejor”, compartió.
Después de haber elaborado su primer pastel, sus amigos comenzaron a hacer pedidos con diseños del momento del Covid-19 y fue así que en el mes de marzo las ventas fueron incrementando hasta pasar de un pastel paran15 personas hasta para 30 y 50.
“Siempre había soñado con poner un café, era como un proyecto a largo plazo en mi vida y nunca me imaginé que iba a empezar tan rápido a buscarle por ese lado, primero fue con lo de los pasteles y me fue muy bien”, expresó.
Para Ana fue un reto hacer pasteles con diseños, a medida que fue pasando el tiempo aprendió nuevas técnicas para elaborar pasteles y ofrecer productos de mejor calidad con sabores y olores distintos, asimismo pedía apoyo a sus maestras para resolver dudas y apoyarla con sus trabajos.
“Lo que más disfruto es cuando me dicen que está muy rico el pastel y comienzan a pasar mi contacto, me gusta ver el resultado final, que la gente disfrute lo que hiciste, me encantan los postres, comerlos es como si te acariciaran el alma, entonces eso es lo que quiero que sientan las demás personas”, señaló.
Al encontrarse recorriendo las calles de Chicago, Ana y su novio visitaron la villita donde se encuentra el Barrio Mexicano, en ese lugar encontraron un establecimiento que vendían licuados, jugos y llevaba por nombre De fruta la vida, fue tanto su gusto por el lugar que pensó en abrir su propio negocio de café y repostería que llamaría De Chocolate la Vida.
El pastel que más busca la gente es de chocolate con crema de cacahuate, fresa y plátano, los precios pueden variar de acuerdo al tamaño, decoración e ingredientes desde los 250 hasta los 400 pesos, elaborar una pieza sencilla le puede llevar de tres, cinco o hasta siete horas. Son 14 pasteles los que ha preparado en un solo día.
“Mis objetivos a corto plazo son incluir en mis platillos recetas con harina saludable de coco, avena, almendra u otros ingredientes naturales para ampliar el menú, también tomar un curso de panadería para incluir conchas, pan relleno de Philadelphia, pan de muertos y mucho más”, añadió.
Para conocer más sobre los productos de chocolate la vida pueden encontrarlos en sus distintas redes de Facebook e Instagram, mandar un mensaje privado o pueden hacer sus pedidos al número de teléfono 6621 681 776.
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“No se rindan, no es fácil, no te va a salir a la primera, va haber obstáculos pero nunca cambien el objetivo, cambia la dinámica, la rutina, la estrategia lo que necesites cambiar para que tu objetivo se pueda cumplir, no cambies tu sueño, cambia la manera de llegar hacia él pero nunca el sueño”, concluyó.