/ martes 20 de octubre de 2020

Luis Alfredo Garavito: asesinos seriales que impactaron al mundo

Hablar Luis Alfredo Garavito Cubillos es tocar una herida que aun cala hondo en tierras colombianas; aquí te contamos la serie de asesinatos que cometió

Siempre que se habla del tema de asesinos en serie, se suele mirar hacía Estados Unidos o algunos países europeos, sin embargo, Latinoamérica cuenta de igual forma con su propia lista de casos que incluso suelen ser más letales.

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Dentro de esta lista, Colombia ha tenido una alarmante lista de asesinos en serie que han sido más que prolíficos en sus macabros y atroces actos, pero hablar de los actos cometidos por Luis Alfredo Garavito Cubillos, es tocar una herida que aun cala hondo en tierras colombianas.

El Monstruo de Génova

Luis Alfredo Garavito nació un 25 de enero de 1957 en Génova, Quindio en Colombia, hijo de Manuel Antonio Garavito y Rosa Delia Cubillos. Al igual que muchas otras familias de la zona, se vieron afectados por el conflicto armado, siendo desplazados por las guerrillas.

Según la misma biografía de Garavito, fue sufrió de una infancia llena de peripecias, pues siendo el mayor de siete hermanos, la casa sufría carencias y su padre, quien era un alcohólico y abusivo, lo golpeaba de manera brutal casi a diario, por lo que solía sufrir constates ataques de ira, paranoia y psicosis desde muy pequeño.

Garavito aseguró que jamás fue tocado por él, aunque si fue abusado a la edad de 13 años por un amigo cercano de la familia por casi dos años, lo ataba e incluso lo quemaba con una vela, lo mordía mientras se masturbaba, pero por vergüenza y miedo a su padre, nunca mencionó nada.

Tiempo después, sería abusado también por el sacerdote del pueblo donde se habían vuelto a mudar en Trujillo, pues este era un pederasta consumado. Se sabe que años más tarde, Garavito lo mando a matar con unos sicarios.

Por si fuera poco, y a pesar de que podría encolerizarse fácilmente, era el centro de atención de las burlas de sus compañeros de escuela por usar lentes y su apellido, llamándolo “garabato”.

A lo largo de su vida, tuvo muchos apodos, “El monje”, “La bestia”, “El cura”, “El loco”, “Tribilin”, “Bonifacio Morera Lizcano” o “Alfredo Salazar”, todos ellos usados como una manera de no ser descubierto y cubrir su identidad cada vez que se cambiaba de sitio.

Estuvo activo de 1992 a 1999, siendo sus victimas todos menores de edad de 6 a 16 años de edad, siendo considerado el mayor asesino serial y violador de niños (todos hombres) de toda la historia de la humanidad.

Tras su detención, confesó y se le contabilizaron más de 190 asesinatos, siendo así uno de los asesinos seriales más prolíficos de todos los tiempos, aunque estando tras las rejas, el mismo Garavito aseguró haber matado a más de 200 niños, todo esto en un lapso de 7 años.

Durante estos años, muchos niños de bajos recursos desaparecieron por todo Colombia, de los cuales sus restos aún no son encontrados y que incluso sus familias siguen buscando hasta el día de hoy.

Siete Años de Terror

Colombia siempre ha sido un país golpeado por momentos complicados, viviendo una ola de terror durante el auge de la droga y las guerras internas, sin embargo, durante los años 90, una ola de crímenes mantuvo en vilo a las comunidades más pobres de la nación y a la policía.

Conforme Garavito iba creciendo, se sentía confundido por su sexualidad, sentía atracción por jóvenes y niños pequeños. Aunque tuvo varias relaciones con mujeres, nunca lograba mantener una erección, sólo los más chicos lo excitaban.

En una ocasión cuando contaba con 15 años, sería apresado por tratar de abusar a un niño en una estación de trenes, tras esto, su padre lo correría de casa.

Luis Alfredo tenía problemas de alcoholismo severos, a penas a la edad de 18 años, bebía demasiado, incluso llegando a incluirse en Alcohólicos Anónimos, asistía a la iglesia y trabajaba de manera honrada.

Sin embargo, cada noche iba a los bares locales para emborracharse y pagarle a los niños de la zona por favores sexuales, una doble vida que lo consumía por dentro, lloraba por las noches e iba a misa para pedir perder desenfrenadamente.

Ya con 23 años de edad, pide ayude psiquiátrica, admite que había intento suicidarse y consideraba que su vida ya no valía nada, pero jamás mencionó nada sobre sus problemas con menores de edad.

Al igual que muchos otros asesinos seriales, se puede observar en Garavito una evolución cada vez más agresiva en sus actos, pasando a finales de los años 80 a secuestrar niños para abusar sexualmente de ellos e incluso utilizando métodos de tortura.

Con estos actos, descubre que siente más placer al hacerlos sufrir, los ataba, los cortaba, quemaba y mordía en los genitales, pero nos los asesina. En una pequeña libreta que siempre llevaba consigo, apuntaba los nombres de los niños que violaba.

A pesar de que realizaba todos estos actos por gusto propios y con plena conciencia, sentía una terrible culpa por esto mismo, lo consumía de manera atroz, llevándolo a beber cada vez más y leer la biblia de manera compulsiva llorando, pero no se detuvo.

Entre los años 1980 y 1992, se especula que violó a 200 niños sin llegar a asesinarlos, aunque no tardo en dar el siguiente paso.

En 1992 cometería su primer asesinato, donde al llevarse a un niño que vio jugando en un parque ofreciéndole dulces y dinero, tras violarlo y torturarlo, perdió la cabeza, apuñalándolo hasta la muerte.

Después de esto, comenzó a buscar victimas en plazas, paradas de autobús y mercados, lugares en los que se solía ver niños trabajando o mendigando.

Su modus operandi siempre era el mismo, se acercaba a ellos, les ofrecía dinero a algún tipo de trabajo rápido y se los llevaba a sitios apartados en fincas, estando a solas, los amenazaba con un cuchillo o un machete, lo amarraba y los obligaba a caminar en círculos hasta que se cansaran diciéndoles que los mataría.

Al principio, los asesinaba durante la violación, apuñalándoles el corazón, sin embargo, conforme sus crímenes fueron avanzando, se volvió más sádico por el placer que esto le provocaba.

Los apuñalaba en las manos, glúteos y por debajo de los riñones, evitando que murieran y degollándolos mientras los violaba. Cuando culminaba, los decapitaba con un machete y les amputaba los genitales para dejarlos dentro de sus bocas, algo que se volvió su marca personal.

Posteriormente, incluso les abría el vientre mientras estaban vivos, un corte largo y profundo, suficiente para sacar sus intestinos, pero no para morir en el acto. Durante estos actos atroces, Garavito fumaba cajetillas enteras y se tomaba toda una botella de brandi.

Por alguna razón que se desconoce pero que dejó de hacer cuando la policía comenzó su investigación más cerca de él, dejo vivir a un total de ocho niños tras violarlos, cortándoles un dedo pulgar.

Los asesinatos eran cada vez más brutales y Garavito estaba fuera de control, llegó a realizar actos satánicos, pues según sus declaraciones, quería contactar al diablo para hacer un pacto por dinero.

Después de dos años llenos de muertes y desapariciones de niños, las autoridades se encontraban sumamente preocupadas, eran varias ciudades donde sucedían los casos y los restos de estos empezaron a encontrarse en lugares poco transitados con signos de tortura.

Se sabe que incluso, la policía de Colombia, pidió ayuda al FBI, pues tenían poco conocimiento con asesinos de este tipo.

Se llegó a barajear diversos tipos de asuntos antes de llegar a la conclusión de que podía ser un solo hombre, desde venganzas entre sicarios jóvenes, asuntos de sectas satánicas o una red de trafico de órganos, pero nada concordaba con el ensañamiento que los restos mostraban.

Los casos se repetían por lo menos en 10 ciudades distintas, pero el clima, la vegetación y la diversidad de insectos y animales, complicaba el poder encontrar restos más completos para investigar.

Para ese entonces, incluso la ONU había hecho eco del asunto pues se contaba más del centenar de casos de cuerpos de niños encontrados, algunos demasiado jóvenes, todo el país estaba horrorizado y pedía justicia.

Fin del terror

Aunque para la policía parecían muchos cuerpos para ser de un sólo asesino, un par de investigadores que se obsesionaron con el caso pidieron documentos al FBI y las similitudes eran más que evidentes.

En todas las escenas los cadáveres se encontraban con una soga al cuello y mostraban signos de extrema tortura de horas o incluso días.

Todos eran lugares apartados y llenos de botellas de un brandi barato de la misma marca con colillas de cigarrillos regados. Además, Garavito comenzaba a cometer muchos errores.

En una ocasión se quedó dormido en una escena del crimen con un cigarro en la boca, cuando despertó, el fuego ya alcanzaba varios metros y a penas pudo huir del lugar con graves quemaduras, dejando evidencia que después fue utilizada en su contra.

Pero su último error fue un 22 de abril de 1999, cuando en una zona rural de Villavicencio, Meta, fue capturado al salir de un potrero de la localidad.

Anteriormente, tratando de realizar uno de sus crímenes, un indigente que pasaba por la zona escucho los gritos del menor, al ver la escena, atacó a Garavito con piedras y ambos huyeron del lugar para dar aviso a las autoridades.

Garavito ya había salido en diversas listas de los investigadores y procedió rápidamente a ser el principal sospechoso, tras unas cuantas horas, terminó confesando.

En total se adjudicó 140 asesinatos, pero la cifra nunca fue exacta, todos los apuntaba en una libreta

Polémicas

El caso de la detección de Garavito Cubillos, esta lleno de polémicas, una de ellas, llegó antes de ser capturado, pues la policía en su desesperación ante las críticas, capturaron al hombre equivocado, arruinándole su vida.

Además, ya tras las rejas, Garavito se encuentra aislado del resto de reclusos, pues sería asesinado en el acto por el odio que le tienen al cometer crímenes de esta índole, cuenta con espacio recreativo, incluso su propia celda que parece un cuarto y llega a poder utilizar un celular.

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Por si fuera poco, a pesar de ser condenado en un principio a 1853 años de prisión, por ayudar en las investigaciones y buena conducta, sólo fue reducido a 40 años de prisión y podría quedar en libertad en el año 2023 con 68 años de edad, esto debido al antiguo sistema de leyes en Colombia.

En actos de extrema incoherencia y descaro, Garavito se ha declarado listo para salir, pues se siente preparado y rehabilitado, aseguró que quiere convertirse en congresista y abogar por los derechos de los niños.

Siempre que se habla del tema de asesinos en serie, se suele mirar hacía Estados Unidos o algunos países europeos, sin embargo, Latinoamérica cuenta de igual forma con su propia lista de casos que incluso suelen ser más letales.

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Dentro de esta lista, Colombia ha tenido una alarmante lista de asesinos en serie que han sido más que prolíficos en sus macabros y atroces actos, pero hablar de los actos cometidos por Luis Alfredo Garavito Cubillos, es tocar una herida que aun cala hondo en tierras colombianas.

El Monstruo de Génova

Luis Alfredo Garavito nació un 25 de enero de 1957 en Génova, Quindio en Colombia, hijo de Manuel Antonio Garavito y Rosa Delia Cubillos. Al igual que muchas otras familias de la zona, se vieron afectados por el conflicto armado, siendo desplazados por las guerrillas.

Según la misma biografía de Garavito, fue sufrió de una infancia llena de peripecias, pues siendo el mayor de siete hermanos, la casa sufría carencias y su padre, quien era un alcohólico y abusivo, lo golpeaba de manera brutal casi a diario, por lo que solía sufrir constates ataques de ira, paranoia y psicosis desde muy pequeño.

Garavito aseguró que jamás fue tocado por él, aunque si fue abusado a la edad de 13 años por un amigo cercano de la familia por casi dos años, lo ataba e incluso lo quemaba con una vela, lo mordía mientras se masturbaba, pero por vergüenza y miedo a su padre, nunca mencionó nada.

Tiempo después, sería abusado también por el sacerdote del pueblo donde se habían vuelto a mudar en Trujillo, pues este era un pederasta consumado. Se sabe que años más tarde, Garavito lo mando a matar con unos sicarios.

Por si fuera poco, y a pesar de que podría encolerizarse fácilmente, era el centro de atención de las burlas de sus compañeros de escuela por usar lentes y su apellido, llamándolo “garabato”.

A lo largo de su vida, tuvo muchos apodos, “El monje”, “La bestia”, “El cura”, “El loco”, “Tribilin”, “Bonifacio Morera Lizcano” o “Alfredo Salazar”, todos ellos usados como una manera de no ser descubierto y cubrir su identidad cada vez que se cambiaba de sitio.

Estuvo activo de 1992 a 1999, siendo sus victimas todos menores de edad de 6 a 16 años de edad, siendo considerado el mayor asesino serial y violador de niños (todos hombres) de toda la historia de la humanidad.

Tras su detención, confesó y se le contabilizaron más de 190 asesinatos, siendo así uno de los asesinos seriales más prolíficos de todos los tiempos, aunque estando tras las rejas, el mismo Garavito aseguró haber matado a más de 200 niños, todo esto en un lapso de 7 años.

Durante estos años, muchos niños de bajos recursos desaparecieron por todo Colombia, de los cuales sus restos aún no son encontrados y que incluso sus familias siguen buscando hasta el día de hoy.

Siete Años de Terror

Colombia siempre ha sido un país golpeado por momentos complicados, viviendo una ola de terror durante el auge de la droga y las guerras internas, sin embargo, durante los años 90, una ola de crímenes mantuvo en vilo a las comunidades más pobres de la nación y a la policía.

Conforme Garavito iba creciendo, se sentía confundido por su sexualidad, sentía atracción por jóvenes y niños pequeños. Aunque tuvo varias relaciones con mujeres, nunca lograba mantener una erección, sólo los más chicos lo excitaban.

En una ocasión cuando contaba con 15 años, sería apresado por tratar de abusar a un niño en una estación de trenes, tras esto, su padre lo correría de casa.

Luis Alfredo tenía problemas de alcoholismo severos, a penas a la edad de 18 años, bebía demasiado, incluso llegando a incluirse en Alcohólicos Anónimos, asistía a la iglesia y trabajaba de manera honrada.

Sin embargo, cada noche iba a los bares locales para emborracharse y pagarle a los niños de la zona por favores sexuales, una doble vida que lo consumía por dentro, lloraba por las noches e iba a misa para pedir perder desenfrenadamente.

Ya con 23 años de edad, pide ayude psiquiátrica, admite que había intento suicidarse y consideraba que su vida ya no valía nada, pero jamás mencionó nada sobre sus problemas con menores de edad.

Al igual que muchos otros asesinos seriales, se puede observar en Garavito una evolución cada vez más agresiva en sus actos, pasando a finales de los años 80 a secuestrar niños para abusar sexualmente de ellos e incluso utilizando métodos de tortura.

Con estos actos, descubre que siente más placer al hacerlos sufrir, los ataba, los cortaba, quemaba y mordía en los genitales, pero nos los asesina. En una pequeña libreta que siempre llevaba consigo, apuntaba los nombres de los niños que violaba.

A pesar de que realizaba todos estos actos por gusto propios y con plena conciencia, sentía una terrible culpa por esto mismo, lo consumía de manera atroz, llevándolo a beber cada vez más y leer la biblia de manera compulsiva llorando, pero no se detuvo.

Entre los años 1980 y 1992, se especula que violó a 200 niños sin llegar a asesinarlos, aunque no tardo en dar el siguiente paso.

En 1992 cometería su primer asesinato, donde al llevarse a un niño que vio jugando en un parque ofreciéndole dulces y dinero, tras violarlo y torturarlo, perdió la cabeza, apuñalándolo hasta la muerte.

Después de esto, comenzó a buscar victimas en plazas, paradas de autobús y mercados, lugares en los que se solía ver niños trabajando o mendigando.

Su modus operandi siempre era el mismo, se acercaba a ellos, les ofrecía dinero a algún tipo de trabajo rápido y se los llevaba a sitios apartados en fincas, estando a solas, los amenazaba con un cuchillo o un machete, lo amarraba y los obligaba a caminar en círculos hasta que se cansaran diciéndoles que los mataría.

Al principio, los asesinaba durante la violación, apuñalándoles el corazón, sin embargo, conforme sus crímenes fueron avanzando, se volvió más sádico por el placer que esto le provocaba.

Los apuñalaba en las manos, glúteos y por debajo de los riñones, evitando que murieran y degollándolos mientras los violaba. Cuando culminaba, los decapitaba con un machete y les amputaba los genitales para dejarlos dentro de sus bocas, algo que se volvió su marca personal.

Posteriormente, incluso les abría el vientre mientras estaban vivos, un corte largo y profundo, suficiente para sacar sus intestinos, pero no para morir en el acto. Durante estos actos atroces, Garavito fumaba cajetillas enteras y se tomaba toda una botella de brandi.

Por alguna razón que se desconoce pero que dejó de hacer cuando la policía comenzó su investigación más cerca de él, dejo vivir a un total de ocho niños tras violarlos, cortándoles un dedo pulgar.

Los asesinatos eran cada vez más brutales y Garavito estaba fuera de control, llegó a realizar actos satánicos, pues según sus declaraciones, quería contactar al diablo para hacer un pacto por dinero.

Después de dos años llenos de muertes y desapariciones de niños, las autoridades se encontraban sumamente preocupadas, eran varias ciudades donde sucedían los casos y los restos de estos empezaron a encontrarse en lugares poco transitados con signos de tortura.

Se sabe que incluso, la policía de Colombia, pidió ayuda al FBI, pues tenían poco conocimiento con asesinos de este tipo.

Se llegó a barajear diversos tipos de asuntos antes de llegar a la conclusión de que podía ser un solo hombre, desde venganzas entre sicarios jóvenes, asuntos de sectas satánicas o una red de trafico de órganos, pero nada concordaba con el ensañamiento que los restos mostraban.

Los casos se repetían por lo menos en 10 ciudades distintas, pero el clima, la vegetación y la diversidad de insectos y animales, complicaba el poder encontrar restos más completos para investigar.

Para ese entonces, incluso la ONU había hecho eco del asunto pues se contaba más del centenar de casos de cuerpos de niños encontrados, algunos demasiado jóvenes, todo el país estaba horrorizado y pedía justicia.

Fin del terror

Aunque para la policía parecían muchos cuerpos para ser de un sólo asesino, un par de investigadores que se obsesionaron con el caso pidieron documentos al FBI y las similitudes eran más que evidentes.

En todas las escenas los cadáveres se encontraban con una soga al cuello y mostraban signos de extrema tortura de horas o incluso días.

Todos eran lugares apartados y llenos de botellas de un brandi barato de la misma marca con colillas de cigarrillos regados. Además, Garavito comenzaba a cometer muchos errores.

En una ocasión se quedó dormido en una escena del crimen con un cigarro en la boca, cuando despertó, el fuego ya alcanzaba varios metros y a penas pudo huir del lugar con graves quemaduras, dejando evidencia que después fue utilizada en su contra.

Pero su último error fue un 22 de abril de 1999, cuando en una zona rural de Villavicencio, Meta, fue capturado al salir de un potrero de la localidad.

Anteriormente, tratando de realizar uno de sus crímenes, un indigente que pasaba por la zona escucho los gritos del menor, al ver la escena, atacó a Garavito con piedras y ambos huyeron del lugar para dar aviso a las autoridades.

Garavito ya había salido en diversas listas de los investigadores y procedió rápidamente a ser el principal sospechoso, tras unas cuantas horas, terminó confesando.

En total se adjudicó 140 asesinatos, pero la cifra nunca fue exacta, todos los apuntaba en una libreta

Polémicas

El caso de la detección de Garavito Cubillos, esta lleno de polémicas, una de ellas, llegó antes de ser capturado, pues la policía en su desesperación ante las críticas, capturaron al hombre equivocado, arruinándole su vida.

Además, ya tras las rejas, Garavito se encuentra aislado del resto de reclusos, pues sería asesinado en el acto por el odio que le tienen al cometer crímenes de esta índole, cuenta con espacio recreativo, incluso su propia celda que parece un cuarto y llega a poder utilizar un celular.

Sigue a El Sol de Hermosillo en Google News y mantente informado con las noticias más recientes

Por si fuera poco, a pesar de ser condenado en un principio a 1853 años de prisión, por ayudar en las investigaciones y buena conducta, sólo fue reducido a 40 años de prisión y podría quedar en libertad en el año 2023 con 68 años de edad, esto debido al antiguo sistema de leyes en Colombia.

En actos de extrema incoherencia y descaro, Garavito se ha declarado listo para salir, pues se siente preparado y rehabilitado, aseguró que quiere convertirse en congresista y abogar por los derechos de los niños.

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