El batarete es un platillo de origen sonorense que puede ser una opción comestible para la cuaresma; sus ingredientes son sencillos, relativamente económicos y fáciles de conseguir.
Son varios los puntos geográficos donde se hace esta preparación; sitios como Recetas de México señala que es una receta de origen yaqui, mientras que hay pobladores del Río Sonora y hasta en la Costa de Hermosillo en donde también lo preparan y tienen un sentido de pertenencia con el batarete.
Aunque no se conoce en su totalidad el origen del mismo, quizás se prepara en todas las regiones donde se produce el maíz.
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El batarete es una preparación semi líquida, cuyo espesor varía dependiendo del gusto de quien lo prepara y de sus comensales. Puede ser considerado como un postre por su sabor dulce y especiado, o como un platillo caldudo propio de la época de frío.
Qué ingredientes lleva
Para dos porciones servidas en plato hondo o para cuatro tazas medianas se necesitan:
Seis tazas de agua.
Dos tazas de pinole de maíz.
Una y media piezas de piloncillo (puede ser más, o menos, depende del dulzor que quieras darle).
Dos clavos de olor.
Rajas de canela al gusto.
Queso fresco al gusto.
¿Cómo se prepara el batarete?
Se ponen a hervir cuatro tazas de agua con la canela y los clavos de olor; se desbaratan un poco las piezas de piloncillo para que se disuelvan más fácilmente.
Aparte, en dos tazas de agua se diluye el pinole, hasta que no queden grumos.
El pinole proviene del elote: se prepara con palomitas de maíz trituradas hasta obtener un polvo muy fino.
Cuando está hirviendo el agua, se agrega el pinole diluido en agua y se revuelve hasta que quede un solo producto, sin grumos.
Hay que dejar que esta preparación dé un segundo hervor y, si gustas, puedes sacar los clavos de olor y la canela; esto hará que sea más cómodo al momento de consumirlo (y no vaya salirle como premio a uno de los comensales).
El batarete es una mezcla grumosa, espesa y dulce, a la que se le puede agregar un poco de queso fresco desmoronado (o desmenuzado) cuando está servido. Así tendrá un par de texturas.
Para algunas personas es una receta nueva, que puede acomodarse al menú cuaresmal, por no llevar carne roja y que podría, incluso ser parte de los ayunos por ser un alimento medianamente líquido (y calórico).
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Mientras que para otros, es parte de sus recuerdos de la niñez, una especie de cápsula del tiempo que te conduce a la nostalgia, un apapacho de tu mamá o de tus abuelos, o de quienes conforman las raíces de tu familia, de quienes ya trascendieron a la vida eterna y pueden tenerse por medio de un platillo perfumado, como “los de antes”, que pueden mantenerse en el ahora.
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