El 14 de octubre de 1830 se produjo la separación del Estado de Occidente, que era la unión del territorio que actualmente corresponde a Sonora y Sinaloa, debido a diferencias naturales, pero irreconciliables entre ambas regiones.
El cronista de Hermosillo, Ignacio Lagarda Lagarda, indicó que como en toda la historia de México, las divisiones políticas han cambiado a lo largo de los años y la de Sonora no es la excepción.
Dos años después de la independencia de 1821, las entonces provincias de Sonora y Sinaloa quedaron separadas momentáneamente, pero una año más tarde volvieron a reunificarlas creando el Estado Interno de Occidente.
“El Estado ocupaba todo lo que es el territorio de Sinaloa, Sonora, más lo que nos quitaron los norteamericanos en el Tratado de Guadalupe-Hidalgo, la famosa Mesilla, donde Sonora llegaba hasta Phoenix”, describió.
En 1823 se hablaba de la necesidad de dividir los estados y que fueran independientes cada uno de ellos, sin embargo una rebelión de indígenas yaquis encabezada por Juan Banderas impidió que esto sucediera.
No obstante la idea continúo vigente y fue la Legislatura de Occidente la que solicitó a los ayuntamientos que opinaran acerca de la separación, entonces se siguió trabajando en ello hasta que en 1830 los ánimos separatistas se habían vuelto incontenibles.
Lagarda Lagarda comentó que el Estado de Occidente no podía dividirse, pues la Constitución de 1824 tenía establecido que debían pasar seis años para que se pudiera dividir nuevamente el país y ello debía ser hasta el 4 de octubre de 1830.
De acuerdo con el cronista, había una enorme incompatibilidad de intereses económicos entre los grupos oligárquicos de cada una de las provincias, los cuales abarcaban diversos argumentos como los “genios y las costumbres” de los habitantes de ambas zonas, como se dijo en ese entonces.
“Lo cierto era que las actividades y problemas de una de las regiones afectaba a la otra, por ejemplo en Sonora había milicias para defender a los pueblos de los ataques de los indios rebeldes y de los apaches del norte, lo cual en Sinaloa no existía”, relató.
Ello le resultaba injusto al entonces Gobierno de Sinaloa, el cual debía gastar de su propio presupuesto para pagar las incursiones y demás gastos militares para algo que técnicamente no les incumbía.
Por otro lado, la familias acaudaladas de Álamos, la entonces capital del Estado de Occidente, perteneciente al distrito de El Fuerte, pugnaron porque se dividiera la región y que, de ser posible, la capital se quedara en el ahora pueblo mágico.
En tales ayeres, las familias con mayor influencia económica de Sonora estaban localizadas en Arizpe y en Álamos, debido a las relaciones económicas que guardaban con el puerto de Guaymas, mientras tanto en Culiacán tenían sus intereses por el puerto de Mazatlán.
Finalmente el 22 de julio de 1830, la Cámara de Diputados aprobó la ley respectiva de separación y, el 10 de septiembre de ese mismo año, lo hizo la Cámara de Senadores, pero la ley fue publicada hasta el 14 de octubre de ese año para respetar el plazo estipulado por la Constitución federal.
Dicha ley decía que el estado de Sinaloa estaba formado por los distritos de San Sebastián, Culiacán y El Fuerte y el de Sonora serían dos, el de Arizpe y el de Horcasitas; las familias de Álamos dejaron claro que no podían pertenecer al ahora estado sureño.
Según narró el historiador, fue así como Sinaloa perdió Álamos, mismo que quedó integrado a Sonora, de ahí también que la cultura, costumbres, comida y todas las formas de ser de los alamenses es igual a los habitantes de El Fuerte en Sinaloa.
Hasta el día de hoy, debido a la proximidad geográfica e histórica entre el norte de Sinaloa y el sur de Álamos, es posible ver la similitud entre ambos territorios, explicó Lagarda Lagarda.
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Como dato adicional, es meritorio destacar que el 5 de septiembre de 1828, cuando todavía existía el Estado de Occidente, su legislatura declaró por ley que nombrar como “Hermosillo” a la capital de la entidad.