Son más de 4 mil kilómetros los que tienes que recorrer desde la frontera sur hasta la norte de nuestro país, ahora imagínense esa distancia recorrerla en bicicleta, así fue la travesía de un hermosillense que por primer vez hizo la “Ruta Chichimeca 2023”, una proeza que le llevó dos meses y medio en donde tuvo que pasar de todo para poder alcanzar la meta.
Se trata de Pablo Ricardo Vega Cervantes, un ciclista urbano que desde hace tres años se hizo ciclista viajero e inició con su viaje el 1 de julio en Tijuana y concluyó el 21 de septiembre en la línea fronteriza entre México y Belice, en la Ciudad de Chetumal, fueron 83 días, y en ese trayecto recorrió 18 estados de la república arriba de su bicicleta, siempre acompañado de su amuleto el “Papá Pitufo”.
“Nunca pedí raite, nunca me subí al autobús, sí tuve fallas mecánicas, lo normal y este año la Ruta Chichimeca cumplió 20 años y fue una edición especial, podías iniciar de frontera norte hacia el sur o viceversa, ambos grupos salimos el mismo día y nos encontramos en Dolores Hidalgo, Guanajuato y al otro día cada quien siguió su ruta”, especificó el hermosillense, originario de la Colonia Olivares.
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Durante este trayecto se hacen pausas para recargar energías, casi siempre en una ciudad grande o capital de algún estado, que eso era cada 5 o 6 días, puesto que el pedaleo diario cuando era ruta corta eran entre 60 y 90 kilómetros y cuando se hacía larga la distancia llegaban hasta los 170 kilómetros.
Cualquiera puede participar en esa ruta, solo hay que estar en el banderazo de salida con bicicleta y todo el equipo que se necesita para realizar el trayecto y así fue como se presentó este año en Tijuana, decidió renunciar a su trabajo y ahorrar para conseguir todo lo necesario para la travesía, equipo, bolsas especiales, refacciones, herramientas, ánforas y muchas cosas más.
“El año pasado la Ruta Chichimeca pasó por el Estado de Sonora y después que terminaron empecé a ver videos y averigüe cuánto se gastaba y yo me hice la idea de que mínimo son 300 pesos diarios, 100 pesos por cada comida, más los imprevistos, a veces hay que meterse a un hotel, la bici también se desgasta y hay que comprar refacciones, son demasiados kilómetros”, detalló.
Su familia se preocupó mucho
Y con justa razón, pues se sabe de los peligros que existen en las carreteras con gente que va a exceso de velocidad, con los grandes camiones que por el volúmen que transportan son un peligro latente, pero no tuvo contratiempos salvo una caída que sufrió en la sierra de Durango que le provocó algunas heridas en la pierna y que estuvo cerca de hacerle abandonar la caravana, pero aguantó y al final se repuso y pudo continuar.
“Los primeros días son difíciles, sobre todo para mi mamá fue muy difícil de asimilar, pero todos los días estaba en constante comunicación con ella con llamadas, y mensajes a mis hermanos, ya sobre la marcha eso le fue dando confianza y al saber que no iba solo, que iba en grupo, se quedó más tranquila, porque salimos 40 cicloviajeros de Tijuana y nada más terminamos 10”, relató Pablo.
Las enseñanzas y lo que le dejó realizar esta ruta
Las enseñanzas y las experiencias son muchas para Pablo, pues se demostró de lo que es capaz, derrotó algunos fantasmas y temores, cuando iba avanzando se daba cuenta que podía seguir adelante y que podía lograrlo, con todos los peligros que implica ir al mismo tiempo en el camino con el tráfico pesado y todo lo que conlleva estar cerca de esos grandes vehículos.
“Cuando tuve un accidente, fui el que tuve la lesión más grave, cerca del ‘Espinazo del Diablo’, fue el día más gris porque me frustré, creí que todo se había acabado, en esas dos horas muchas cosas pasaron por mi mente, mi objetivo era terminar, me confronté a mí mismo y afortunadamente logré vencer esas barreras psicológicas y pude continuar, sobrepasé mis límites, algunas cosas en cuestión de supervivencia, muchas cosas que te ofrece la burbuja de confort, aquí le llaman la burbuja mágica”, reconoció.
La amabilidad de la gente es asombrosa
Durante todo ese trayecto los ciclo viajeros reciben ayuda de gente de manera bien desinteresada, hay personas que ponen su casa como sitio de descanso digamos que “oficial”, pues ya los ubican y ellos lo hacen de buen corazón, además de la que se van encontrando en el camino y que les ofrecen alimento, hidratación, regularmente las personas de condición más humilde son las que lo hacen más seguido.
“La comida que te ofrece la gente en la carretera, las botellas de agua, los electrolitos, todo eso, la verdad eso lo valoro mucho, sobre todo de esas personas que nos abrieron las puertas de su casa sin conocernos, sin saber de mi y me ofrecieron un plato de comida, un lugar donde descansar, sobre todo para el sur de México, mucha gente humilde, es algo increíble, le doy muchas gracias a esas personas”, reconoció.
Proyectos a futuro
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Formar la Red de Apoyo Cicloviajero en Sonora es una necesidad que él vio que se necesita realizar en nuestro estado y se trata de ir a buscar gente que esté interesada o relacionada a este tipo de deporte para establecer lazos en las principales ciudades del estado para contar con una comunidad como ya se cuenta en otras partes del país y del mundo.
Se trata de agregarse a las Red de Apoyo Cicloviajero México (RAC), que es una organización ciudadana que da apoyo a las y los cicloviajeros que se encuentren recorriendo nuestro país en bicicleta y aquí en Sonora no hay prácticamente nada establecido y de regreso en Navojoa hizo sus primero pasos para establecer esta red con amigos, conocidos entusiastas, lo mismo pasó en Ciudad Obregón, en Guaymas, él en Hermosillo y así poder llegar en las ciudades del norte también.
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