Durante la pandemia de Covid-19 la tecnología de ARN mensajero (mRNA) aplicada en vacunas ha permitido combatir el avance de la enfermedad a un ritmo nunca antes visto; las vacunas desarrolladas a partir de este avance prometen cambiar el futuro de la medicina, y el nuevo coronavirus dista mucho de ser su única aplicación. Ahora un grupo de científicos tiene la mira puesta en la enfermedad de Lyme.
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La enfermedad de Lyme, o borrelosis, trata de una infección bacteriana que se contagia a los humanos a partir de la mordedura de una garrapata infectada con algunas variedades de bacterias pertenecientes al género Borrelia.
Entre tres y 30 días después de la mordedura de garrapata los síntomas empiezan a hacerse presentes, como enrojecimiento y sarpullido en el área afectada, fiebre, dolor de cabeza, escalofríos y dolores musculares y articulares. De no ser tratada la infección puede extenderse a órganos vitales como el corazón y sistema nervioso, causando parálisis, artritis, inflamación y dolores punzantes.
Aunque la enfermedad de Lyme es tratable, especialmente si se detecta a tiempo, existen millones de personas al año en el mundo que desarrollan afectaciones permanentes debido al daño provocado por la enfermedad. Solamente en Estados Unidos, donde es una de las enfermedades más comunes transmitidas de animales a humanos, se suman 476 mil casos al año. Al menos 1.6 millones de personas en este país viven con secuelas.
Aquí es donde entra la investigación de Erol Fikrig, de la Escuela de Medicina de Yale, quien por los últimos 10 años ha experimentado con el desarrollo de una vacuna que utiliza una forma novedosa de prevenir la enfermedad: No ataca a la bacteria, sino a la garrapata.
La vacuna de mRNA, que fue probada en conejillos de indias, hace que las mordidas de la garrapata se inflamen e irriten, lo que lleva a que el parásito no pueda alimentarse apropiadamente y se caiga antes de poder transmitir la enfermedad de Lyme. Ahora se espera que el producto pueda trabajar de forma similar en humanos.
Para lograr esto el equipo de investigadores a cargo de Fikrig aisló 19 fragmentos distintos de ARN mensajero, cada uno conteniendo una proteína diferente, o antígeno, a partir de la saliva de garrapata; todo esto se combina en una sola vacuna que enseña al cuerpo a activar una reacción del sistema inmune cuando es mordido por estos animales.
En los humanos por lo regular las garrapatas se alimentan sin que la víctima se de cuenta, pudiendo pasar más de cuatro días alimentándose de forma ininterrumpida. Con esta vacuna la mordida se transforma en una herida que, además de inflamarse, también da mucha comezón, elevando la posibilidad de que la persona afectada se de cuenta y remueva al animal. Para transmitir la enfermedad de Lyme la mayoría de estos animales necesitan alimentarse por al menos 36 horas.
Otra ventaja de enfocarse en una vacuna contra las garrapatas es la posibilidad de prevenir otras enfermedades que estos parásitos transmiten sin necesidad de desarrollar nuevas vacunas, como es el caso de la babesiosis.
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Hasta el momento se espera que esta vacuna inicie sus pruebas en humanos luego de dar resultados prometedores en animales, sentando otro precedente para la tecnología con la que fue realizada.