Catrinas, un maquillaje que se inspira en la tradición del Día de Muertos

La artista Colo Rodríguez encontró en el bodypaint una pasión, y pintar catrinas es uno de sus trabajos favoritos por la variedad de estilos y formas que pueden llevar

Manuel Velázquez | El Sol de Hermosillo

  · miércoles 19 de octubre de 2022

La catrina es un personajes más emblemáticos del Día de Muertos / Foto: Cortesía | Gerardo López Gerardo / Jacova Producciones

Cuando las catrinas comienzan a salir se sienten los aires frescos de otoño y el misticismo y la magia acompañan sus pasos allá por donde van. Su representación de La Muerte forma parte de la cultura mexicana y de la tradición de celebrar el Día de Muertos.

Las hay sencillas con tonos alegres, suaves y armónicos; las hay teatrales con un halo más oscuro y elegante vestimenta de época; y también las hay más cadavéricas, donde resaltan los huesos en la piel, dando un aspecto más realista. Altas, bajitas, de huesos blancos o de colores, de piel morena, delgadas como una escoba o de anchas caderas.

Las catrinas se pueden encontrar en todas las formas, y siempre se les ve durante las noches de octubre, apenas unos días o semanas antes de la gran celebración, el 2 de noviembre, cuando las familias mexicanas acuden a los panteones a llevar flores, veladoras y alguna ofrenda para sus difuntos, para iluminar su camino y celebrar su breve visita al mundo de los vivos.

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Para Colo Rodríguez, quien se dedica desde hace algunos años al arte del bodypaint o pintura corporal, pintar catrinas es un lujo de esta temporada, pues es un personaje con el que puede dar rienda suelta a su imaginación, además de que conecta con la magia de una tradición muy regional… muy mexicana.

“Pintar catrinas yo creo que tiene algo especial porque es como algo regional, algo de nuestra cultura que me gusta porque puedes jugar bastante con los estilos, porque puedes ir de algo muy extremo a otro. Puedes hacer algo en pura pedrería, puedes hacer algo en colores neones, en oro, plata, negros, o sea, hay una gama muy extensa de estilos”, expresó en entrevista con El Sol de Hermosillo.

Inspirarse en los detalles

A la hora de realizar un trabajo para pintar una catrina, la artista hermosillense toma en cuenta algunos detalles para inspirarse, como el vestuario que la persona va a utilizar o el tocado con que el que planea coronarse, el cual puede ser florar, en pedrería, sencillo, con todos dorados o plateados, entre otros.

“Hay muchos tipos de tocados, pueden ser de flores, tipo coronas, hay otros con cadenas y con diferentes tipos de accesorios. Pienso que hay mucha variedad, y que cada día puedes hacer cosas diferentes y diferentes y no tiene fin esto de las catrinas y es algo muy bonito, es una tradición muy, muy bonita que yo creo que por eso se está poniendo como cada vez más en tendencia porque hay como muchas cosas muy rescatables en esa tradición”, comentó.

De igual forma, Colo Rodríguez apuntó que el color de los huesos es algo que puede variar, dependiendo de la idea que tenga el artista o la persona que pidió el trabajo; en ocasiones los huesos pueden ser de color o tener detalles como flores, cactus y otros diseños que surjan de la imaginación de la persona.

“No necesariamente tienen que ser huesos blancos o color hueso como tal, puedes jugar tanto con eso que puedes hacer huesos de colores, bueno pienso que no tiene límites, el límite es la imaginación del artista, el que está elaborando lo que hay en tu mente, es el límite de lo que se puede hacer”, expuso.

El bodypaint, una pasión descubierta

Colo Rodríguez inició su carrera como pinta caritas, una profesión que a la fecha sigue llevando a cabo y que disfruta plenamente, sin embargo, cuando descubrió el arte del bodypaint se enamoró al instante de la técnica y de todas las formas y estilos con los que se puede trabajar.

“Me gustó mucho siempre maquillar a los niños, hasta la fecha lo hago y me encanta aún, pero tuve como esa inquietud de hacer algo más; me llamaba mucho la atención cuando veía que hacían bodypaint o trabajos así más elaborados. Hasta que tuve la oportunidad, invitada por otra amiga payasita, a ir a un evento internacional de bodypaint en la Ciudad de México y ahí fue cuando entré de lleno a elaborar este tipo de trabajos”, dijo.

Desde entonces ha continuado aprendiendo, capacitándose y haciendo sus trabajos con la mayor pasión posible, con el objetivo de que sus clientes queden siempre satisfechos y en un futuro regresen por otro trabajo o bien, la recomienden con otras personas.

Entre sus metas a futuro está competir en el mundial de Austria, un evento internacional donde acuden los mejores artistas de body y facepaint. Colo mencionó que, en los últimos tres años, han sido artistas mexicanos quienes han ganado los primeros lugares, lo cual le emociona y la llena de orgullo, de saber que en México hay talento suficiente para ese tipo de competencias mundiales.

“Es un gran orgullo saber que personas mexicanas tienen ese talentazo de ir a competir a nivel mundial y traerse tan buenos lugares. Entonces es como una meta alta competir en un mundial, pero la experiencia ha de ser genial, el simple hecho de estar ahí y convivir con todas esas personas que les gusta les apasiona y se dedican a lo mismo que tú. Es un sueño que espero que pronto se me haga realidad”, finalizó.

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Para Colo Rodríguez, las tradiciones de Día de Muertos es algo a lo que le tiene mucho respeto y admiración, y que le ha ayudado a seguir desarrollando sus habilidades como bodypainter realizando diversos trabajos de catrinas, catrines y, en esta ocasión, hasta caballos de catrín.

“Ahora tuvimos una experiencia muy distinta porque, aunque es pintar un cuerpo, en esta ocasión no fue una persona, fue de un caballo, pintamos un cuerpo de un caballo. Es la primera vez que pinto un animal. Pienso que fue relativamente fácil, pero, las diferencias es que la anatomía de un animal es muy diferente a la de un ser humano, y la otra sería la textura porque el caballo tiene pelaje y pues las personas no”, detalló.

Si bien, la experiencia fue divertida y enriquecedora, la tensión también se mantuvo durante toda la sesión, al no saber cómo podría reaccionar el caballo mientras lo estuvieran pintado, pues no es algo que ocurra con frecuencia.

“Fue muy padre, me gustó, aunque me sentí un poco tensa porque, la reacción del caballo no sabía cómo podía ser, que a lo mejor podía reaccionar ante la sensibilidad de que lo estuviera tocando, del pincel o la pintura, y que pudiera reaccionar, pero no, el caballo se portó super tranquilo, muy bien, pero sí tenía como ese cierto temor de que el caballo reaccionara de manera agresiva”, dijo.

Para esta actividad utilizaron pinturas que no dañan la piel ni el pelaje del caballo, y el proceso duró cerca de dos horas para realizar las pintas con cuidado y no incomodarlo demasiado, por lo que se mantuvo tranquilo durante todo el tiempo. Además, en todo momento se mantuvo cuidado y protegido para no causarle estrés ni ninguna otra situación.

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