No se trata de un dulce propiamente sonorense, pero es una tradición que llegó a estas tierras para quedarse, con la llegada de las misiones religiosas a Sonora luego de la conquista, ya que las obleas, que son considerados dentro del universo de los pastelillos, tiene sus orígenes desde le Edad Media en Europa.
Están hechas a base de harina de trigo, un cereal que no existía de este lado del Océano Atlántico y fue traído por los conquistadores, principalmente para la elaboración de pan, aunque como en la actualidad lo conocemos se puede utilizar de muchas formas y una de ellas es esta que con maestría han perfeccionado a través de los años en San Pedro de la Cueva, convirtiéndose en un sello de la región.
Así lo comparte en su canal de Tik Tok “Doña Lupe Sonorense”, una creadora digital que se encarga de mostrarle al mundo las tradiciones que existen en Sonora y en su video se aprecia el proceso de elaboración de este dulce que con el paso del tiempo se ha convertido en mexicano, pues se puede encontrar prácticamente en cualquier región del país.
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Obleas paso a paso
La oblea es una lámina de harina de trigo tostado, una especie de tortilla que se hace entre dos comales y en el video de “Doña Lupe” se ven una especie de tenazas o zarandas, que tienen dos placas metálicas, donde se coloca la harina y se pone sobre el fuego de ambas caras hasta que queda bien tostado y luego le dan la forma rectangular con unas tijeras, quitándole las orillas malformadas.
Después en una olla se ponen a derretir algunas piezas de piloncillo para crear una miel que se va a embarrar en las obleas que se coronan con cacahuate o nuez quebrada, para, finalmente, crear una especie de sandwich, que ya es la presentación que se acaba empacando para su comercialización.
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No en todos lados las hacen de esta manera, ya que la forma más conocida a nivel nacional es la redonda, y en algunos sitios le agregan colorantes a la harina para que el producto sea aún más atractivo, además que el relleno también puede variar con una gran diversidad de mieles frutales, todo depende de quien las haga y le de su toque especial.
Sin duda esos rectángulos de sabor son un sello que distingue a la oblea sonorense de la de cualquier otra parte del país, hecha por manos expertas, que han heredado esa tradición por generaciones y que en los pueblos como lo es San Pedro de la Cueva, se pueden encontrar recién hechas, para llevar y compartir con los amigos y la familia, un buen regalo para cualquiera.
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