Rodeada por varios cerros, la colonia El Coloso Bajo es uno de los referentes poblacionales en Hermosillo, al ser de los primeros asentamientos que conformaron integrantes de la etnia Yaqui alrededor de 1930 y posteriormente tuvieron una inclusión importante de mineros que llegaron de localidades como Nacozari, Cananea, entre otras, en busca de mejores oportunidades.
Con más de un siglo de haberse fundado, aquellos tiempos de carencias por servicios básicos han quedado atrás, aparentemente, pues ahora cuentan con parques, calles pavimentadas, iluminación, entre otros beneficios que por décadas les fueron negados.
Basta recorrer sus callejones y vialidades para sentir la historia que tiene ese lugar, ya que las fachadas o techos de algunas viviendas, creadas con adobe, se mantienen de pie, pero no por mucho tiempo, quizás porque los propietarios no tienen para rehabilitarlas o simplemente esperan una oportunidad para irse a otro lugar con mejor vista o infraestructura.
Algunos de los residentes platicaron a El Sol de Hermosillo que viven tiempos de paz, luego de que a finales de los ochentas y casi todos los noventas fueron presas de una ola de violencia por parte de los denominados “mariguanos”, quienes asediaban los hogares o a ellos mismos para arrebatarles sus pertenencias, pero para José aplica bien aquel viejo dicho: “No hay mal que dure 100 años”.
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Las disputas entre los conocidos “Los 500’s”, “Los Ranas” o “Los Coricos” quedaron en el pasado, así como aquellas batallas campales con las bandas de El Ranchito, Mariachi o 5 de Mayo, para darle paso ahora a un entorno mucho más pacífico, concordaron.
La escuela profesor Lázaro Mercado es el claro ejemplo de que, aun con las carencias que han padecido cientos de familias, la educación no ha estado exenta en los hijos, pues dicha institución permanece en funciones, ya con varias generaciones de egresados a cuestas.
Al estar justo en medio del canal que sirve para el desagüe de aguas residuales desde El Ranchito hasta el Vado del Río, suelen batallar con la acumulación de matorrales y basura en el interior; por ello aprovecharon para hacer un llamado a las autoridades para que les ayuden a revertir ese escenario.
Sus habitantes saben que cada vez es menos el número de “coloseños” que quedan ahí, ya sea porque hombres y mujeres de edad adulta se han adelantado en el camino, o porque las nuevas generaciones optan por cambiar de domicilio; sin embargo, todos afirman que, al ser oriundos de ese sitio, llevan fortalecida la esencia de ser sonorense.
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Tradiciones
Cada Semana Santa organizan las ceremonias relacionadas con los fariseos, las cuales suelen tener un alto número de visitantes por los vistosos atuendos y máscaras que se colocan los participantes.
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