En el mundo de los asesinos seriales, los más aterradores suelen ser los que a pesar de la naturaleza de sus crímenes nunca fueron atrapados. Luego están otros, como la llamada “Fantasma de Heilbronn”, que atemorizó a las autoridades europeas por más de una década. Su secreto: La asesina no existía.
La historia comenzó en 1993: Liselotte Shclenger, de 62 años, yace muerta en su casa de Idar-Oberstein, Alemania. Junto a ella se encuentra el arma homicida, un alambre sacado un ramo de flores descubierto cerca de su cuerpo.
Sin sospechosos ni testigos, las únicas pruebas que pudieron ser recuperadas fueron rastros de ADN, particularmente el de una mujer, encontrado en una taza de té junto al cuerpo.
El caso con el tiempo pasaría a ser olvidado, sin ninguna muestra que coincidiera cayendo en manos de las autoridades por los años siguientes. Esto cambiaría en 2001, con un nuevo asesinato.
En marzo de 2001 una mujer de 61 años fue encontrada muerta en su cocina, esta vez en la ciudad de Freiburg. El caso era perturbadoramente similar, una mujer de la tercera edad estrangulada en su propia casa. El ADN de la asesina de Leiselotte Shlenger estaba ahí otra vez, se trataba entonces de una posible asesina serial.
Durante los siguientes ocho años la mujer misteriosa apareció en forma de ADN en múltiples escenas del crimen que no tenían, aparentemente, nada que ver entre sí.
Una jeringa con heroína descartada sobre la cual una niña de 7 años tuvo el infortunio de pisar fue descubierta ocho meses después del segundo asesinato; el ADN misterioso también estaba ahí. Poco después apareció de nuevo en una galleta dentro de un auto robado, en una oficina asaltada en Dietzenbach y en Heilbronn, la ciudad que le dio su nombre al misterio, dentro de un vehículo abandonado.
Pronto el ADN comenzaría a aparecer en todos lados, incluso en crímenes que aparentemente no tenían nada que ver con una asesina serial. Hasta 40 escenas del crimen a lo largo de Francia, Alemania y Austria identificaron las mismas muestras. En la lista se incluyen robos, asesinatos y asaltos a mano armada.
El nombre de “El fantasma de Heilbronn” surgió luego de que una oficial de policía que se encontraba almorzando con su compañero fuera asesinada a tiros por la espalda, dejando muestras de la presunta asesina por toda la patrulla. La mujer había ido ya demasiado lejos, y una recompensa de 300 mil euros se levantó por cualquier información sobre su paradero.
Sería hasta 2009 cuando, siguiendo una investigación poco convencional, la asesina serial que sembró el miedo en Europa fue descubierta, con la particularidad de no existir.
No existía una asesina, el ADN de la mujer más buscada por las autoridades provenía de una trabajadora en una compañía de suministros médicos responsable de proveer a la policía con el equipo para realizar estas pruebas.