Imagina un día cansado en el trabajo, tan cansado que tus párpados pesan y empiezas a dormir sin apenas darte cuenta. En un momento despiertas y, sorpresa, ahora estás en medio de las Filipinas, sin tener idea de cómo regresar a casa ni mucho menos de cómo llegaste ahí.
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Así le sucedió, pero al revés, a un soldado español estacionado en Filipinas durante la época de la conquista, cuando México y estas islas pertenecían por conquista al mismo imperio.
Según cuenta la leyenda, una noche del 24 de octubre Gil Pérez se encontraba de guardia en la plaza de armas de Manila, custodiando la casa del gobernador. El ambiente era pesado y lúgubre, el día anterior el gobernador Gómez Pérez Dasmariñas había muerto en manos de piratas chinos; aún así la guardia permanecía de pie a la espera de un nuevo nombramiento.
Repentinamente el soldado comenzó a sentir mareo y sueño, tanto que decidió recargarse en la pared y descansar los ojos por un momento; cuando volvió en sí mismo se encontró en una ajetreada ciudad que le resultaba completamente desconocida: Ahora estaba en la Plaza Mayor de la Ciudad de México.
Con todo y su uniforme, el español comenzó a deambular por las calles de la ciudad preguntando a los transeúntes en dónde se encontraba, hasta que fue reconocido por un grupo de guardias como soldado español, quienes lo detuvieron para interrogarlo.
La historia de Gil Perez le resultó difícil de creer a los guardias, y con razón, estando a más de dos meses de viaje en barco desde Filipinas. La noticia de la muerte del gobernador Gómez Pérez era también desconocida en ese momento, por lo que de poco sirvió para probar la veracidad de su historia.
Sin saber qué hacer con él, los guardias del Virreinato de México decidieron arrestarlo por desertor y servidor de Satanás, poniéndolo frente a la temida Santa Inquisición para ser interrogado.
Frente a la inquisición el soldado misterioso mantuvo siempre la misma historia de haberse quedado dormido y aparecer repentinamente al otro lado del mar, con lo cual decidieron encerrarlo como practicante de artes oscuras.
Tras dos meses de encierro un navío proveniente de Filipinas llegó a costas mexicanas cargando la noticia del asesinato del gobernador. La historia de Gil Pérez no solo era cierta, sino que también ampliamente conocida entre la población local, por lo que las noticias llegaron rápidamente a la Ciudad de México, el aparecido decía la verdad.
Con todas las pruebas necesarias, la inquisición dejó ir al guardia español, quien decidió dejar el Virreinato de México para regresar a su hogar en Filipinas.
La verdad detrás del mito
Aunque poco se sabe de la veracidad del evento histórico detrás de esta leyenda, sí se sabe que su versión actual, incluyendo el nombre del soldado “Gil Pérez” vienen de la versión publicada por el folklorista Thomas Allibone Janvier, titulada “El espectro viviente”.
El mismo Janvier advirtió en su momento que historias similares existen en diversos folklores, pero la versión más antigua de esta historia fue la relatada por Fray Gaspar de San Agustín en 1698, en su narración de la conquista española de las Filipinas. Aunque el nombre del soldado no se menciona en esa versión, sí que se le atribuye el suceso extraño a un acto de Satanás.
En 1609 el historiador de las Filipinas Antonio de Morga escribió que la muerte del gobernador se supo el mismo día que ocurrió en México, sin aclarar como esto pudo ser posible.
Muchos creyentes de la leyenda aseguran que se trata de un caso de abducción o teletransportación, aunque lo único seguro es que la leyenda continúa circulando hasta nuestros días.