Para la humanidad, descubrir los motivos o el porqué de las cosas, siempre ha sido objeto de estudio, buscando respuestas que nos lleven a poder entender un poco mejor al mundo que nos rodea y a nosotros mismos como especie.
Sin embargo, conforme nuestra capacidad de entendimiento aumenta, también la complejidad con la cual nos encontramos al momento de estudiarnos a nosotros mismos, por lo que cuando personas que encuentran placer en aquello que consideramos como malo o aberrante aparecen, las preguntas vuelven a surgir.
Un asesino, ¿nace o se hace? Hasta hoy en día, esa pregunta sigue siendo debatida y cuando en 1929 se presentaron una serie de asesinatos sumamente horrendos en Düsseldorf, Alemania, tan sólo unos cuantos años después de lo sucedido en Inglaterra con el famoso, “Jack el Destripador”, la sociedad volvió a preguntarse, ¿qué tan complejo es el ser humano?
El vampiro de Düsseldorf
Peter Kürten nació un 26 de mayo de 1883 en Mülheim, una pequeña localidad que hoy en día es un distrito de la ciudad de Colonia en Alemania, siendo el tercer hermano de trece en una familia extremadamente pobre de la región.
Desde muy pequeño, Kürten no tuvo una vida fácil, pues la pobreza era habitual por aquella época en la zona, además debía soportar los maltratos de su padre, quien era alcohólico y golpeaba constantemente a su madre e incluso violaba a sus hermanas, algo que Peter miraba cada noche.
Con tan sólo ocho años de edad, Kürten terminó por huir de casa, llegando a Düsseldorf, donde empezaría a cometer delitos para poder sobrevivir. Al mismo tiempo comienza a torturas animales, algo que termina por obsesionarlo.
Cuando tenía nueve años de edad, tira a un chico de cinco años al río Rin, esperando que este se ahogue, al ver esto, otro chico que estaba por ahí, salta para tratar de ayudarlo, sin embargo, Kürten lo golpeó con un madero en la cabeza y se quedó para observarlos morir. Al fin se dictamino como accidente.
Más tarde y experimentando un despertar sexual temprano y mal encaminado por lo que había visto en casa, gracias a un amigo suyo (un drogadicto de la zona), aprende a masturbar perros, para después empezar a tener sexo con ellos.
Sin embargo, sus actos zoofílicos se fueron convirtiendo cada vez más sádicos, pues descubrió que si los apuñalaba y degollaba cuando estaba a punto de llegar al orgasmo, esto le producía aun más placer. Mirar la sangre salir de los cuerpos, era algo que lo maravillaba.
A la edad de 14 años, consigue un empleo en una perrera, lugar donde puede dar rienda suelta a sus oscuros placeres, pues pudo violar, torturas y matar perros callejeros a sus anchas.
Conforme fue creciendo, sus depravaciones también aumentaron, cometiendo variedad de delitos, siendo apresado a la edad de 17 años por robo, siendo encarcelado por dos años. Es allí, donde comienza a fantasear con matar gente.
Tras salir de prisión, comienza a quemar hasta tres graneros al día, quedándose a ver las llamas y masturbándose con los chillidos de los animales que morían calcinados. Se sabe que incluso muriendo algunas personas en estos incendios. Pero las más oscuras fantasías de Kürten tomaron forma cuando este tenía 20 años de edad.
El 13 de mayo de 1913, Peter ingresó a una taberna buscando robar algunas pertenencias de valor, sin embargo, en el interior de una habitación, se encontró con Khristine Klein, una menor de trece años que dormía sola.
Kürten la estranguló, sodomizo con sus dedos, mordió su lengua y finalmente la degolló casi hasta decapitarla. Por si fuera poco, bebió sangre de la herida y huyó del lugar tras dejar un pañuelo con sus iniciales (P.K.).
A pesar de esto, no se pudo comprobar nada en su contra, pues el padre de la menor, el dueño del bar (llamado Peter Klein), mencionó que su hermano un día anterior lo había amenazado con hacerle algo que recordaría toda su vida.
A la distancia, Kürten se mantuvo informado de los juicios, se sentía completamente extasiado y quería volver a experimentar esa sensación de nuevo, todo aquello lo excitaba.
No se sabe a ciencia cierta, pero se especula que cometió otro par de asesinatos después de esto, pero tras ser acusado de intentar estrangular a una prostituta (sumado a otros crímenes menores), terminó por ser encarcelado por un periodo de ocho años, saliendo en libertad en 1921.
Tras salir libre, Peter comienza a mentir, diciendo que había luchado en la recién concluida Primera Guerra Mundial, algo que le traía admiración y respeto por parte de sus vecinos en la ciudad de Altenburgo, lugar al cual se trasladó.
De igual manera, comienza a vestirse de manera formal, buscando camuflarse con la sociedad, pues se había dado cuenta que era la forma de pasar desapercibido. Incluso contrajo matrimonio con una mujer que buscaba dejar atrás su pasado como prostituta.
Con tez pálida, ojos fríos, carácter amable y callado, un empleo estable (aunque sin mucho dinero), siempre vestido de saco, corbata y sombrero, Kürten vivió una vida completamente normal durante cuatro años, volviendo a Düsseldorf en 1925.
Comienza la locura
Sin embargo, no tardo en dejarse llevar por sus fantasías. Recorría los callejones de noche en busca que mujeres jóvenes, las atacaba, golpeaba, abusaba sexualmente de ellas, las estrangulaba y las cortaba innumerables veces con un par de tijeras.
Algunas sobrevivientes de estos crímenes, comentaban con horror como el sujeto bebía compulsivamente la sangre que salía de sus heridas, por lo que los periódicos no se hicieron esperar con la noticia, apodándolo como el “vampiro de Düsseldorf”, noticia que logró incluso opacar lo realizado por Jack “El destripador” en Inglaterra.
Con toda Alemania horrorizada, el cuerpo de una pequeña niña de ocho años fue encontrado en una construcción abandonada, provoco indignación en la ciudad. La niña había sido apuñalada trece veces en la cabeza, cuello y vagina, había sido violada, además de haber sido bebida su sangre e intentado quemar el cadáver.
Pero no sólo atacaba mujeres, pues algunos hombres fueron encontrados con puñaladas en todo el cuerpo y sangre extraída, el sello del “vampiro”.
A pesar de la presión por parte de la ciudadanía, la policía alemana no tenía pista alguna que lo llevará a algún sospechoso e incluso habían acusado a otros hombres de los brutales crímenes.
En 1929, Kürten estaba fuera de sí, tan sólo en un lapso de dos semanas, se habían encontrado cerca de cinco cadáveres adjudicados a él, además de otras decenas de personas con heridas graves tras ser atacadas.
Dentro de los crímenes más atroces, se incluye el asesinato de dos hermanas de cinco y catorce años, que jugaban en un centro de atracciones cerca de un bosque, a quienes engaño para después asesinarlas con su marca personal.
Meses después hizo lo propio con una niña de cinco años, por si fuera poco, una carta llega al periódico de la ciudad, donde se indicaba en un mapa donde podrían encontrar el cadáver de la pequeña extraviada. Como ya era costumbre, al momento de ser descubierto el crimen, Kürten se encontraba presente en el lugar.
La presión social era tan inmensa y las autoridades estaban tan desconcertadas, que decidieron otorgar recompensa para cualquiera que diera algún dato sobre el asesino, lo cual arrojó a casi 2 mil hombres como sospechosos.
Un giro inesperado
Durante 1930, los ataques del asesino seguían siendo frecuentes en los callejones oscuros de Düsseldorf, pero no llegaban a ser fatales. Tiempo después, investigadores adjudican tantos casos de este tipo a que Kürten eyaculaba antes de llegar a asesinar, por lo que perdía el interese y se iba. Este último punto, termino siendo el factor que jugaría en su contra.
El 14 de mayo de 1930, Maria Budlick se sintió amenazada por un hombre que se había ofrecido a encaminarla hacia su destino, pero este desviaba su camino por un bosque, algo que la puso nerviosa.
Como sabía sobre el asesino que tenía en vilo a toda la ciudad, pidió ayuda a otro hombre que pasaba por ahí, quien gustosamente se ofreció a ayudarla.
Budlick le comentó al hombre que se encontraba en una situación algo desesperada y ocupaba conseguir empleo, así como un lugar donde dormir, por lo que Kürten le ofreció una habitación en un departamento que tenía y ella aceptó, según sus declaraciones, a cambio de sexo.
Cuando llegaron al lugar, Maria cambió de parecer, por lo que le pidió que la acompañara a otro sitio donde pasar la noche y él no insistió.
La llevo a una zona cerca de la estación ferroviaria y al ver que estaban a solas, como si fuera por instinto comenzó a estrangularla, sin embargo, eyaculó antes de matarla, por lo que la dejó en estado de seminconsciencia.
Tras contarle a un amigo a través de una carta, este habló con las autoridades y convenció a la chica de recordar donde vivía aquel hombre, guiándolos hasta el departamento, donde consiguieron el nombre de Peter e incluso estuvieron a punto de detenerlo, pero logró escapar.
Después de tanto tiempo, la policía al fin tenía un nombre y su sospechoso, quien sabía que estaba en problemas, pues aunque no había nada que lo relacionara con los asesinatos, un nuevo cargó por intento de homicidio podía dejarlo tras las rejas un largo tiempo.
Al llegar a la casa donde vivía con su esposa, hizo maletas y huyo, pero a los días volvió a casa de su esposa con quien se sinceró, contándole lo sucedido con la mujer la noche pasada.
Su esposa rompió en llanto, pues con su esposo en prisión, quedaría totalmente en la calle, era mayor y no podía encontrar un trabajo digno, ni siquiera prostituirse.
Después de unas horas, Kürten hizo algo que parece totalmente ilógico, pues le confesó a su mujer que él era el famoso “vampiro de Düsseldorf”, algo que dejó atónita a la mujer.
Peter, le relató varios de sus crímenes y le dijo que lo delatará a la policía, de esta forma, ella podría cobrar el dinero que se ofrecía como recompensa y no quedaría en la calle a pesar de que él fuera tras las rejas.
Aunque dudo, al final accedió y fue a la policía donde relató todo, explicando que se vería con su esposo en la plaza, por lo que los agentes rodearon el lugar, a pesar de que no sabrían que pasaría y con los policías bien armados, Kürten se entregó pacíficamente. “No hay necesidad de estar asustados”, fueron sus palabras.
Después de su detención, los especialistas quedaron completamente fascinados con la personalidad del asesino. A pesar de las suposiciones, Peter no era un demente, era alguien completamente razonable, hablaba de manera tranquila, se vestía elegantemente, algo que distaba mucho de sus pensamientos aberrantes.
También contaba con una memoria casi perfecta cuando se trataba de recordar de sus asesinatos, parecía que los estuviera viendo en su mente tal cual estuviera allí en ese momento.
Todo esto influyo para que se realizasen los primeros estudios serios sobre lo que mucho tiempo después se dictamino como asesinos en serie, fue el comienzo de investigaciones que cambiaron el cómo interpretamos la mente de las personas.
“El Vampiro” confesó alrededor de 79 delitos, siendo culpable de 9 asesinatos, 7 intentos de asesinato y 79 casos de agresión sexual, condenado a morir en la guillotina.
La ejecución se llevó el 2 de julio de 1931 en Colonia, Alemania, sin embargo, Kürten nunca se mostró preocupado o asustado por estar cerca de morir, de hecho, las únicas veces que mostró preocupación, fue por su esposa, pues pedía que se le asegurara recibir la recompensa. En sus palabras, aseguraba que la amaba y no quería que sufriera en las calles.
El día de la ejecución, dejaría una última frase que pasaría a la historia, la cual fue una pregunta a uno de los psicólogos con quien hizo amistad.
“Dígame, después de que mi cabeza se haya desprendido de mi cuerpo, ¿podré oír, por lo menos por un momento, el sonido de mi propia sangre cuando brote de mi cuello? Sería el mayor placer para terminar con todos mis placeres”.
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Actualmente, la cabeza de Kürter, tras ser analizada durante años por especialistas, se conserva en el museo de Wisconsin Dells, en los Estados Unidos.
Hasta la fecha, Peter Kürter se considera uno de los peores asesinos en serie y agresor sexual de toda la humanidad, cambió por completo el como se ven a este tipo de criminales, marcando un antes y un después en la ciencia criminalística.