Desde 1984 Francisco Esparza, de 70 años, se ha dedicado a la reparación de relojes. Por cuatro décadas ha presenciado cómo el oficio ha cambiado de lo mecánico a lo electrónico y después a lo digital, dejando poco espacio en el negocio para quienes quieren seguir trabajando este arte y, sin embargo, aun así, permaneciendo en este.
El maestro relojero confesó que a pesar de que en su juventud había escuelas para estudiar relojería, el oficio lo aprendió de su padre, el cual a su vez lo aprendió de manera empírica.
Recordó que a finales de la década de 1990 y principios de los años 2000 trabajó para Tiempos de México, compañía que llegó a manejar hasta 10 marcas de relojes en el país, esto antes de encargarse de la Joyería y Relojería Sonora, ubicada sobre la Avenida Luis Donaldo Colosio, inaugurada en los años 1950 por su padre y que anteriormente se encontraba frente al Jardín Juárez en el centro.
De manera lamentable, aseguró que la reparación de relojes es un oficio que se está acabando, ya que el relojero más joven de Hermosillo tiene 60 años.
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Expuso que hoy en día cada empresa tiene sus propios técnicos, los cuales son formados por la misma compañía para trabajar en su fábrica, pero no para que puedan montar un negocio propio.
"El número de relojeros y de este tipo de talleres ha disminuido con el paso de los años, ya que las compañías se han encargado de montar las condiciones para que esto suceda, creando un monopolio", explicó.
"El mayor problema que se presenta para toda persona que trabaja la relojería es que las compañías que fabrican los relojes se encargan de monopolizar las refacciones, situación que ahora se da más con lo digital", agregó.
El maestro relojero denunció que todo lo anterior comenzó con compañías de alta gama como Rolex y Cartier, los cuales tienen muchos años sin comercializar sus refacciones, a menos que se sea concesionario de la marca, situación similar a la de la compañía Apple en la actualidad.
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"Al día de hoy, estas compañías lo que quieren es vender relojes nuevos. Ese es su negocio, no las refacciones", dijo.
Esparza mencionó que hay piezas que con los años se vuelven problemáticas de trabajar, esto debido al desgaste o que el mismo modelo está discontinuado, haciendo difícil también conseguir sus repuestos.
Para finalizar, expresó que la relojería es un negocio que se va a seguir transformando y que poco a poco está siendo sustituido por la tecnología, como los teléfonos celulares, que incluso a quienes se dedican a la reparación de estos últimos también les está cambiando el negocio, similar a lo que pasó con la reparación de relojes.
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