Por más de 10 años y con el propósito de compartir un momento de felicidad con los pequeños que forman parte de familias vulnerables, Pablo García organiza la tradicional posada navideña para niños que viven en San Pedro El Saucito.
En 1959 aprendió sobre el oficio de la elaboración del pan, pues formaba parte del equipo de La Convencedora, una panadería situada justo a un costado del cuartel militar, la primera en la ciudad. Su jefe, Silvestre Munguía, lo nombró empleado de confianza y aprendió sobre la producción, preparación y venta de de este delicioso producto.
Con el paso del tiempo, el negocio cerró sus puertas y Pablo se fue a vivir a Estados Unidos por 10 años, al regresar decidió abrir su propia panadería nombrándola Don José, ya qu su esposa era devota del santo e inició en abril de 1999, en San Pedro El Saucito.
“Empecé con 30 kilos de harina y dos de azúcar, tenía la experiencia para salir adelante y todo mundo me decía que estaba loco porque estamos ubicados atrás del panteón, pero ese terreno ya lo tenía y mi visión era a futuro que mi pan fuera comercial a pesar de que lo que decían”, expresó.
Don Pablo asegura que ofrecía calidad en su producto pues adquiría los mejores ingredientes para los panes que preparaba y la gente cada vez los consumía más, por tal motivo, en agradecimiento a la comunidad por la aceptación de la panadería, comenzó a hacer la tradicional posada navideña para niños de San Pedro.
“Fui un niño muy pobre y recordaba cómo sufría, entonces se lo que se siente cuando uno es humilde y recibe algo, eso te hace muy feliz, a mí me gusta mucho ver la sonrisa de los niños porque considero que es la sonrisa más sincera, me siento muy bien y me da tranquilidad ver a esos niños que están recibiendo algo con lo poquito que puedo ofrecerles y que les guste”, narró.
Por lo que cada 24 de diciembre Pablo y su esposa se preparaban para recibir alrededor de 80 niños en su hogar y brindarles un plato de comida, pastel, dulces, un juguete y quebrar la piñata; asimismo explicaba en qué consiste la fiesta de Navidad, la llegada del niño Jesús y quién era Santa Claus.
Pero actualmente hace la entrega dulces y juguetes en su casa, ya que dejó de hacer el evento en grande.
“Hacíamos una lista en víspera de la celebración con todos los niños del barrio para comprarles un juguete y la bolsa de dulces, la gente grande nos decían que no tenía dinero pero nosotros le decíamos que no cobrábamos nada, con el paso del tiempo fueron creciendo y ahora no son tantos niños”, compartió.
Don José, como era conocido por la gente del pueblo, recordó con nostalgia el momento cuando compraba los cacahuates, dulces, naranjas, caramelos y se sentaba en la mesa principal de su casa en compañía de su esposa para hacer las bolsas de dulces.
“Ella falleció en el 2009, entonces comencé a comprar las bolsitas ya hechas porque era más fácil porque me había quedado solo, recuerdo cuando empezamos juntos con el negocio, ladrillo por ladrillo, puerta por puerta, esto que hago es obra del negocio y gracias a Dios aquí estoy, le agarré mucho cariño y mis hijo me dicen que me vaya pero no quiero porque me siento muy bien aquí”, agregó.
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Don Pablo considera que espera seguir adelante con su panadería y continuar haciendo el evento para todos los niños de San Pedro El Saucito, asimismo que su empresa siga creciendo ya que sus hijos abrieron sus propias panaderías San José en el municipio de Ures y Hermosillo.
“Realmente lo único que le puedo desear que recuperemos los valores, ya no hay respeto hacia las personas, a veces ven a uno con lástima pero veremos en qué termina esta situación, esto es más que nada por la falta de valores y sentimientos, ojalá que Dios esté y les de lucidez a este mundo, hay que ser mejores personas, dar alegría y gozo, ojalá movieran sus corazones para hacer un cambio”, concluyó.