Como es bien sabido, atrapar a un asesino en serie, no es cosa fácil. Suelen ser personas de bajo perfil, capaces de camuflarse con el ambiente que pide la sociedad y pasar desapercibidos o bien por tener poca o nula interacción con el resto de personas, sin llamar la atención.
De cualquiera de las dos formas, ya sea siendo un miembro recurrente de su entorno u oculto tras las sombras, es sumamente complicado dar con ellos, pues suelen ser meticulosos en su actuar. Son conscientes de que su actuar conlleva el mismo grado de consecuencias, pero es una línea de la cual ya no hay vuelta atrás.
Intentar comprenderlos es algo complejo, no es tan simple como explicar que les gusta matar, muchos de ellos, no buscan este fin, de hecho, en muchos casos, sólo es un resultado colateral de sus actos.
El carnicero de Kansas City
Robert Andrew Berdella Jr. nació un 31 de enero de 1949 en Cuyahoga Falls, Ohio. Fue le primero de dos hijos de una familia católica con ascendencia italiana.
Desde una edad muy temprana, Berdella demostró ser un chico muy inteligente, sin embargo, también solitario, debido a sus problemas con el habla y sus gruesos lentes, pues sufría de una miopía severa.
Sufrió de hipertensión arterial y nunca se caracterizo por tener un cuerpo atlético, siendo malo en los deportes. Esta situación marcó su infancia, pues su padre valoraba en demasía este factor, por lo que lo consideraba un fracasado y lo comparaba con su hermano siete años menor que él, quien si tenía facultad física.
De igual manera, el padre de Berdella maltrataba física y emocionalmente a sus dos hijos, golpeándolos con una correa de cuero.
Durante toda su pubertad sufrió de burlas por parte de sus compañeros de clases y aunque era considerado un estudiante inteligente, era complicado enseñarle por su distanciamiento social. Fue en su adolescencia cuando descubrió que era homosexual, algo que escondió durante gran parte de su vida.
En 1965 su padre falleció y poco tiempo después su madre se volvió a casar, algo que el joven miró con muy malos ojos y siempre lo rechazo.
Esto lo marcaría de forma permanente, convirtiéndolo en alguien más retraído y tras graduarse de la escuela, se mudó a Kansas City para cursar sus cursos universitarios en el Kansas City Art Institute.
Con 19 años de edad, Berdella había tomado el camino del abuso del alcohol e incluso era conocido en el circulo de la universidad como un traficante de drogas menor.
Experimento en algunas ocasiones con el maltrato de animales y se había convertido en alguien de un carácter autoritario.
Sería arrestado tras tratar de venderlo drogas a un oficial en cubierto, pero saldría al pagar una fianza. Tan sólo unos días después, volvería a prisión por posesión de marihuana y LSD, donde pasó cinco días y fue liberado junto a dos compañeros por falta de pruebas.
En 1969, tomó la decisión de salirse de sus estudios universitarios, pues recibió duras críticas por matar y cocinar un pato, según sus palabras, “por el nombre del arte”.
La casa de las torturas
A pesar de dejar sus estudios, Berdella decidió quedarse en la ciudad y después de siete meses en algunos empleos, compró una casa en el barrio de Hyde Park en el 4315 de Charlotte Street, un nombre que quedaría en la memoria de todo Kansas City.
Durante la década de los 70, se relacionó casi en su totalidad con jóvenes con problemas de drogadicción, delincuentes y prostitutas, a quienes, buscaba ayudar a salir de este mundo y reformaran sus vidas.
Según palabras del mismo Berdella, nunca tocó a nadie de ellos, de hecho, se habían convertido en parte de su entorno social, confiaba en ellos, pero le frustraba cada vez más su negativa ante la posibilidad de superarse.
Sin embargo, investigaciones posteriores, señalaron que mantenía relaciones sexuales con ellos e incluso cierto grado de control con diversos métodos que incluían prestamos de dinero o dejarles vivir en su casa por días.
Robert Berdella ya era conocido como un talento chef de comida rápida en varios restaurantes locales, además de tener su propio negocio de antigüedades y cosas extrañas, incluso llegó a ser entrevistado en televisión.
Era abiertamente homosexual y era conocido en dicho ambiente, aunque tenía cierta mala reputación, por ser alguien posesivo y que llegaba a pedir cosas extrañas o demasiado rudas durante el coito.
Se especula que su primer asesinato lo cometió en julio de 1984, el cual sería un joven de 19 años, Jerry Howell, quien era conocido suyo, secuestrándolo y teniéndolo algunos días en el segundo piso de su casa. Ese sitio, se convertiría en su propio cuarto de torturas.
Según declaraciones del propio Berdella, le administró una combinación de alcohol, Valium y acepromazina hasta que perdió el conocimiento.
Después le inyectó un fuerte tranquilizante y lo ató a su cama. Durante aproximadamente 28 horas, lo drogó, torturo y violó en repetidas ocasiones con diversos objetos, ante las incansables suplicas del joven, quien murió ahogado en su propio vomito.
Al día siguiente, desmembró el cuerpo en múltiples pedazos con una motosierra y cuchillos para huesos, los puso en una bolsa de basura y espero que el camión recolector se los llevara.
Berdella había cruzado el limite y no se detendría hasta ser capturado cuatro años más tarde tras cometer un ligero error.
Durante este tiempo, engañó, secuestró, torturó, violó y experimentó con cinco jóvenes más en su cuarto de juegos.
Para ser exactos, Berdella no disfrutaba de asesinar, incluso lo veía como algo contraproducente, no le gustaba matarlos, le gustaba experimentar con ellos, la muerte le arrebataba estos placeres.
En abril de 1985 secuestró a Robert Sheldon de 23 años, quien buscaba pasar unos días en su casa, a diferencia de su primera víctima, no intentó mucha actividad sexual con él, sin embargo, lo utilizó para sacar su ira.
Lo torturo con limpiador de desagües en el ojo izquierdo, insertándole agujas en las yemas de sus dedos, dopándolo, atando sus muñecas al grado de lastimarle los nervios y llenar sus oídos con masilla.
Después de tres días de tortura, un hombre llegó a su casa a realizar unos trabajos en su techo, por lo que optó por asfixiar a su víctima con una bolsa en la cabeza, para después destazarlo y deshacerse de los restos.
En junio, puso en cautiverio a Mark Wallace, quien torturo por casi todo un día con pinzas en los pezones, dándole descargas eléctricas y tras experimentar con agujas en varios músculos de su cuerpo, Wallace murió por intoxicación de drogas y falta de aire.
Cabe señalar, que todas estas torturas, las fue registrando en una libreta personal, la cual posteriormente sería usada en el juicio en su contra.
Aunque con sus siguientes tres victimas aplicó daños similares, Berdella describió a los investigadores en sus declaraciones que no sólo aumentó las torturas, sino que lo hizo de manera consiente.
Sin embargo, uno de los casos que más impacto en su confesión, fue el de Todd Stoops, un drogadicto de 23 años que ya había vivido en la casa de Berdella junto a su esposa en par de ocasiones y por el cual este último aseguró sentirse físicamente atraído.
Debido a esto, mantuvo a Stoops por dos semanas cautivo en su casa, mismas en las que uso descargas eléctricas en sus ojos e inyecto limpiador de drenaje en su laringe.
Durante su segunda semana, le rompió la pared anal con su puño, algo que le causo un shock séptico que resulto fatal a los días.
Captura y juicio
El 29 de marzo de 1988, Berdella secuestró a Christopher Bryson, un prostituto de 22 años, quien a diferencia del resto de las víctimas, se ganó la confianza de su agresor, el cual le advirtió que los demás habían muerto por los errores que cometieron.
Con tres días encerrado y siendo torturado en la casa, aprovechó que su agresor olvidó unas cerillas con las que quemó las ataduras de sus manos, saltando de la ventana del segundo piso, quebrándose una pierna en el proceso, pero logrando escapar totalmente desnudo y sólo con un collar de perro en el cuello.
Corrió gritándole a un hombre que pasaba y este llamó a la policía quienes llegaron al lugar. Escucharon las declaraciones de Bryson, por lo que esperaron a que Berdella llegará a su casa y fue arrestado por abuso sexual, esperando tener lista la orden de registro.
Los oficiales con la orden de registro en mano, pudieron corroborar las declaraciones de Bryson, encontrando diversos objetos con los cuales las victimas fueron sodomizadas y torturadas.
Dieron con la habitación de las torturas, así como 334 fotografías Polaroid y 34 instantáneas de varios varones guardadas en varios lugares de la casa y una libreta con todos los registros.
En total fueron seis víctimas fatales, de las cuales una se le encontró culpable de asesinato en primer grado y cinco en segundo, por lo que le dieron cadena perpetua sin libertad condicional.
Nunca expresó arrepentimiento por sus actos, nunca se disculpó por los asesinatos, incluso, describía a sus víctimas como “juguetes”.
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“Estas no eran personas en las que pensaba, una vez que las tenía atadas y las estaba usando ... se convirtieron en algo más que personas para mí”, declaró en una ocasión.
En 1992, mientras estuvo encarcelado en la Penitenciaría del Estado de Missouri, sufrió un ataque cardiaco, por el cual perdió la vida.
Los actos atroces de Berdella fueron llevados al cine en 2009 y a televisión con un documental en 2004. Marcaron para siempre a la ciudad de Kansas City.