Un estudio realizado por el Centro para la Adicción y Salud Mental (CAMH) de Canadá, demostró que el cerebro se altera después de que pasan algunos años con depresión persistente, pues al hacer un análisis de las imágenes cerebrales se determinó que es necesario tratar la depresión a medida que ésta va avanzando.
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La depresión se presenta como un conjunto de síntomas de predominio afectivo, tales como la tristeza patológica, apatía, desesperanza, irritabilidad, entre otros, puede iniciar a cualquier edad aunque su mayor prevalencia se produce entre los 15 y 45 años.
Aquellas personas deprimidas muestras niveles muy altos de cortisol (una hormona) y de varios agentes químicos que actúan en el cerebro, como los neurotransmisores de serotonina, dopamina y noradrenalina, estos niveles pueden estar elevados por motivos hereditarios.
También puede ser ocasionado por problemas familiares, pérdidas emocionales muy profundas que causan cambios bioquímicos que impulsen la depresión, pérdida de trabajo o la falta de capacidad de adaptación a determinados cambios, estos factores son identificados como los desequilibrios de los neurotransmisores del cerebro.
Esta enfermedad se caracteriza por tener periodos prolongados superiores a dos semanas de ánimo bajo y apatía, sin embargo existe una variedad que síntomas que ocasiona como los afectivos la tristeza, ansiedad, irritabilidad, incapacidad para disfrutar, pensamientos suicidas, desesperanza o culpa.
Por otro lado los cognitivos como la indecisión, olvidos o pérdida de concentración o los somáticos, la fatiga, cambios en el apetito o peso, insomnio, hipersomnia, disfunción sexual, dolor de cabeza, problemas estomacales, dolor torácico, agitación.
De acuerdo al investigador Jeff Meyer “Las personas con periodos más largos de depresión no tratada y que han durado más de una década han mostrado una inflamación cerebral mayor que aquellos que se encontraban en un estado depresivo, pero de corta duración”, mencionó.
A pesar de que no es la primera vez que Meyer analiza el comportamiento de la inflamación cerebral en pacientes con depresión, no se ha podido determinar con exactitud si las primeras conclusiones puedan ser ciertas o no.
"Una mayor inflamación en el cerebro es una respuesta común en las enfermedades cerebrales degenerativas a medida que avanzan, como la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad de Parkinson", aseguró el investigador.
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En el estudio se midió la inflamación cerebral utilizando un tipo de imagen cerebral llamada tomografía por emisión de positrones (PET). Aquí se observó como las células inmunitarias del cerebro, conocidas como microglía, están involucradas en la respuesta inflamatoria normal del cerebro al trauma o lesión, pero demasiada inflamación se asocia con otros trastornos degenerativos y depresión.
Al momento de activarse las microglías producen más proteína translocadora (TSPO), el cual es un marcador de inflamación que se puede observar mediante las imágenes PET. El equipo de Meyer continua trabajando para desarrollar un fármaco capaz de revertir la inflamación cerebral, para que los niveles sean los mismos entre pacientes con una larga depresión no tratada y los que sí están tratados.