Aunque sea un tabú, el culto a la Santa muerte es uno de los movimientos religiosos más importantes y de rápida expansión en México. Distintas asociaciones cristianas tradicionales han condenado dichas creencias por considerarlas contrarias al dogma.
En la historia reciente de Sonora, hubo un hecho que sacudió al territorio relacionado a este popular culto, pues una señora convenció a su familia de asesinar a sangre fría a 3 personas en nombre de la virgen pagana.
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La líder de la secta
En 1968 nació en Hermosillo Silvia Meraz Moreno, líder de una presunta secta, cuyas acciones pasarían a formar parte de la historia estatal como un suceso sin igual.
Entre 2009 y 2012, Meraz perpetró terribles crímenes en el estado de Sonora, sentenciada junto a otros miembros de su familia por el asesinato de tres personas en la ciudad de Nacozri.
Por desgracia los asesinatos en México ocurren todos los días, sin embargo ¿por qué son diferentes los muertos de Silvia Meraz? Tal respuesta es de naturaleza hórrida, ya que no se trataban de homicidios comunes, fueron rituales y sacrificios a la Santa Muerte, culto popular en nuestro país pero que la sonorense llevó a niveles extremos.
Meraz creció en una familia en pobreza extrema, tuvo a su primer hijo, Ramón Omar Palacios a los 16 años de edad en 1984, después con Martín Barrón (su primer esposo), tuvo otros tres: Iván Martín Barrón, Francisca Magdalena y Georgina Guadalupe. Silvia Yahaira es la última hija que se le conoce y a quien dio a luz a los 29 años de edad.
Durante los años de asesina, Silvia Meraz vivía con un hombre cinco años menor que ella, Eduardo Sánchez, que a su vez también tenía un hijo menor de edad producto de una relación anterior.
De acuerdo a los reportes recabados, Silvia comenzó a creer que realizar sacrificios humanos a la Santa Muerte le brindaría riqueza. Convencida de los beneficios tanto en lo económico como en la salud, le comentó sus creencias al resto de la familia, ellos aceptaron la visión de la asesina.
Su hijo mayor dio la siguiente declaración: “Mataron a un chamaquito y a una señora, a dos chamaquitos y una señora... Me di cuenta ya con el último chamaquito que mataron... Mi mamá los mandaba matar según eso, no sé qué, porque le pide a la muerte y todo eso... Ella y mi hermana, la menor, la más chiquita... Que la muerte les pedía que en la noche los matara, que en la noche los degollara...”.
Los asesinatos
La historia sacudió a Sonora; varios miembros de una misma familia de Sonora, asesinaron a sus propios parientes y amigos cercanos para ofrecerlos a la Santa Muerte.
Conforme las indagatorias continuaban, más detalles horripilantes salían a la luz. El abuelo, Cipriano Meraz Aguayo, de entonces 83 años, también estaba involucrado. La familia admitió que en un periodo de tres años mataron a tres personas durante rituales.
El último asesinato fue el de una menor de 10 años, cometido en marzo del 2012. Aunque en este varios miembros ayudaron a Meraz, todos la señalaron como la líder de la “secta”.
El método era degollar a sus víctimas para así, ofrecer la sangre a la virgen pagana. La primera víctima de Meraz, fue su amiga de 55 años, Cleotilde Romero Pacheco. La fallecida no tenía parientes cercanos y se ganaba vendiendo hielitos. El hecho ocurrió en una zona abandonada donde mediante engaños, la creyente en la Santa Muerte la atacó con un hacha.
De 10 años de edad, Martín Ríos Sánchez-Urrieta fue su segunda víctima. Era el hijo adoptivo de la líder de la secta y el hijo biológico de Eduardo Sánchez Urrieta, su concubino.
En junio del 2010 emborracharon al niño y, su hija menor de 13 años de edad, apuñaló a Martín aproximadamente 30 veces. Vivo, de acuerdo con los medios, lo degollaron y esparcieron su sangre alrededor del altar de la Santa Muerte.
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La tercera y última de las víctimas conocidas fue el propio nieto de Meraz: Jesús Octavio Martínez Yáñez, hijo adoptivo de Iván Martín Barrón Meraz. Lo mataron en julio de 2010.
En esta ocasión, la madre de Jesús denunció la desaparición ante las autoridades. Según los reportes, la asesina cargó al menor frente al altar mientras una de sus hijas degollaba al pequeño. Esto derivó en una investigación, la cual terminó con el descubrimiento de tres cuerpos enterrados a las afueras de Hermosillo.
Según el sociólogo especializado en religiones, Bernardo Barranco, la Santa Muerte es una manifestación religiosa de los problemas sociales en México. Por otro lado, en su trabajo ha dicho que el cristianismo se convierte en una forma de vida inalcanzable para algunos sectores “la muerte se vuelve un horizonte de sentido para la clase popular”.
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