Escapar de una guerra civil, de la Segunda Guerra Mundial y la pobreza fueron los principales motivos por los que llegaron los primeros extranjeros a Hermosillo; hoy en día, la búsqueda de una mejor calidad de vida sigue entre sus metas y sueños.
Cada vez son más las personas originarias de otros países que visitan Sonora, sobre todo la capital del Estado, ya sea para vacaciones o hasta quedarse como un residente más.
En lo que va del año, han ingresado alrededor de 52 mil 842 personas extranjeras a la entidad, de acuerdo a datos de la Unidad de Política Migratoria en su registro e Identidad de personas que depende de la Secretaría de Gobernación (Segob).
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De esa cantidad, la mayoría de los viajeros ingresaron por la garita terrestre Nogales uno, con un acumulado de 27 mil 407 personas, mientras que el segundo acceso más recurrente es el Aeropuerto Internacional de Hermosillo, que contabilizó 12 mil 766 ingresos este año.
Sonora, en especial su cabecera municipal, se ha convertido en uno de los destinos de mayor interés para los extranjeros, quienes desde finales del siglo XIX han contribuido con el desarrollo de la localidad.
Historia de los extranjeros en Hermosillo
Al respecto, Ignacio Lagarda Lagarda, cronista de Hermosillo, compartió que las primeras familias de extranjeros en el municipio que llegaron fueron de origen yugoslavo, como los Pavlovich y los Vucovich.
“Fue a finales del siglo XIX, los Pavlovich llegaron al negocio de las naranjas, rentaron algunas huertas y con los años crearon un emporio de naranjas, en esa época el más grande del país, eran 19 huertas alrededor de la ciudad, las mandaban a Estados Unidos y parte de Sudamérica”, detalló.
El apellido proliferó y la familia se arraigó en la localidad, así como los Lohr, quienes eran alemanes y se instalaron en Hermosillo para desempeñarse en el rubro de la agricultura, en la que todavía están activos.
Después se registró otra oleada de extranjeros que decidieron echar raíces en la comunidad, mencionó que algunos estaban huyendo de la guerra civil española, otros de la Segunda Guerra Mundial.
Estos grupos se instalaron en la Costa de Hermosillo para dar paso a la agricultura intensiva, lo que quiere decir que empezaron con la implementación de pozos, riegos programados y otros avances para ese periodo.
“Entre ellos estaban los italianos, como los Baranzini, yugoslavos como los Salinovich, Vucovich y todos los otros apellidos con esa terminación, que también se asentaron en la Costa de Hermosillo dedicados a la agricultura”, destacó el historiador.
Las oportunidades en el desarrollo agrícola e industrial fue lo que poco a poco atrajo a los extranjeros a la capital sonorense, como el caso de otras familias españolas que con sus contribuciones aportaron avances en la ciudad.
Explicó que entre los años 20 y 30, huyendo de la pobreza y la guerra civil española, llegó la familia Fernández, que se dedicó a las harinas, al molido de trigo y fundó lo que hoy se conoce como Molino La Fama.
“Otros españoles en los años 30 fue la familia Díaz Lasso que se dedicaban al café y lo siguen haciendo, fue Café Combate y hoy en día Caffenio, que instalaron grandes empresas que distribuyen café y los siguen haciendo”, agregó.
“Los De la Puente también son españoles, de la misma generación de los Fernández, que se dedicaron a la fábrica de velas cuando en aquel tiempo todavía no había electricidad, ahora son empresarios gigantescos a nivel internacional en el mercado de la parafina para la fabricación de velas”, abundó.
En la época moderna ha incrementado la presencia de habitantes originarios de otros países que han contribuido en el crecimiento de la ciudad, sobre todo en la cultura, el arte, la docencia, gastronomía y el deporte.
En este último rubro destaca Raidel Lázaro Mantilla Zayas, quien desde hace 10 años llegó desde Cuba a Hermosillo para desempeñarse como entrenador de atletismo, específicamente de lanzamientos.
A lo largo de su trayectoria en suelo hermosillense, Mantilla ha tenido un número muy importante de éxitos, donde destacan llevar a sus atletas a Centroamericanos, Panamericanos y hasta el reto olímpico, que lo ha distinguido como uno de los mejores entrenadores de Sonora “Yo’One” y del país.
“No podría hablarte mucho de la ciudad, pero sí de los logros y resultados alcanzados, puedo hablar de la amistad que me han brindado, el cariño y amor de los padres de mis atletas, las amistades que el transcurso de la vida me ha puesto en el camino Dios y de todo lo que existe”, señaló.
Otro residente extranjero que ha elegido Hermosillo como su hogar es el panameño Carlo Córdova, mejor conocido como El Pana, quien se ha convertido en uno de los vendedores de hot dogs más reconocidos de la ciudad por su estilo de venta y productos.
Entre sus aportaciones, considera que se encuentra el hot dog de tres quesos, el cual se ha posicionado como uno de los favoritos de sus clientes, además expuso que su vida ha mejorado desde que llegó a la localidad.
“La verdad, esta ciudad está muy bendecida, pega una llovida y reverdece, me ha dado todo, mi familia, aquí el que no hace dinero es porque no quiere, porque aquí lo hay, al que no le gusta la plata no le pone ganas, pero aquí hay muchas oportunidades, más que en otros lugares”, admitió.
Por su parte, hace más de cuatro décadas Mónica Luna llegó desde Argentina, alejándose de la dictadura, para impulsar el cine independiente en Sonora, esto después de recorrer varios países de América Latina.
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“Me parece una tierra hermosa y aprecio lo que me ha dado. Es una tierra llena de una enorme riqueza que no se ve en toda su dimensión desde el sur o centro del país. Y apropiarme de la voz de Bohórquez o de los yaquis, para hablar fuerte desde aquí, fue para mí un camino necesario. Fue ponerme un sello en el corazón”.
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