Hace no mucho tiempo que cerraron ese lugar, tiempo después lo demolieron y hoy por la calle Veracruz casi esquina con la calle General Piña, en la colonia San Benito de Hermosillo, Sonora, únicamente existe un terreno baldío, solo existen recuerdos de lo que fue el Latinos Bar, un lugar que estuvo ahí desde los años 60.
En ese lugar pasaron tres generaciones de la familia Briceño, pero fue el papá, Omar, el de enmedio, fue el que le acabó dando un toque que fue lo que provocara que el bar tomara una popularidad nunca antes vista, puesto que ahí tocaban grupos norteños y por lo regular sus visitantes eran hombres, muchos de ellos con botas y sombrero.
Después de eso, su clientela se diversificó y hasta había largas filas para poder disfrutar de su producto estrella, ya se podían ver personas de todas las clases sociales, de los estilos y tribus urbanas muy diversas y eso fue gracias a las famosas micheladas del Bar Latinos, una bebida por la que todo mundo llegaba ahí.
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Cómo nacieron esas famosas micheladas
Era tanta la diversidad cultural que se podía encontrar en ese sitio como en pocos sitios se daba y de cualquier ámbito, pero era tanto la fama que hasta gente joven y estudiantes empezaron a frecuentar ese lugar que siempre se caracterizó por tener entre sus parroquianos a gente adulta, principalmente.
“Eso salió casualmente por un cliente de nosotros que es muy famoso aquí el cliente ese, el Licenciado Barragán, en esa época me dijo, vengo muy crudo, quiero que me prepares una revoltura y empecé yo: pimienta, salsas y chiles, claro que ya después le mejoramos porque ya trajimos Salsa Tabasco y las modificamos y así se quedaron”, relata Omar Briseño.
El calor era un aliciente muy grande para ese negocio, sabemos cómo se ponen los veranos en Hermosillo y era el pretexto ideal para tomarse una michelada ahí en ese lugar, en esos grandes tarros de vidrio, bien escarchados con chile en polvo y con esa mezcla y esa receta de la casa por la que se hicieron famosos, además, claro, de una buena cerveza bien helada.
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“Era muy casual porque como teníamos internet se iban a hacer tareas al bar, eramos tres y dos empleados que teníamos de muchos años, de 40 años de antigüedad con nosotros y ellos también preparaban todo lo que se hacía ahí, éramos varios los que lo hacíamos, pero el que sacó todo eso fui yo”, afirmó el propietario.
Todo se conjugó, el sabor de esa bebida, la ubicación del lugar que era muy céntrica en la ciudad, pero otro ingrediente era que no se necesitaba quedarse dentro del bar para poderlas disfrutar, es decir te las podían preparar en vasos desechables de un litro para llevar y te daban un vale, para que en el expendio que estaba exacto a un lado, ahí te daban un bote de cerveza y ya te podías ir a tu casa con esa bebida de tan buen sabor y extremadamente refrescante.
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