En la actualidad, mucha de la información que las personas obtenemos, en todo el mundo, es a través del Internet. Google y otros buscadores nos resuelven dudas y amplían la información que tenemos.
Antes, esta información, conocimientos y entretenimiento eran a través de libros y revistas, de periódicos, de novelas y otros formatos que eran parte del consumo diario de las personas que tenían el gusto por la lectura.
Para que esto fuera posible, en Hermosillo había -al menos- dos negocios encargados de nuestra formación y esparcimiento. Hasta los años noventa, nuestra ciudad tuvo como buenas fuentes de consulta a Librolandia y Librería Cristal.
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Con sus iluminados escaparates en el Centro
No hubo periódico, libro de texto, novela, fotonovela, revista, cómic y hasta libro de pintar que no pasara por los estantes de estos negocios tan bien acogidos por los hermosillenses.
La Librería Cristal estaba ubicada en lo que ahora llamamos Centro Histórico de Hermosillo: Pino Suárez y Serdan, frente a las oficinas de Correos de México.
Con sus vitrinas de suelo a techo y las mesas y anaqueles “llenitos” de libros, este negocio que ya es parte de un recuerdo, apoyó el abastecimiento de insumos escolares desde secundaria hasta nivel profesional.
Si no había en existencia, lo apartabas para cuando llegara el pedido de los distribuidores, principalmente del centro del país. Pero esa historia se terminó.
La librería “de todos los tiempos”
Librolandia cerró sus puertas a mediados de los noventa:; para entonces ya no era el templo distribuidor del saber que fue antaño, pero sigue recordándose con la misma nostalgia y “cariño” por quienes eran sus consumidores.
Los locales que ahora ocupan una descuidada plaza comercial en Matamoros y Puebla, nunca será lo que fue cuando estuvo ahí Librolandia. Frente al terreno donde se instalaban los circos que llegaban a la ciudad o la venta temporal recordada como "las artesanías".
Periódicos, revistas de moda, de manualidades, ¡la revista Selecciones!, novelas, fotonovelas, cuentos, libros de cómics infantiles, recetarios, diccionarios, libros de texto. No había algo que quisieras consultar en papel que este lugar no tuviera.
Sus estantes estaban repletos de libros para todos los gustos, edades y temas. En este lugar, podías pasar horas eligiendo lo que comprarías y dándole una repasada a los libros que no comprarías pero que también eran de tu interés.
Los primeros dueños de esta empresa fueron Edel Castellanos y su esposa jesusita Araujo, quienes fallecieron en un accidente automovilístico. Posteriormente, Lupita, quien fue una de sus empleadas se convirtió en la propietaria del negocio hasta que se le puso punto final.
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Otras librerías que ha habido en Hermosillo son El Quijote y la Librería de la Unison, antes de la llegada de las librerías de cadena nacional como Gandhi y Porrúa, pero ninguna ha tenido (sin duda) la apreciación, y apropiación sentimental, por parte de los ciudadanos, como Librolandia.
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