En la historia de todo hermosillense, un lugar que está en sus anécdotas sí o sí es el Parque Madero, uno de los pulmones más grandes de la ciudad.
Este sitio emblemático es una aportación del gobierno a cargo de Pedro de Corbalán, quien dispuso que el camino que llevaba de La Alameda a San Miguel de Horcasitas se convirtiera en un gran predio con árboles como álamos, fresnos y palmas datileras que el descanso y disfrute de la población.
Era el año 1772 y entonces “vivíamos” en la Villa del Pitic. Después, en 1899 se llamó Parque Ramón Corral, y fue inaugurado el 15 de septiembre de 1900. Entonces, tuvo un cerco metálico con tres puertas con forma de arco, dos pilas con una fuente y flamingos de bronce.
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¿Desde cuándo se llama Parque Francisco I. Madero?
El Parque Madero, como ahora lo conocemos, fue nombrado así en 1914; como ha sucedido históricamente, con este cambio vinieron algunas remodelaciones, se le quitaron las puertas con forma de arco, le quitaron el cerco y se amplió el terreno.
Por si no lo recuerdas, uno de los aspectos históricos de este lugar, tiene relación también con el nacimiento de Jesús García Corona 13 de noviembre de 1881: su casa estaba en este lugar, donde acaba de reintegrarse a su paisaje el monumento del también conocido como Héroe de la Humanidad.
¿Qué atractivos ha tenido el Parque Madero?
La Alameda, después convertida en parque, ha tenido algunos atractivos, mismos que son recordados por las generaciones que las han disfrutado y que son rescatadas en la memoria por lo que contaban sus ancestros.
Así es como, muchos hemos sabido que hubo un lago artificial, también hemos visto que tenía el tamaño suficiente como para que hubiera dentro un pequeño bote.
El sitio de Martin Huva, tras la historia de Hermosillo, da cuenta de ello. El Parque Madero, que se encuentra actualmente en remodelación y que tiene de nuevo una reja de hierro y varias puertas de acceso y salida, tuvo en 1940 este lago, con una isla de vegetación.
También tuvo algunas callecitas, entre los años 70 y 90, porque donde los autos podían circular; obviamente estaba cercado; después ha tenido fuente, que ha sido también con luces y música, las primeras se mueven al ritmo de la segunda.
El Parque Madero tiene un kiosco, tiene una placa gigante con la foto de Francisco I. Madero, la estructura de una concha acústica; luego, donde estaba el lago, por el lado de la fuente tuvo un estacionamiento.
En los años recientes fue cercado nuevamente, sus calles clausuradas, y se le construyó un circuito de tierra para quienes gustan de caminar, y una pista para quienes usan patineta. Además, ha tenido caseta de vigilancia y baños.
Este sitio de recreación para las familias hermosillenses es parte de nuestra rutina y cultura popular, muchas veces le damos el valor que tiene cuando está inhabilitado por obras y en reconstrucción.
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Es entonces cuando pensamos en los días que lo hemos visitado, como niños, colgados o paseando en los juegos como columpios y resbaladeros, que han sido metálicos y de concreto; recordamos las veces que recorrimos sus pasillos en patineta o bicicleta; en cuántas veces hemos ido a platicar, a leer o a tomar un café, solos, en pareja, con amigos, con los hijos o los sobrinos.
Todo esto, mientras estamos a la espera de que terminen sus nuevos trabajos para disfrutarlo de nuevo.
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