La pornografía siempre ha generado una torrente de discusiones, opiniones, molestias, censuras e incluso discriminación, sin embargo sus contenidos son altamente consumidos por una gran parte de la población.
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Dentro de este caldo de cultivo nace un movimiento particular, supuestamente artístico y con tintes políticos que busca darle un nuevo sentido a la pornografía. En el fondo crítica su versión comercial y “tradicional”, sin embargo como tal no niega el estímulo sexual que generan sus productos.
Las raíces del “postporno” se encuentran en el performance estadounidense de los años sesenta; el punto de esto era resignificar el arte escénico, transformándolo en algo más relajado en apariencia pero “cargado” de sentidos.
Esta corriente se alejaba de los espacios tradicionales como los teatros o los museos, realizando sus actos en lugares públicos (calle). El punto era provocar, que la gente lo mirara y les produjera extrañeza.
De esta manera el posporno surge por una actriz que venía de la industria tradicional del cine para adultos, ella se llamaba Annie Sprinkle. Paul Preciado comentó que esta nueva forma de entender “sirve para renunciar a la representación de la sexualidad, apuestan por la producción de representaciones disidentes”.
¿Cómo esto es contrario a lo tradicional? Pues la pornografía popular o industrial, suele mostrar cuerpos repetidos e ideales; chicas delgadas, jóvenes, grandes pechos, blancas, acompañadas de un hombre que sale poco, pues el foco es la mujer.
Esto es diferente en el posporno, porque hay cuerpos que no encajan con los estereotipos de belleza, tanto hombres como mujeres pueden ser gordos, delgados, altos, bajos, de distintos tonos y colores de la piel. Asimismo, no siempre tiene que haber varones o personas heterosexuales.
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En el posponro, tanto actores como consumidores, la mayoría de los miembros son parte de la comunidad LGBT+. Es usual también ver el uso de juguetes en el acto sexual como dildos, consoladores u objetos que se asemejen a un falo.
De igual manera, hay juego de roles como la sumisión/dominación, ataduras, mordeduras y otras prácticas que aparecen en lo que se llama BDSM. Como se puede observar, los productos audiovisuales que aquí se generan no son para todos.
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