El lenguaje de los sonorenses es curioso y, en ocasiones, incomprensible, para quienes no conviven con nosotros. Nuestras palabras van de bato o vato para referirnos a los hombres; morra para las muchachas, chilo para algo que es agradable, y suato para señalar a alguien que se mete en problemas, por mencionar sólo algunas palabras.
Otras expresiones para referirnos a situaciones cotidianas podrían ser “Está chipi chipi” para decir que hay una llovizna ligera o apenas perceptible.
Los sonorenses nos parqueamos, no nos estacionamos; wachamos en lugar de ver y podemos andar a papuchi, no trepados en la espalda de alguien.
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Cuántos términos alberga nuestro lenguaje regional que nos hace únicos. A continuación te compartimos otras palabras que tal vez hayas escuchado o que “manejes” en tu diario vivir.
Palabras bien sonorenses
Las narrativas populares dicen, en Sonora, que cuando va llover, no solo cantan las chicharras. También “salen las hormigas”, hay pequeñas y grandes, estas tienen varios colores, café, roja, pero las más temidas son de color negro.
Sí, señor; la hormiga grande y de color negro la que conocemos como mochomo, y la tenemos catalogada como la más peligrosa y “brava”, es decir, nadie quiere que le pique un mochomo.
No es tan grande como el miedo que se le tiene, aunque sí es más pequeña que las hormiguitas que invaden la cocina o el patio o jardín de una casa. Así las diferenciamos “hormiguitas” y mochomos.
Cuando el mochomo pica es muy conocido: duele, arde, la piel se inflama, da comezón, se hace una pequeña herida, luego se hace costra y, “si no dejas de rascarte”, su paso por tu vida y por tu cuerpo, deja huella.
¿Qué son los guachaporis?
Otro término sonorense, relacionado con la fauna de la región es el guachapori, ¿lo conoces?
Se ve tan minúsculo e indefenso que, si no lo conoces, puede tomarte cautivo por sorpresa, y en un instante.
Puede llegar solo o en grupo. El guachapori es una bolita llena de finas y filosas espinas o alguates que, ayudado por el viento, puede llegar a tu ropa, tu cabello, a tu cara y a tu vida.
Si identificas un cuerpecito extraño con espinitas en tu ropa, las suelas de tus zapatos o en otra parte de tu humanidad, actúa con cuidado, no quieras quitarla con tus manitas porque la experiencia no va ser satisfactoria.
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Sobre los guachaporis, un usuario de Facebook llamado Guasaveando señala que “es como pisar un lego, pero cinco veces peor” (seguro es pisarlo descalzo).
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