Con este tipo de historia es como nos damos cuenta de la fortaleza con la que cuenta el ser humano, lo que es capaz de soportar con ese instinto de supervivencia que muestra esa cara en momentos realmente críticos y extremos y salir vivo para contar que se cayó el avión donde viajabas y aparte te quedaste en lo alto de las montañas heladas en Los Andes por 72 días, es difícil de creer.
Ese es el caso de Roberto Canessa, un médico que en aquel lejano 1972, se desempeñaba como jugador de rugby y que fue uno de los 16 sobrevivientes de ese accidente aéreo que con el paso del tiempo ha cobrado más fama, sobre todo por las películas y ahora una serie de televisión que han recreado esa increíble historia.
A sus 71 años el doctor Canessa recorre el mundo dando conferencias, platicando lo que inició aquel viernes 13 de octubre de 1972 cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya se estrellara en lo alto de las montañas con 39 pasajeros y cinco miembros de la tripulación, en donde tuvieron que llevar su espíritu al máximo para realizar actos prácticamente inimaginables.
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Todos ellos eran integrantes del equipo de rugby “Old Christians Club”, que viajaban junto con algunos amigos y familiares; iban de Montevideo en Uruguay rumbo a Santiago de Chile, para un partido, sin embargo un mal cálculo del piloto derivó en esa tragedia y aún así la mayoría sobrevivió al impacto, pues 33 personas sobrepasaron esa experiencia, pero faltaba la peor parte.
Sobrevivir al gélido invierno andino
Tenían que aguantar las gélidas temperaturas del invierno andino, que a esa gran altitud es aún más cruento y pronto los poco suministros que encontraron entre los restos del avión se esfumaron y ahora el hambre era un factor determinante, hasta que pasó lo que tenía que pasar para asegurar su supervivencia, alimentarse de sus compañeros ya fallecidos.
Para colmo, luego de un par de semanas allá arriba, una gran avalancha se desató con toda su furia, sepultando lo que quedaba del avión y el incipiente campamento que tenían montado, cobrando la vida de otras 8 personas, que no pudieron escapar o refugiarse y la desesperación iba cada vez en aumento.
Había gente herida, gente que no podía caminar por estar fracturados y las esperanzas de que los recataran se desvanecían conforme pasaban los días, así que casi para cumplir 2 meses en la montaña decidieron moverse por sus propios medios, de los contrario les esperaba una muerte segura, así que el 12 de diciembre Canessa y dos compañeros más decidieron ir a buscar ayuda.
A los 3 días de camino uno de ellos volvió y los dos restantes continuaron su trayecto, un poco al azar, porque no estaba seguros donde se encontraban, pero guiados por el instinto y los astros continuaron su marcha y fue hasta el día 20, una semana después, cuando vieron a la primera persona, un granjero que al siguiente día, guiados por los dos valientes excursionistas llevaron a las autoridades chilenas al rescate del resto del grupo.
El mundo se maravilló con esta historia milagrosa, pero al mismo tiempo no creían todo lo que tuvieron que hacer los sobrevivientes para mantener esa llama encendida, un ejercicio sobrehumano que no cualquiera podía soportar, al final salieron avantes de ese episodio que sin lugar a dudas los dejó marcados y les cambió el rumbo de sus vidas.
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A la fecha 28 cuerpos se mantienen enterrados en esa montaña, decidieron dejarlos ahí, sus familiares han convertido ese recóndito santuario en un lugar sagrado para ellos, hasta donde han realizado caravanas a caballo para visitarlos, además de algunos curiosos alpinistas que guiados por lo fantástico de la historia han querido sentir un poco de lo que aquellos valientes sortearon hace ya muy largos 51 años.
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