Luego de más de 50 años del fallecimiento de su hija, la señora Ramona Contreras visita su tumba en el Panteón Yáñez, como cada año, en el Día de los Santos.
Francisca Urrea, hija de la señora, solamente tuvo un día de vida, pero durante décadas ha perdurado en la memoria de su madre, quien ha tenido que afrontar tanto esta pérdida, como la de otro hijo y su esposo.
“No se olvida, cualquiera nos puede hacer falta, pero un hijo es muy duro. Mi niña murió al nacer y mi hijo tenía 38 años cuando murió en un accidente de motocicleta, y ahora hace 4 años mi esposo”, dijo.
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Aunque le sobrevive una de sus hijas y muchos nietos, aseguró que las pérdidas, por más que uno busque sobreponerse, siempre dejarán una marca importante en la vida de quienes seguimos con vida.
“Tiene uno que seguir adelante por ellos y sentirse bien, y hacer lo posible, hasta que Dios nos llame, no queda más. Pero es muy triste. Vengo siempre en el Día de Muertos, pero también en sus cumpleaños, los días de ellos venimos, siempre tratamos de venir”, agregó.
Sin embargo, resaltó que recientemente ha lucido muy poca afluencia en el Panteón Yáñez, en comparación con otros años, en los que se veía a más personas acudiendo al camposanto más antiguo de la capital sonorense.
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“Siempre venimos y procuramos que esté limpio, antes veníamos más seguidos pero ahora es más difícil, pero siempre estamos. Mucha gente no le gusta venir, o los deja, van corriendo los años y mire que tristeza que estén así las tumbas, pero cada quien, a lo mejor ya no hay ni quien venga a verlos”, detalló.
En ese sentido, declaró que es importante tomar en cuenta a las personas fallecidas, pues aunque nada saben y nada sienten, la memoria es lo único que las mantiene atadas a este mundo, por lo que olvidarse de ellas es como dejar que mueran otra vez.
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