Uno de los argumentos más frecuentes por parte de los grupos que se oponen a la aplicación de las vacunas en los niños implica que los biológicos pueden provocar trastornos de la conducta tales como autismo y/o Asperger.
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Si bien este artículo no discutirá si es, en el hipotético caso de que tales aseveraciones sean ciertas, moralmente preferible tener polio a autismo, debido a la inminente campaña de vacunación masiva que se avecina, no hay mejor momento para hablar sobre esta condición.
Por pura coincidencia, el 2 de abril se conmemora el “Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo”, por lo que es incluso más apremiante el hablar sobre este trastorno el cual, por si no ha sido lo suficientemente reiterado, no es una enfermedad.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el mundo, uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA), una condición de vida cuyas causas se desconocen, aunque persiste la teoría de que hay un factor genético involucrado.
Roberto Curiel Rivera, presidente del Instituto Sonorense para el Autismo, señaló que el autismo afecta la interacción social por medio de la comunicación, la conducta, el lenguaje y la integración sensorial de las personas.
“Las personas que viven con esta condición tienen una manera diferente de interpretar las palabras, los colores, las formas y los sonidos del mundo que nos rodea, pero con tratamiento terapéutico personalizado y especializado, se logra incrementar la calidad de vida”, explicó.
El autismo se identifica por el color azul y una pieza de rompecabezas, el color representa la tranquilidad que las familias y las personas dentro del espectro autista necesitan para convivir con esa condición, mientras que la pieza de rompecabezas significa que una persona con autismo no se aísla por deseo propio.
Autismo en el país
Son ya más de siete décadas que el autismo comenzó a estudiarse de forma científica en el mundo, sin embargo, en México no existen estadísticas representativas sobre la proporción que tiene este trastorno en la población
El único estudio que existe en México, impulsado por Autism Speaks en 2016, estima que uno de cada 115 niños tiene autismo, es decir, casi 1% de la población infantil, sin embargo, la incidencia en la vida adulta, así como el conocimiento de su situación en la adolescencia se desconoce.
A pesar de ello, en abril de 2015 fue aprobada la Ley General para la Atención y Protección a Personas con la Condición del Espectro Autista, para asegurar la inclusión de las personas con esta condición, especialmente en los ámbitos más importantes de su vida.
En Sonora, el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), propuso una iniciativa para asignar no menos del 5% del Presupuesto de Egresos del Estado de Sonora para la atención del autismo en la entidad.
No obstante, el análisis y votación de este proyecto fue aplazado por el mismo diputado que lo presentó, Luis Mario Rivera, quien argumentó a la Comisión de Salud y Atención a Grupos Vulnerables que se encontraron puntos a mejorar.
¿Cómo se identifica a un niño con autismo?
Curiel Rivera mencionó una serie de características que se manifiestan en los primeros años de vida y representan dificultades en la comunicación del menor, así como en el comportamiento social y en el lenguaje.
Estos síntomas distinguen al autismo de las enfermedades mentales y que ayudan al diagnóstico a temprana edad, el primero está relacionado con que los niños tienden a estar en una postura estática.
Asimismo, la falta de interacción social, donde destaca el poco o nulo contacto visual, la evasión del contacto físico y alteraciones en el manejo del lenguaje, aunque este último factor no es enteramente determinante. Un tercer síntoma lo constituirían los movimientos repetitivos.
El presidente de la asociación civil recalcó que las personas que viven con condición del espectro autista tardan hasta cinco años en ser diagnosticadas debido a que los padres de familia no distinguen los patrones anormales de comportamiento de sus hijos.