Desde tiempos inmemorables el ser humano se ha valido de una herramienta infalible, característica de todos los seres vivos con aparato genital, para garantizar su sobrevivencia como especie: la reproducción sexual.
Asimismo, la humanidad ha buscado la manera de impedir que dicho acto llegue a la conclusión evolutiva para la que fue diseñado, pues para algunos individuos el prospecto de concebir es superado con facilidad por el placer sexual.
¿Cómo evitar que el coito tenga como desenlace la creación de un individuo? Aquí entra el auténtico protagonista de esta historia: el condón.
Si bien los primeros registros del uso del látex desde el año 1600 antes de Cristo, los primeros condones estaban hechos de distintos materiales como el lienzo, la seda, el cuero, papel o incluso intestinos de animales.
El acompañamiento milenario de este aditamento le ha valido la obtención de su propia efeméride el 13 de febrero, propuesta por no menos que la Fundación para el Cuidado del Sida, sospechosamente un día antes del Día de los Enamorados, pero debe ser sólo una coincidencia.
Esta fecha tiene por objetivo el incentivar el uso responsable de métodos anticonceptivos y así prevenir Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS) y evitar embarazos no deseados, informó el doctor Hiram Corella.
De acuerdo con el especialista en planificación familiar, es preciso que las personas que comienzan su vida sexual tengan los conocimientos necesarios -por lo menos- sobre este profiláctico, el más elemental de todos.
“Existen condones tanto para hombre como para mujer, los cuales no únicamente impiden el paso de los espermatozoides para la fecundación del óvulo, sino que también ayudan a evitar infecciones de transmisión sexual”, indicó.
Además, sobre preconcepciones comunes sobre este anticonceptivo, Corella mencionó que hay parejas de hombres y mujeres que, creyendo que estarán más protegidos, incurren en el uso mutuo de sus respectivos condones, sin saber que la fricción del látex propicia el desgaste del mismo.
Por ello, comentó, es preciso que sólo una persona sea la portadora del condón y que no se use el mismo más de una vez, pues no únicamente pierde efectividad, sino que hace ver al usuario como un tacaño antihigiénico en el proceso.
Si bien el condón no es un método anticonceptivo infalible, su porcentaje de efectividad oscila entre el 85% y el 90%, a tal grado que la razón por la que llega a fallar involucra mayoritariamente errores externos, tales como la destreza al momento de colocarlo.
Cabe destacar que sí existen diversos tipos de anticonceptivos, pero hay una buena razón por la cual no tienen su propia fecha en el calendario, y ello es porque el condón es el único aditamento que protege contra infecciones de carácter sexual.
Entre los más de 30 virus que se transmiten por contacto sexual, ocho se han vinculado a la máxima incidencia de ETS, de estas infecciones cuatro son curables, mientras que las otras cuatro son: hepatitis B, virus del herpes simple, VIH y virus del papiloma humano.
Gracias a su mención en la televisión e incomprensibles retos de Internet, el condón es el anticonceptivo más popular entre la juventud, particularmente entre los adolescentes que se toman la molestia de entablar conversación con el sexo opuesto.
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Según el Programa Nacional de Juventud (Projuventud) 2013-2018, siete de cada 10 jóvenes que tuvieron relaciones sexuales por primera vez se encontraban entre los 15 y 19 años y 55.6% de ellos reportó utilizar algún método anticonceptivo durante su primera relación sexual, siendo el condón el más empleado.