La epidemia de la Influenza Española sucedió a finales de octubre de 1918 en la localidad de San Pedro de la Cueva, Sonora, donde murieron gran cantidad de personas, sobre todo menores de edad.
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Esta información fue brindada por el Cronista Municipal, Ignacio Lagarda, a su vez, el relato fue escrito por Juan Antonio Ruibal Corella, residente del lugar.
Fue a finales de octubre cuando inició esta epidemia, la cual mató por primera vez a un niño llamado Pastor Romero, hijo de José Romero y Remedios Noriega, quienes estuvieron en cuarentena, incluso a las afueras de su casa, exactamente en la calle pusieron unas piolas para que nadie pasara por dicho lugar.
“Las provisiones que necesitaban se las ponían al otro lado de las piolas para no tener contacto con las gentes que vivían donde estaba el enfermo. Como a los tres días murió el niño, en seguida se enfermó la mamá y otro hijo; también murieron”, contó.
Al día siguiente la enfermedad se propagó en todo el pueblo, no quedó nadie sin adquirir esta enfermedad en el pueblo, algunos de los síntomas era dolor de cabeza, comentó, por lo que de los 22 enfermos que había, nada más falleció un nuño de seis años llamado Adalberto, hijo de Esther, hermana de Juan Antonio, quien escribió este relato.
“Teniéndolo acostado en medio de ellos, no se dieron cuenta cuando murió, yo lo estuve atendiendo ya al fin, me pedía agua y se la daba, ni bien ponía la cabecita en la almohada y otra vez agua, ya me tenía enfadado, pero después que se murió me pudo mucho haberme enfadado con él, lo saqué al corredor y lo puse sobre una mesa y lo envolvimos con una sábana, así como a Celia mi hermana de ocho años de edad”, relató.
En ese tiempo para los enfermos una tasa de atole blanco con una cucharada de aceite mexicano era la medicina más eficaz para esta epidemia, por lo que esta receta casera ayudó hizo que su hermana menor volviera a la vida.
“Había un doctor que se llamaba Uribe Corona, que todos los que atendía era segura la muerte. Tenían que pagarle primero 20 pesos, menos no, valían las vacas en ese tiempo 15 pesos, yo pensaba que este les daba veneno para tener más enfermos que atender, nosotros jamás quisimos que nos checara, incluso un conocido fue con él y al otro día amaneció muerto ”, dijo.
Al paso de los días la Influenza Española se manifestaba cada vez más en las personas, por lo que hubo un gran número de infectados, mismos que murieron a las horas o días.
Fue hasta enero de 1919 cuando esta epidemia finalizó, pues la última fuerte fue en un hombre llamado Chalo Navarro.
La Influenza Española mató a 150 personas, la mayor parte fueron jóvenes.