Fue un 13 de marzo del 2018 cuando el pequeño de 10 años, Sebastián Noé Amador Gómez perdió la vida en un accidente, a partir de ese momento sus padres decidieron que la mejor opción era donar cada órgano de su niño para beneficiar a otros menores.
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Gerlia Gómez Blanco, de 39 años, recordó que fue una decisión difícil de tomar, pues su familia es de religión cristiana y pensaba que quizás lo iban a tomar de mala manera, pero finalmente optó por la donación, sin embargo, hoy considera que fue la mejor elección.
“El niño no reaccionaba y su cerebro ya no estaba funcionando, me hablaron de la donación de órganos, al principio me negué, cómo me van a mandar a mi hijo incompleto, entonces los doctores hablaron mucho conmigo; sé que mi hijo está viviendo en otros cuerpos, no lo tengo físicamente pero sí espiritualmente”, expresó.
El 2 de marzo una pipa de la Marina en Puerto Peñasco chocó contra el carro donde se encontraba el pequeño Sebastián, dejándolo inconsciente, por lo que fue trasladado al Hospital Ignacio Chávez en Hermosillo.
“Le quitaron medicamentos porque estaba sedado y se los quitaban para que él despertara, pero desafortunadamente no reaccionó y fue cuando le diagnosticaron muerte cerebral”, detalló.
Sebastián, originario de Puerto Peñasco, cursaba el quinto año de primaria, su madre lo describe como un niño bastante alegre y platicador, por lo que las personas siempre lo recordarán con una gran sonrisa.
“Era muy amigable, platicaba con todos, era muy berrinchudo, le gustaba mucho comer, era muy fiestero y muy alborotero. Recuerdo que una vecina lo llevaba a la escuela todos los días y me dijo que una de esas veces iban escuchando en la radio sobre la donación de órganos y que Sebastián dijo: cuando me muera quiero donar mis órganos; se cumplió la voluntad de mi pequeño, se fue contento al donar el hígado, el riñón, las córneas y otras cosas”, expresó.