¿Qué son esas bolsas azules que se venden en internet y que prometen protegerte del coronavirus con un campo de vapores químicos? A pesar de haber sido desmentidas en su efectividad por autoridades de salud en todo el mundo, las tarjetas sanitizantes continúan dando de qué hablar, respaldadas por uno de los mitos más longevos del mundo post-pandemia.
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A la llegada del Covid-19 a este lado del mundo era de esperar que le siguiera la aparición de diversos productos “milagro” que prometían protección contra el nuevo virus, una amenaza que en su momento era totalmente desconocida. Pocos de estos productos, sin embargo, han logrado permanecer tan presentes como el dióxido de cloro.
El dióxido de cloro es un desinfectante y blanqueador industrial que desde hace años era presentado como una cura universal para muchas enfermedades (en realidad, para todas) y que continúa encontrando nuevas formas de venderse a pesar de los riesgos que representa, las tarjetas siendo solo uno de los más extendidos.
La Organización Panamericana de la Salud advierte desde el año pasado que no existe hasta el momento evidencia de la eficacia de este compuesto, tanto ingerido como inhalado, para tratar el Covid-19. Por el contrario, la ingesta puede causar daños graves a la salud como náuseas, vómitos, fallos renales y anemia hemolítica; la exposición al gas genera quemaduras, broncoespasmo y edema pulmonar.
Lo que es cierto, es que el dióxido de cloro sí tiene un uso en la pandemia, y es como desinfectante de superficies y objetos inanimados, y en ningún caso se recomienda que tenga contacto con las personas.
Las tarjetas sanitizantes, según aquellos que las promueven a través de sitios web y redes sociales, funcionan dispersando en el aire el dióxido de cloro para generar una “barrera protectora” alrededor de su usuario que promete frenar al SARS-CoV-2 antes de que siquiera tenga una oportunidad de contagiarle.
Lamentablemente, a pesar de la comodidad y conveniencia que prometen a las personas que compran estos productos buscando algo más cómodo de llevar que el siempre confiable cubrebocas, estas tarjetas no solo no proveen ninguna protección sino que además también exponen a quien la lleva a los efectos adversos de su principal componente.
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Otro elemento a tomar en cuenta es el fenómeno de la compensación de riesgo, presente para la mayoría de los medios de protección “alternativos”: Se trata de la disposición de aquellos que se falsamente sienten protegidos a exponerse de mayor manera a la pandemia, lo cual les vuelve a la vez más susceptibles a enfermarse y contagiar a otros; por esto se dice que portar estas tarjetas confiando en su eficacia es más peligroso que no llevar nada en algunos casos.