En la década de 1980, el omeprazol supuso un gran avance en el control de las enfermedades relacionadas con el ácido gástrico, en comparación con la cimetidina y la ranitidina, lo cuales era los medicamentos que se utilizaban con mayor frecuencia para este tipo de casos.
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El omeprazol es un potente supresor del ácido gástrico, este inhibe hasta un 80% la secreción de ácido clorhídrico y está indicado en el tratamiento (cicatrización) de la úlcera de estómago y duodeno; para contrarrestar el reflujo gastroesofágico, es decir cuando hay una hernia de hiato y curar la esofagitis.
También para erradicar o eliminar la infección por la bacteria Helicobacter pylori (en combinación con varios antibióticos), que está implicada en la mayor parte de las úlceras gástricas y duodenales, así como en el cáncer de estómago.
Sin embargo, ante el uso excesivo de éste, el omeprazol es considerado como un protector gástrico, sin efectos adversos, pues debido a la demanda, en muchos de los casos se utilizan sin una indicación clara o por síntomas no asociados a una hiposecreción ácida.
Es por ello que éste y sus derivados, de forma general, se han considerado medicamentos seguros, con algunos efectos adversos, en su mayoría leves, como cefalea, estreñimiento, diarrea, dispepsia, erupciones cutáneas; y otros más extraños como la deficiencia de vitamina B12 y de magnesio; osteoporosis, con mayor riesgo de fracturas, y mayor riesgo de infecciones intestinales, todos ellos en pacientes que reciben alguno de estos preparados a largo plazo.
Desde hace años, se ha sugerido que el uso de omeprazol a largo plazo aumenta el riesgo de que aparezcan lesiones gástricas premalignas, es decir pólipos, atrofia y metaplasia intestinal (transformación de la mucosa gástrica en otra de tipo intestinal), así como de cáncer de estómago.
Según los expertos algunos estudios han demostrado que el riesgo de cáncer de estómago se incrementa hasta un 43% entre las personas que utilizan el omeprazol durante largo tiempo.
Finalmente los beneficios del tratamiento con omeprazol, tanto a corto como a largo plazo, superan los posibles riesgos o efectos secundarios, siempre y cuando la indicación clínica de su administración, la dosis y duración del tratamiento sean las adecuadas.