Mientras conversamos, los habitantes de Hermosillo tenemos la particularidad de involucrar lugares o referencias de lugares que significaron algo en nuestras vidas, en nuestra época o que eran parte de una costumbre en común, y que muchas veces solo existen en nuestros recuerdos y anécdotas.
Te puede interesar: HMO Cuéntame tu Historia | Topahue, los mejores viajes dominicales
Si estamos con quienes no vivieron esos “años maravillosos”, tenemos una descripción que puede hacerse entre varias personas, aunque tal vez entonces no habíamos coincidido.
Es así como, inicia este recuento nostálgico de los lugares de Hermosillo que ya no están pero que pueden olerse, oírse y disfrutarse.
“Las mejores hamburguesas del mundo”
La primera parada del recorrido es en Bulevar Luis Encinas y Reforma, donde en los años ochenta un jingle en radio y televisión anunciaba “Jap’s, Jap’s, Jap’s… Las mejores hamburguesas del mundo”, y para muchos sí lo eran.
El edificio que en su fachada tenía una estructura piramidal, dos pisos y su imagen era un dinosaurio con una charola que llevaba una hamburguesa y un vaso con un popote, es una buena inducción a los recuerdos.
Las hamburguesas tenían un tamaño regular, no eran una miniatura pero tampoco un monstruo; tenían un sabor que no tienen las hamburguesas de franquicia de la actualidad, lechuga, tomate y una rebanada de pepinillo; estaban envueltas en un papel encerado blanco con letras de color, y las mesas y sillas eran duras, y estaban soldadas al piso.
El lugar -donde ahora venden bebidas de contenido alcohólico- llegó a tener una sucursal en el Bulevar Kino; su competencia era Happy boy , con establecimientos en el Bulevar Rodríguez y en el Bulevar Navarrete. Ambos tenían servicio a domicilio y se anunciaban en Canal 12.
No-no Nova Olimpia Discotheque
Por la Concepción L. de Soria, casi esquina con Bulevar Rodríguez, alrededor de 1985 inauguraron Nova Olimpia Discotheque, lo que hoy definiríamos como “un antro” que comenzó con un cover de 20 pesos y había que ir vestido formal.
Era una edificación tipo Partenón de color salmón, con espejos en la entrada y sus paredes, que se reservaba el derecho de admisión; pero en la que se hacían bailes escolares negociando el porcentaje de las entradas, más no así del bar.
El lugar tenía alfombras estampadas, sillas y taburetes para sus mesas bajitas y dos niveles de pista para bailar; lo “non plus ultra” era cuando se podía acceder a la parte más alta y pequeña que estaba al fondo del lugar.
En este sitio que cerró, resucitó con otros nombres y que volvió a cerrar, las negociaciones se hacían con “los españoles” que lo administraban y que trataban como adultos a los organizadores de los eventos que querían contratar para coronaciones de reinas, bailes para sacar fondos para graduaciones y fiestas de XV años, entre otras festividades.
Antes de la pandemia se anunciaban eventos en “Nova”, con la misma dirección.
Paticentro
Por el que aún se llamaba Periférico Norte, hoy Bulevar Ignacio Soto, a la altura de la colonia Loma Linda había un lugar para rodar. Se llamaba Paticentro; tenía duela en la pista y si no tenías patines pero querías estar ad hoc a la fiebre ochentera a la que se le rendía culto en programas de televisión nacional, aquí podías llegar y rentar.
A propósito de este lugar, Armando Guerrero comentó para El Sol de Hermosillo que era un lugar pequeño en el que se alquilaban “uno patines muy fresones de botín”; eran de cuatro ruedas y al frente tenía un “freno” para controlar la velocidad y los giros.
La dinámica del lugar consistía en dar vueltas a la pista a ritmo de la música de los 70 o con break dance de los 80, bebían refresco de la marca Pepsi y algunas parejas de novios o amigos se tomaban de las manos para rodar… O para no rodar.
En ese tiempo también se acostumbraba que los servicios de urgencia de los hospitales recibieran a los patinadores con menos suerte que caían y sufrían fracturas.
Paticentro fue una moda que duró poco y que después de convirtió en el Centro de Convenciones Moroco, donde se hacían eventos sociales como graduaciones o bailes populares. Posteriormente se convirtió en tienda de importaciones al mayoreo y menudeo.
"Las pizzas del avión"
Después de patinar no vendría mal un bocadillo, para reponer energías y seguir en la convivencia con los amigos y qué mejor lugar que “las pizzas del avión”; el primer restaurante de cadena que ofrecía comida italiana, venía de Sinaloa y tenía varias sucursales en Hermosillo.
La más popular o llamativa era la que estaba cerca del Bulevar Kino, que se diferenciaba de las demás por tener en el techo de su segundo piso una avioneta que daba la impresión de haberse estrellado ahí.
El punto quedó para quienes han buscado mantenerse en el gusto de comensales con diferentes platillos, pero ninguno ha permanecido tanto como “Las pizzas del avión”, que eran de La Fábula Pizza.
Lectura para todos
Otro lugar que se tiene fresco en la memoria, aunque se trate del Hermosillo del ayer es Librolandia. El comercio de la calle Matamoros que tenía opciones de libros, comics, revistas para todas las edades y los libros que se usaban en la secundaria.
Los estantes de sus paredes estaban repletos de ejemplares para todos los gustos, además de las mesas de mercancía con descuento que hacían la delicia de chicos y grandes, con el gusto de la lectura o de adquirir nuevos conocimientos.
Quizás Librolandia haya sido de las primeras librerías de Hermosillo, que fue extinguiéndose. El punto donde se encuentra continúa como una referencia, donde ha habido una papelería, una óptica y otros negocios.
Topahue
Hasta principios de los años 90 en el área rural de Hermosillo hubo un sitio que era de gran asiduidad para familias y grupos de amigos; era un pequeño oasis para salir de la ciudad, que no era tan grande; para olvidar el calor en la gran alberca formada con piedras y con un gran árbol al centro; para divertirse montando a caballo y recorrer el campo, donde se podía organizar una carnita asada o comprar en la entrada tortillas, taquitos y quesadillas.
Actualmente se habla de ir a Topahue o a San Pedro “a las pilas”, pero no se compara con la libertad de antaño donde no tenías que llevar traje de baño o ropa de licra; bastaba con que pagaras la entrada de un auto que iba a su máxima capacidad a un terreno que parecía ejidal y estuvieras dispuesto a disfrutar de la naturaleza todo el día, hasta que se metiera el sol.
Adelantado a su tiempo
Con el mensaje “Buenas noches, Hermosillo” inició operaciones la primera pantalla electrónica que tuvo la ciudad, en 1980.
Hermosillo Flash, el primer medio de comunicación de este tipo -con un diseño de construcción estilo californiano- fue una idea ejecutada por Eduardo Gómez Torres, personaje de la vieja guardia reporteril de la ciudad, que lo complementaba con un espacio de noticias en Radio S.A., llamado El mundo al segundo.
Fue inaugurado en la administración municipal de Alicia Arellano Tapia.
“El Flash”, como se le sigue recordando, anunciaba la hora, la temperatura, las notas más importantes a nivel local, nacional y mundial; transmitía servicios sociales cómo búsqueda de donadores de sangre y fue escenario para momentos especiales como peticiones de matrimonio.
Este lugar también fue punto de reunión y punto de celebración para acontecimientos importantes como el triunfo de un partido de futbol o de beisbol, y "no anunciaba humos ni vicios", como señalaba su creador.
Hace algunos años fue derribado por motivos que los hermosillenses no aceptaron del todo y quizás por ello y por el servicio que ofreció lo siguen recordando como algo propio.
¡Recibe las noticias directo en tu celular! Suscríbete al WhatsApp de El Sol de Hermosillo
Cabe señalar que la empresa que manejaba Hermosillo Flash es recordada por muchos hermosillenses gracias al programa de becas con el que pudieron estudiar desde idiomas, tomar clases de deportes, hasta carreras profesionales, sus beneficiarios.