Los colores rojizos, anaranjados y fuertes vientos se apoderaron del Desierto del Sahara entre las colinas de África y Arabia. En los últimos meses más calurosos del año simún, un viento venenoso que tiñe el cielo rojo salió a relucir con temperaturas que superan los 50ºC.
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Las tormentas de arena y polvo obligaron a los pobladores de la región a permanecer dentro de sus hogares, pues este evento deterioró considerablemente la calidad del aire y causó un ambiente extremadamente seco: no supera el 10 % de humedad. Asimismo va cobrando varias vidas al año, ya que puede causar asfixia y golpes de calor letales.
De acuerdo con los miembros de la Organización Meteorológica Mundial, se han hecho muchos esfuerzos por alertar a los territorios afectados sobre las consecuencias graves que este fenómeno puede tener en la salud y en la economía, ya que paraliza a países enteros durante largos periodos de tiempo.
El peligro que representan estas tormentas de arena son principalmente en las regiones áridas y semiáridas, pues generalmente, los gradientes de presión ocasionados por los ciclones fomentan que la velocidad de estos vientos nocivos aumente a niveles alarmantes, que pueden terminar con la vida de las personas y la fauna local.
Es decir, el origen de las partículas que carga el simún está en la erosión eólica, los cuales vienen de polvos minerales del Norte de África, la península arábiga, Asia central y algunas partes desérticas de China. Además de representar un peligro a su paso, las partículas dañinas se quedan en el ambiente hasta diez días después de terminada la tormenta.
Lluvias de sangre
Aunque diversos países se ven gravemente afectados, el Cinturón de la Meningitis es la región de más alto riesgo en el mundo, ya que en ésta, países con pocos recursos tienen que recluirse año con año para evitar las consecuencias del simún, entre ellos se encuentra Benin, Burkina Faso, Chad, Côte d’Ivoire, Gambia, Ghana, Malí, Nigeria y Sudán.
Este viento venenoso sigue patrones rotatorios similares a los de un ciclón: se desplazan con rapidez circulando en sentido contrario a las agujas del reloj. Los pobladores de estos países comúnmente se refieren al simún como lluvias de fango o de sangre, por la coloración rojiza que alcanzan en su esplendor fatal para los habitantes.