A diferencia de Paul McCartney y John Lennon poco se habla de George Harrison, a quien se le recuerda, sí, pero no en su dimensión exacta. Es más, en algunos casos se le menciona como un Beatle “menor”… Para nada. El guitarrista y compositor del grupo de rock más importante de todos los tiempos, dejó un valioso legado.
El próximo 29 de noviembre se cumplirán 17 años de su fallecimiento y continúan abrevando las figuras musicales. El mismo Frank Sinatra dijo alguna vez que “Something” (“Algo”) era la balada más hermosa que jamás haya escuchado.
Ya se había salvado de una muerte súbita. En diciembre de 1991 un orate similar a Chapman -aquel que asesinó a Lennon- se introdujo en la mansión de Henleyon Thamesy lo apuñaló junto con su esposa, la mexicana Olivia Arias, según con el malévolo propósito de asaltarlos.
El agresor fue identificado como Michael Abram, de 33 años, quien padecía problemas mentales debido a su adicción a la heroína y, al igual que Chapman, vivía obsesionado con Los Beatles. Sus vecinos lo conocían como “El Loco” Mick. Harrison forcejeó con él, lo desarmó y lo mantuvo a raya hasta que llegó la policía.
El autor de “My sweet lord” (“Mi dulce Señor”) fue trasladado en situación crítica al Royal Berkshire Hospital, pero la libró; sin embargo, su destino estaba trazado y su final muy cerca.
George Harrison dejó de existir en Los Ángeles, California, Estados Unidos, el 29 de noviembre de 2001 a consecuencia de un cáncer de pulmón que se le propagó al cerebro. Fue precisamente en la mansión propiedad de Paul en las colinas de Hollywood donde Harrison encontró el refugio que tanto necesitaba, y ahí murió. Tenía 58 años.